[32] Thomas

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Thomas.

La pareja del banco utiliza la lluvia como excusa para desvestirse. El hombre le arranca la camisa a la mujer y ella arquea la espalda para pegarse a él.
-No me lo puedo creer –murmura Newt.
Pero yo no quiero hablar de la época de reproducción, aunque la pareja me ha dado algunas ideas. Quiero saber si el odio que Newt siente hacia Eldest se limita al hombre, no al título.
-Eldest no es tan malo –digo–. De hecho, es un líder razonablemente bueno –me acerco un poco más a él–. Tal vez sea demasiado enérgico a veces, pero ha logrado mantener la cohesión y el bienestar en la nave.
-Entonces, ¿tú también odias a la gente diferente? –me pregunta con irritación.
-Newt, yo... ¡A ti nunca te odiaría! No pienses eso ni por un segundo.
Lo que más me gusta de él son las cosas que lo hacen distinto: su pelo dorado, su procedencia de Tierra Solar, su resistencia a seguir ciegamente a Eldest.
Comienza a diluviar, pero no nos importa a ninguno de los dos. Newt me mira con expectación, como si me incitara a demostrarle que yo no soy igual que Eldest.
Pero hago algo inesperado: le paso la mano por detrás de la cabeza y pierdo mis dedos entre su rubio cabello. La lluvia le empapa el pelo y lo oscurece tanto que pareciera ser castaño, casi tan oscuro como el mío. Alargo la mano y le aparto un par de mechones que tiene sobre la frente, haciéndolo estremecer con el roce de mis yemas sobre su piel.
-Eldest es un buen líder –insisto en voz baja–. Sin embargo –me apresuro en añadir antes de que Newt proteste–, no estamos de acuerdo con el tema de las diferencias. A mí me gustan las diferencias. Mucho.
Trago saliva con dificultad. Tengo la boca demasiado húmeda y la garganta demasiado seca.
Y entonces, sin saber muy bien cómo, él da un paso hacia mí y yo doy un paso hacia él. De pronto, los dos estamos muy cerca el uno del otro.
Lo único que nos separa es la lluvia.
Y luego ya no hay nada que nos separe...
Mis labios se funden con los suyos. Una gota de lluvia se desliza por la comisura de mi boca. Sus labios y los míos se abren. La gota me cae en la lengua y se pierde en la suya.
Estoy empapado. Debería tener frío, pero me invade su calor.
Lo envuelvo con los brazos y lo atraigo hacia mí con fuerza. Desearía aplastarlo contra mi cuerpo. No quiero que esto acabe nunca.
Pero luego... él se separa.
Retrocede.
Se toca los labios rosados y sus ojos, abiertos de par en par, brillan como nunca antes lo habían hecho.
Las gotas de lluvia le corren por las mejillas. Pero no es lluvia, y por primera vez noto un sabor a sal en la lengua.
-Siempre es bajo la lluvia –susurra–. Con Minho también.
No tenía ni idea de quién era Minho, pero quería matarlo.
-Lo siento –dice retrocediendo otro paso–. No quería...
No. No. No. Esto no tendría que ser así.
No debería haberlo besado. Tiene demasiadas cosas en la cabeza y en el corazón para añadir otra más: yo.
-Perdóname –le digo.
Intento tocarlo, pero él se echa hacia atrás violentamente y luego desaparece.
El agua cae a chorros del techo metálico. Aún tengo en la mano la sensación de su pelo entre mis dedos y, torpemente, me doy cuenta de que esto es lo único que me queda de él. Me agacho al suelo, arranco un par de lirios del césped y los aprieto fuertemente en un puño hasta destrozarlos. Entonces los arrojo al estanque con toda la fuerza que poseo.

*El dolor es real :c Minho, tú ya debes estar muerto >:c no tienes derecho a interferir en Newtmas.

Godspeed: Despierta|NewtmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora