Hablemos

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-¿Le has pedido alguna vez su opinión?.- Niels le dijo con cara seria y Canorus no pudo evitar estar callada por mucho tiempo pensando, paso las clases enfocada y las horas de proyecto en la biblioteca ocupada, pero la pregunta regresaba cada vez con más fuerza. Canorus guardó las cosas y se fue al gremio mucho antes que otros días.

Las calles de la ciudad de Calya eran grandes, casi todas estaban hechas para andar o perderse si te metías en callejones que no conocías. Canorus se abrigó cuando sintió que el sol empezaba a ponerse. Seguramente seria una hermosa puesta en el puerto.

Canorus pensaba aún, ella no era una persona que pensara mucho en los demás, no era por egoísmo o egocentrismo. Si no más bien porque se había acostumbrado demasiado a estar sola y nunca ser tomada en cuenta, sus hermanos eran importantes para el negocio, su tercer hermano daba muchos problemas, así que desde niña había aprendido a valerse por sí misma, tanto que ya sentía incómodo pedir favores.

Había normalizado enfermamente el "yo puedo sola" con todos los aspectos y creía que los demás eran iguales, la falta de una figura de apoyo por tantos años hacía que Canorus olvidara que las personas necesitaban empatía, paciencia y entendimiento. No todo era blanco y negro.

"Es culpa de los que te criaron" Le remarco, Niels.""No te culpes por eso.""

Pero después de pensar, Canorus se sentía un poco culpable, el bárbaro era un esclavo y siempre la seguía en silencio, nunca había tratado con mucha gente como él y ella pensaba que el silencio era parte de su personalidad, pero... en algún punto Canorus olvidó que el esclavo está callado porque así le han obligado, es servicial porque le han enseñado a serlo, es independiente porque no tiene otra opción. Habían estado viviendo en la misma habitación por una semana, pero no habían interactuado. Menos habían hablado.

Las calles de la ciudad de Calya eran iluminadas por algunas farolas mientras el sol empezaba a ponerse lentamente, el bolso lleno de pergaminos para su próxima asignatura de astronomía no pesaba, pero sentía sus pies extraños, como si fueran arrastrados por algo.

-Le pedí que quería comer.-Canorus respondió después de medio día pensando, busco a Niels, pero hacía ya mucho tiempo que se había ido dejándola en la biblioteca para terminar su nuevo proyecto, un hechizo de invocación. -Pero no espere a que se decidiera y pedí por él.- Canorus arrastro su cuerpo mientras el poco frío que el espíritu de la primavera aún no había disipado, se metía en su ropa y la hacía tiritar.

Le dolía la garganta, pero no sabía si era por lo mal que se sentía después de presentar sus marionetas por dos horas, o si sentía la garganta apretada por la pregunta de Niels. Las relaciones sociales eran agotadoras.

-¿Estás enferma?-. Canorus busco la voz conocida de Elio, el anciano jefe del gremio estaba en su forma humana, parado delante de ella con una mirada serena, sus ojos amarillos derramaban preocupación al ver a Canorus quieta en la intemperie por tanto tiempo, sola y abatida.

-No, solo... hacía tiempo que no me sentía tan tonta.-Canorus se sentó en un banco de madera y dejó el bolso de pergaminos en el suelo sin cuidado, Elio suspiró mientras se sentaba a su lado.

-¿Es por el bárbaro?.- Preguntó Elio, Canorus asintió mirando sus manos que descansaban en su regazo.

-¿Por qué hablo contigo, pero no conmigo?.-Elio suspiró con una pequeña sonrisa en sus labios secos. -¿Es por qué soy...? ¿Mala persona?

-No, eres una niña muy amable, solo eres torpe para relacionarte. El bárbaro solo habló porque pensaba que era un gato, ahora cada vez que me ve parece castigarse a sí mismo.- Elio acarició con cuidado la cabeza de Canorus, las palabras de Elio parecían tener razón, pero Canorus no podía aceptarlas tan fácilmente.

CanorusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora