Capítulo 20

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Massimo.

Lizzie se fue a visitar a sus padres y a su amigo del alma, Sebastián.

«Ojala le caiga un avión encima»

Estoy en la sala mirando como Stefan obliga a Dalton a colgar mas luces, al parecer Stefan y Lizzie se han vuelto cómplices en todo. Dalton se enoja y le tira las luces en la cara a Stefan y se baja de la escalera enojado mirándome.

— Massimo, ¿Por qué yo tengo que hacer esto y Stefan nada?

— Por el hecho de que el que le cayo mal a Lizzie fuiste tú y ese idiota es su protegido —digo sin levantar la vista del periodico.

— Ya oíste, ponte a trabajar mejor —dice Stefan con burla hacia Dalton, parecen niños pequeños peleando.

— Calla, que te apuesto que hubieras hecho lo mismo que yo.

— Pensaba hacerlo, pero como no soy un chismoso pregunte primero —se defiende Stefan y en ese momento bajo mi periodico para mirarlo.

— Pero me hubieras avisado, aquí el que manda soy yo y era tu obligación avisarme.

— Tú eres el jefe, pero ella es tu esposa, yo se de que eres capaz, pero no se de que es capaz ella —se defiende y eso me deja un poco confundido, ¿Qué es lo que sabe que yo no estoy enterado?

— Dejate de estupideces Stefan, la señora se ve de las típicas mujeres que lo único que hacen es derrochar el dinero de sus maridos en los salones de belleza, en las tiendas de lujo y esas cosas de mantenidas —habla Dalton a lo que yo levanto una ceja con interés.

— ¿Por qué piensas eso?

— Por que eso hacía Samira —dice y me quedo callado recordando.

— En realidad, siempre que quiere ir a un lugar paga con sus tarjetas y no de las que le da Massimo —dice Stefan haciendo que Dalton frunza el ceño al igual que yo.

— ¿No gasta mi dinero?

— ¡¿No gasta su dinero?! —pregunta Dalton al mismo tiempo que yo, pero él es el más sorprendido.

— No, usa su dinero, rara vez usa el dinero de Massimo de las tarjetas que le dio, está casi intacto.

Estoy por decir algo, pero uno de mis hombres llega.

— Señor, el señor Antoni acaba de llegar y caminó hacia su despacho solicitando su presencia.

Ruedo los ojos molesto y me levanto caminando hacia mi despacho, cuando me empiezo a alejar empiezo a escuchar la discusión de Stefan y Dalton.

Al entrar a mi despacho miro a Antoni sirviendo un vaso de whisky, se lo arrebato y me siento en la silla que está enfrente de mi escritorio, suspira frustrado y se empieza a servir otro whisky mientras empieza a hablar.

— Yo también me alegro de verte por cierto —dice sarcástico, sabe que no voy a responder por lo que se gira hacia mí y lo miro bien, tiene la camisa con manchas de sangre.

— ¿Pero que-...? —antes de que termine de hablar él se adelanta.

— Ah, maté a unos soldados.

— ¿Qué hicieron? —pregunto y me empieza a empinar mi vaso.

— Nada, solo dejaron que se robaran un camión con armas que iba directo al puerto para ser llevado a Rusia —dice tranquilo mientras da un trago a su vaso.

Cuando termino de escuchar su respuesta me atoro con el whisky y empiezo a toser escupiendo sintiendo un sabor amargo recorrer mi garganta mientras intento no explotar.

Odio, Amor y PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora