Elio y Niels

19 5 0
                                    


-No te muevas.- Canorus intento no cortar mucho del pelo del bárbaro, después de haber pedido todos los libros de cultura barbárica de la biblioteca, sabía que la melena larga y bien cuidada significaba poder, así que intentaba cortar solo lo necesario.

Estaban en el patio del gremio, el señor del gremio tomaba el sol en el huerto de Miranda balanceando su cola negra, el bárbaro lo miraba distraídamente mientras esperaba con horror los resultados de las tijeras que movía Canorus.

Justo después de comprar la ropa, Canorus le había enseñado donde vivirían, el bárbaro miro con sorpresa la pequeña habitación con un escritorio abarrotado de libros, una estantería que estaba a punto de reventar de papeles y todo tipo de artículos mágicos.

El armario era pequeño, pero vio con sorpresa como su ama solo tenía un par de vestidos y un pijama, Canorus había ordenado y le había dejado un espacio vacío para que pusiera sus cosas.

El bárbaro entró en pánico cuando vio que su ropa sucia estaba al lado de la ropa de su ama. ¿Cómo podría atreverse? Canorus no le dio tiempo para salir de ese sueño. El bárbaro vio las dos camas, una más larga que la otra separadas por una cortina. Él podía tener una cama, como cuando era un niño y vivía en su tribu, él tenía una cama para poder dormir.

Sin poder creer en la realidad, la mente del bárbaro flotó en un espacio blanco, solo despertando cada vez que veía a su ama fruncir el ceño al ver un nudo o una rasta difícil en su pelo.

-Tendremos que cortar mucho.- Canorus toco el pelo seco y astillado con interés, nunca había hecho una poción capilar, tendría que pedirle ayuda a Niels.

El bárbaro que estaba haciendo todo lo posible por no dormirse asintió distraídamente, estaba sentado en el patio tapado con una sabana para que no le picara el pelo cortado, el sol era cálido y la brisa traía un perfume floral que hacía tiempo no olía, el gremio estaba tranquilo y los pájaros del prado y el bosque parecían cantarle una nana.

Canorus dejo las tijeras para aplicar un aceite reparador, la punta de sus dedos quedó teñida de marrón rápidamente, Canorus se limpió las manos y volvió a aplicar una capa de aceite, sus dedos se volvieron a teñir. Frunció el ceño con confusión, levitó un balde de agua caliente y la lleno de jabón, limpio los mechones de pelo negro del bárbaro y el agua se tiño de negro.

El pelo preció perder el tinte falso y quedó un castaño oscuro.

-¿Te han teñido?.-Canorus preguntó, el cuerpo del bárbaro se volvió a tensar y Canorus estaba por perder la paciencia.-Respondeme.- el bárbaro se removió en la silla incómodo mientras la cabeza peluda del gato negro se levantó y los miro con interés.

-Para.... Para poder vender un bárbaro del desierto... Ellos tienen el pelo negro, pero yo... Yo y algunos más no....- Canorus suspiró pesadamente y el bárbaro callo de golpe, escuchó el balde de agua, caer al suelo y Canorus entrar al gremio.

El bárbaro se quedó quiero, decidiéndose en quedarse en el mismo sitio o ir detrás de su ama, el gato se levantó perezosamente mientras saltaba a su regazo, las manos del bárbaro picaban por acariciar ese pelo negro y sedoso, emitiendo el aroma del sol.

-No pienses en lo que no eres.- la voz del gato era ronca y de hombre, casi anciano. El bárbaro se asustó mientras veía como poco a poco el gato iba transformándose en un anciano, tenía el cuerpo entrenado mientras veías su edad en su pelo blanco y arrugas. La mano grande y callosa del anciano le revolvió el pelo con cariño.

El bárbaro fue transportado a los recuerdos de cuando era niño, las sabanas, la tribu, los bailes en las hogueras, la voz de su madre y las manos grandes de su padre. Pensar que ya no podía recordar casi nada le entristecía.

CanorusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora