Canorus

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-¿Padre? Ya han aprobado la solicitud, estaré en casa dentro de una semana.-

La voz al otro lado del teléfono solo gruñó y colgó rápidamente, Canorus suspiró mientras marcaba otro número.

-Señora Forest, la llamó para informarle de que vendré para el solsticio de primavera, sí, sí, participaré en el festival, sí, sí, por eso la llamaba, necesito que haga unos preparativos para mí, sí, claro, sin problema.-

Canorus pasaba el peso de una pierna en otra y mordía con sus dientes el labio de abajo, tachaba y apuntaba recordatorios en su libreta mientras sentía su bolsa llena de libros pesar cada vez más.

Afuera, una estudiante con orejas puntiagudas de elfo azotó la puerta de cristal de la cabina mientras tenía en su hombro una pequeña hada de luz, su rostro mostraba molestia, Canorus bajo el teléfono y la fulmino con sus ojos de pez muerto, la elfa vio su rostro y salió corriendo, si no recordaba mal esa era la elfita delicada con la que había participado en los créditos extras de lucha mágica, debería haberle quemado el pelo.

-Perdón, señora Forest, repíteme lo último, sí, claro, no, mis medidas no han cambiado, si estoy segura, no, bueno, volveré a medirlas y ya la llamaré si han cambiado... no, no he engordado, sí, sí, lo siento Señora Forest se me termina la llamada.-

Canorus colgó y suspiró de alivio, masajeó con cuidado su hombro dormido, miró la libreta, llena de garabatos y tachones. Paso la mano por los garabatos y la magia los ordeno, limpio y organizó, ese era un hechizo que le habían enseñado los archivistas de Renee, para Canorus eran un genio.

Canorus salió de la cabina, otra si iba a quedarse en la casa de la familia por una semana podría aprovechar y empezar a adelantar el tema de la siguiente asignatura, necesitaría tomar prestados otros libros de la biblioteca.

Como su solicitud no sería gestionada en tres horas, Canorus vagó por los pasillos de la biblioteca mágica aprovechando el tiempo, el cielo soleado acompañado por nubes blancas y de aspecto esponjoso iluminaban los pasillos llenos de estudiantes que estaban al borde un colapso nervioso, algunos se retorcía las túnicas negras, otros se colocaban una y otra vez el sombrero de mago intentando crear una buena impresión al profesorado, otros simplemente estaban inconscientes en los bancos con cinco jarras de café, una bebida importada de las tierras del desierto que parecía tener un efecto estimulante, últimamente había tomado fama entre los estudiantes catatónicos de tercer año.

Su mesa no era nada fuera de lo normal en la universidad de estudios mágicos avanzados, o lo mismo que la UEMA, libros apilados en torres tambaleantes, los papeles de pergamino enrollados con mapas astronómicos, olor a tinta y a polvo, entre ellos Canorus tenía su nariz metida en un libro de aspecto nuevo, escrito por los nómadas del hielo boreal, las nuevas teorías sobre la formación magic del hielo y todo el círculo novedoso tenía a Canorus sin dormir más de tres horas.

Una pequeña hada del viento tiro de sus mechones rubios suavemente, Canorus no dejo de leer el libro, el hada tiro más fuerte y siguió siendo ignorada, las alas verdes revolotearon con fuerza y una rafa de viento suave mando a volar los pergaminos más livianos, la larga cabellera lisa de Canorus se movió y pareció distraerla.

-Oh, lo siento.- Canorus ordeno los pergaminos que no habían salido volando muy lejos, el hada hinchó sus mejillas mientras las manos de Canorus rebuscaban en el bolsillo de su túnica, sacó un tarro lleno de terrones de azúcar y le tendió uno al hada que ya no parecía enfadada. -¿Tienes algo para mí?

El hada de viento sacó una pequeña nota doblada de su mochila, llena de otras notas para otras personas, la mochila colgaba de su hombro como algo mucho más grande que su cuerpo. Canorus desdobló el pequeño papel e inmediatamente creció hasta ser una hoja completa en sus manos.

CanorusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora