[46] Thomas

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Thomas.

-Aquí no está –me dice Harley.
Está sentado en la sala común del pabellón, mirando por la ventana los campos de trigo.
Echo a andar hacia la puerta que lleva a las habitaciones.
-No te molestes –gruñe él–. Quiere estar solo.
Abro la boca para preguntar por qué, pero añade:
-Yo también quiero estar solo –se frota un lado de la cara y veo que tiene un moratón debajo del ojo.
Se me ocurre preguntarle a Doc cuándo fue la última vez que Harley tomó su medicación. No me preocupan las pastillas para la cabeza sino las otras que le da Doc, las que le quitan el mal humor y lo hacen parecer menos loco de lo que está.
Salgo del hospital. Paso junto a la estatua del Eldest de la época de la epidemia, pero no me detengo. No quiero que él también me mire con aire de superioridad.
Tomo el camino que lleva al archivo. La época de reproducción está en pleno apogeo; verlo me revuelve el estómago, porque sé que todo es obra de la bomba hidráulica de Eldest.
Cuando llego a mi destino, tengo que pasar por encima de dos cuerpos entrelazados para subir los escalones de la entrada. Victria está sentada en una mecedora en el porche, observándolos y escribiendo de vez en cuando algo en su librito encuadernado en piel. Me extraña que no esté con Bartie, haciendo lo mismo que la pareja de la escalera, pero según Eldest, las hormonas afectan más a los alimentadores.
Orion está de espaldas a mí, observando el cuadro de Eldest. Antes de que pueda saludarlo, lo descuelga y lo deja sobre el suelo del porche.
-¿Qué haces? –pregunto escandalizado. La pared del archivo parece desnuda sin la mirada de falsa cordialidad de Eldest.
-Ya es hora de que nos actualicemos –contesta Orion. Recoge el lienzo y desaparece con él en el interior del archivo.
No es ninguna tontería: el cuadro de Eldest lleva ahí al menos diez años. Su imagen aún tiene el pelo casi negro, la mirada clara y tan solo unas ligeras arrugas en la frente. ¿Qué mostrará el nuevo cuadro? ¿Su pelo largo y blanco? ¿Unos hombros caídos debido a los años de cojera? Aunque quizás su edad le haga parecer más regio.
-Buenas –me saluda Victria sin levantar la vista de su libro.
Desde la llegada de Newt no me ha dirigido mucho la palabra, aunque antes, cuando yo vivía en el pabellón, éramos muy amigos. Ahora parece menos amable, más amargada que hace tres años, cuando ella tenía diecisiete y yo trece. Fue la primera persona por la cual sentí atracción, pero ya no recuerdo por qué.
-Hola. ¿Estás escribiendo otro libro?
Victria ha escrito casi una docena de novelas, que carga en la red de flexibles. Son geniales, no sé cómo lo hace. Son historias increíbles de héroes durante la época de la epidemia, con tramas muy dramáticas que a mí me encogen el estómago. Supongo que Eldest le inoculó un compuesto con la etiqueta "Escritura" antes de nacer.
-No exactamente.
Cierra el libro y se lo mete en el bolsillo de la chaqueta. Sin embargo, no se gira para mirarme; sigue contemplando los campos perfectamente regulares que tiene delante, salpicado de parejas.
-Ten cuidado cuando salgas de aquí. Estamos en plena época reproductora –le digo, pensando con alivio que Newt está a salvo con Harley.
-Luthe vino conmigo a la ida. Ahora que Orion está aquí, puede acompañarme él de vuelta.
Me encojo de hombros, me vuelvo hacia la pared y me sorprendo al ver que el viejo cuadro de Eldest ocultaba una placa.
Salón de archivos e investigación
Construido en 2036
Financiado por FREX
Debajo hay unas letras que no reconozco. Deben de ser del alfabeto cirílico o del griego. Y más abajo se ve una inscripción:
"Si quieres comprender cualquier cosa,
observa su comienzo y su desarrollo."
Aristóteles.
Hay ocho líneas más, cada una en un idioma diferente. Dos de ellas están llenas de símbolos irreconocibles, pero no es difícil suponer que se trata de la misma cita en varios idiomas.
-Esto es antiguo –le digo a Victria, a quien parece no importarle–. Muy antiguo. Lleva aquí desde la construcción de la nave.
Gruñe para dar a entender que me ha oído.
Pienso en los planos de la nave que Orion me enseñó hace unos días. Entonces, el nivel de alimentación estaba dedicado a la investigación biológica y tenía por centro este "salón de archivos e investigación".
La pareja que he tenido que esquivar para subir al porche del archivo gime en voz alta. No creo que los constructores de la nave tuviesen en mente esta clase de investigación.
Eldest se hace lenguas de lo mucho que hemos avanzado, de lo beneficioso que es para nosotros ser monoétnicos y tener un sistema fuerte de liderazgo. Pero ahora mismo me parece que las austeras palabras de Aristóteles se burlan de nosotros al ver que nuestra investigación se reduce a aparearnos en momentos preestablecidos.
Pienso en lo oportuna que ha sido esta revelación. Es la segunda vez que Orion me hace descubrir algo nuevo de la nave. ¿Cuánto sé yo de él? Apenas lo he visto fuera del archivo, e incluso en esos momentos suele ocultarse entre las sombras como un fantasma rodeado de palabras e información digitalizada. Sí, conozco a todos los habitantes de la nave: sus nombres, sus caras incluso. Pero ¿conozco de verdad a alguno? No tengo ni idea de quién es Orion en realidad.
-¿Crees que se quieren? –Victria interrumpe mis pensamientos. No me mira a mí, sino a la pareja que copula en los escalones del archivo.
-No –contesto.
-Es asqueroso –murmura–. ¿Es que no pueden controlarse?
No, claro que no, pienso.
-Orion dice que es parte de la naturaleza humana.
Claro que no lo es.
-No lo es –dice Victria, como si hubiera leído mis pensamientos.
La miro con sorpresa.
-Si lo fuese, yo sería igual que ellos –dice señalándolos con un movimiento de cabeza–. Pero no lo soy. No... deseo ser así. A menos que sea con alguien de quien esté...
No acaba la frase, pero intuyo lo que va a decir: "A menos que sea con alguien de quien esté enamorada".
Hace una semana, habría resoplado al oír esas palabras. Para mí, el amor no era más real que ese dios al que adora Newt. Siempre he oído hablar del amor como algo semejante a los mitos religiosos, historias que contaba la gente de Tierra Solar para sentirse mejor en el mundo tan imperfecto que habían colaborado a crear.
Pero ahora...
-Es preferible haber amado y perdido a no haber amado nunca –afirma Victria.
-¿Es una frase de tu nuevo libro?
Me responde con un bufido. Se remueve en la silla y veo una pila de libros (libros de verdad, de Tierra Solar) en el suelo del porche, junto a su mecedora. Frunzo el ceño. Orion, como archivero que es, debería andarse con más ojo. Hasta los archiveros tienen prohibido tocar los libros antiguos. Como lo pille Eldest...
La pareja se ha separado y ahora los dos descansan sobre la hierba, frente a nosotros. La mujer apoya delicadamente una mano sobre su vientre desnudo, como si estuviese agarrando algo invisible pero muy valioso.
-¿Crees que por lo menos los hace felices? –pregunta Victria. Antes de darme tiempo a contestar, añade–: Porque a mí nunca me hace feliz.
-¡Bien, vamos a colgar este magnífico cuadro! –dice Orion alegremente mientras sale del archivo.
El lienzo que lleva desprende un aroma a pintura fresca que me recuerda a Harley. Orion gira el cuadro para colgarlo en su lugar, sobre la placa, y suelto un grito ahogado. Él me mira y sonríe con complicidad.
El del cuadro no es Eldest.
Soy yo.
-Esta época reproductora marca el comienzo de tu generación –dice tras pasar el alambre del cuadro por el enganche y enderezarlo–. Ya falta poco para que Eldest deje el cargo y tú seas el nuevo líder.
Mi retrato contempla la Fortuna desde el mismo sitio que ocupaba el retrato de Eldest. Lo ha pintado Harley (reconozco su estilo), aunque nunca he posado para él. Lo habrá hecho de memoria, puesto que eso explicaría que haya añadido unas cuantas cosas que no existen. La cabeza aparece ladeada en un gesto de seguridad que es de Eldest, no mío.
La figura posee el mismo brillo en la mirada, el mismo aplomo en la pose que tiene Eldest. No se parece en nada a mí. ¿Así es como me ve Harley? Ese no soy yo.
-Es clavadito a ti –dice Victria. Se ha levantado de la mecedora y se ha puesto detrás de mí para contemplar el cuadro por encima de mi hombro.
-Tienes aire de líder –comenta Orion.
¿De líder? No. Un líder sabría qué hacer.

*Cada día estamos más cerca de que Tommy sea el líder.

Godspeed: Despierta|NewtmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora