Uluth.

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Javil vio con asombro los movimientos de su ama, la magia siempre le parecería algo fascinante, las manos de su ama se movían con suavidad mientas levitaba los tanques de las sirenas, su ama era tan poderosa y cuidadosa que las sirenas de dentro de los tanques no sintieron ni un solo temblor con el agua quieta y estable.

Javil quería ayudar a los piratas a regresar al puerto para cargar a otra sirena en el tanque de agua, pero no se sentía tranquilo, dejando a su ama sola en ese barco lleno de gente peligrosa.

Las sirenas que aterrizaban en la madera del barco parecían inmóviles, solo cuando los piratas las sacaban del tanque para envolverlas en telas mojadas y desaparecer hacia el interior del barco, parecían dejar de estar congeladas y le gruñían a Canorus, su ama hizo oídos sordos y volvía a bajar el pequeño tanque a la barca para ir a recoger a otra sirena.

-Que las olas me salpiquen, mujer eres de mucha ayuda.- una voz ronca y masculina gritó desde lo más alto del mástil, un hombre salto y se ayudó de las cuerdas de las velas para aterrizar seguro en la popa.

Era un hombre joven, pelo blanco trenzado y piel morena por el sol, sus ojos heterocromáticos, uno azul y otro dorado, parecían juguetones, pero no podían esconder la persona astuta que era.

Canorus se limpió el sudor de la frente y volvió a hacer la misma reverencia de antes.

-Soy la maga enviada por el gremio "Ojos de gato", espero que podamos ayudarnos mutuamente en el viaje.- El hombre pareció congelarse como las sirenas, miro a la tripulación que le devolvían la mirada y se echó a reír a carcajadas. Canorus espero pacientemente mientras Javil imitaba la reverencia

-Bien, muy bien, es refrescante ver esto, haca lunas que un mago me saludaba.- el hombre silbo y un híbrido entre loro y dragón se posó en su hombro, su cuerpo y alas eran de un colorido lodo azul, pero su cabeza de dragón y sus garras verdes parecían tan afiladas como las de un dragón de verdad.

En su morro traída un sombrero de capitán, el hombre se lo puso mientras ponía una rodilla en el suelo y besaba el dorso de la mano de Canorus. -Soy el capitán de este basurero, me llamo Uluth.-

La escasa barbar pinchaba y rascaba, el hombre notándolo pareció restregar más su barba en su piel, Canorus aguanto hasta diez con paciencia.

-Basura.- gritó el hombre, todos los piratas parecieron ser llamados.- Tratemos bien a estos niños....- el hombre señaló a Canorus y a Javil.- Una vez has llegado hasta aquí, no hay marcha atrás. Bienvenidos a mi barco. -

Los piratas parecían poco entusiasmados ante la idea, Javil suspiró mientras el capitán Uluth los llevaba a conocer el barco.

Para ser un barco de piratas, la cocina estaba extrañamente limpia y ordenada, no había ratas y todo parecía ser gracias al híbrido de loro y dragón, había suciedad, pero era tolerable, el tanque de las sirenas se había transportado hacía en interior del barco.

En el último de los tres pisos del barco, bajando las escaleras traicioneras acompañados por una única luz, había un gran espacio totalmente vacío, solo había pequeñas hendiduras para que el aire pasara, arrastrando el aroma de la sal y la sensación de la humedad.

La única cosa que ocupaba ese gran espacio, era un gran tanque lleno de agua, donde poco a poco las sirenas se iban acomodando. El tanque tenía piedras suaves y algas con las que podían jugar, pero las sirenas parecían desanimadas y cansadas, acurrucándose en las mullidas esponjas mientras abrazaban sus colas para dormir. Una de las sirenas, la más pequeña, parecía curiosear desde lejos, escondiendo la mitad de su cuerpo

El piso del medio eran pasillos sinuosos, donde solo unas pequeñas marcas en las paredes de madera indicaban donde estaban, casi todo eran dormitorios y habitaciones de almacenamiento, una de las habitaciones más pequeñas era la suya.

CanorusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora