✧•°• Entre patitos y retratos °•°✧
Me froté las manos, nerviosa, mientras avanzaba hasta la dirección que Lucifer me había anotado en un papelito. Me había estado preparando toda la noche para esto, aunque –en los miles de escenarios que creé gracias al insomnio– nada salió bien.
Sin embargo, heme aquí, frente a un elegante palacio blanco y dorado con preciosas rosas rosas adornando el marco principal. Pero….
–¡Eh, tú, pecadora!, ¿a dónde crees que vas?—
…. apenas di el primer paso, un demonio similar a un pequeño carnero rojizo me detuvo, apuntándome con una lanza.
–Yo… vine a ver a Lucifer.— expliqué.
–¡Los pecadores no pueden venir a sus anchas!¡Lárgate!—
Suspiré. ¿Es que acaso Lucifer no les había informado que vendría?
–Mira...— comencé, con seriedad. —Lucifer me pidió venir y eso hago. Ahora, si me disculpas, no tengo tiempo que perder cont….—
Apenas alcancé a esquivar la estocada de su lanza, recibiendo un leve roce en el brazo. ¡Por Satán ¿en serio teníamos que recurrir siempre a la violencia?!
–Oye, ¡ya te dije que Lucifer fue quien me pidió venir!—
–¡No te creo!—
Si algo he de agradecerle a Blitzø fue que me enseñara a defenderme, si no fuese por ese conocimiento, no habría sobrevivido tanto tiempo sola entre los pecadores. Y, justo ahora, me resulta de lo más útil para someter al pequeño demonio bajo mi cuerpo, arrojando lejos la dichosa lanza con la que me atacaba.
El demonio se retorció bajo de mi cuerpo, en vano, pues soy más alta y fuerte que él.
–¡Suéltame, zorra!— ordenó, molesto.
–Modales, querido.— sonrío, apretando aún más mi agarre.
–¡Voy a matarte, maldita pecadora de mierda!—
–…. ¿Por qué tanto escándalo?—
Alzo la mirada, encontrándome a un adormecido Lucifer vestido con un pijama de patitos, bostezando. Cuando sus ojos se cruzan con los míos, una sonrisa enorme se dibuja en sus labios, dejando entrever sus afilados dientes. Ni recién despertado este hombre perdía su atractivo.
–¡¡LITZ, LLEGASTE!!— corrió hacia mí, para abrazarme y darme un par de vueltas en el aire, riendo emocionado. —¿Por qué no me avisaste de su llegada?— preguntó, dirigiéndose ahora al pequeño demonio que se reincorporaba del suelo.
–C-Con todo respeto, Majestad… No fui informado de que esperase visitas.— se excusó.
–¿Ah, no?— Lucifer se llevó una mano al mentón, pensativo. —Bueno, no importa. Esta es Litz y, desde ahora, cada que venga, dejala pasar ¿de acuerdo?—
–S-Sí, señor.—
–Vamos, te enseñaré el palacio.— sonrió Lucifer, tomándome de la muñeca para guiarme al interior del lugar.
Miré por un segundo hacia atrás, notando como el pequeño demonio me mostraba su dedo medio con una cara de pocos amigos. Lo cual le devolví con mi mano libre.
El interior del palacio estaba en completo silencio, con grandes retratos adornando las paredes tapizadas. Me fijé en algunos, donde Lucifer sonreía felizmente junto a su ex-esposa y una pequeña niña que era una copia del mismo Lucifer; y nuevamente esa punzada de rabia hacia la reina me sacudió. ¿Qué la hizo abandonar a su familia?
Lucifer me siguió arrastrando escaleras arriba, hasta una habitación en específica.
Me pareció gracioso verlo luchar con la puerta para abrirla, pues parecía que algo la obstruía del otro lado. Y, cuando por fin se abrió, montañas de patitos cayeron a mis pies, haciéndome sonreír enternecida.
–Wow…— alcé ambas cejas con sorpresa. —Realmente te gustan los patitos, eh.— comenté, tomando un pequeño patito del montón.
–Sí, algo así…— comentó él, arrebatándome el juguete de las manos para volver a colocarlo en su lugar, aclarándose la garganta con incomodidad.
–Y….— canté, alargando la pronunciación mientras daba algunos pasos por la habitación. —¿De qué quieres hablar?— pregunté.
–Pues… no lo sé.— respondió, rascándose la nuca con nerviosismo. —Solo quería saber cómo es que pueden existir demonios nacidos en el infierno.—
Sonreí con picardía.
–Ya sabes…— comencé, formando un círculo con mi índice y pulgar derecho mientras con la izquierda dejaba solo mi índice extendido. —Cuando dos pecadores se aman mucho, foll….—
Las manos de Lucifer se cerraron de prisa sobre mis labios, callándome, e interrumpiendo mi explicación. Sus mejillas se habían sonrojado por la vergüenza, haciéndolo lucir demasiado tierno e inocente.
–¡M-Mejor hablemos de otra cosa!—
–Claro.— accedí una vez me soltó. —Aunque la otra noche no me pareciste ser muy santo que digamos.— murmuré para mí misma, recordando la vez que me estuvo manoseando.
¡Mala idea!
Lucifer escuchó y, en un segundo, su mirada pasó a ser tan roja e intensa que me provocó escalofríos por todo el cuerpo.
Mierda ¿se había enojado?
–Ay, pequeña… En temas de sexo, no hay quien me supere. No por nada soy la fruta prohibida que muchos quieren probar.—
Ahora la avergonzada era yo. Mis mejillas ardían y, estaba segura, de que parecían un jodido tomate gracias a ese comentario. ¿Eso era una insinuación acaso?, ¿o solo estaba jugando conmigo por molestarlo?
–…. ¿Entonces?—
–¿Eh?— reacciono, al ver la mano de Lucifer agitarse frente a mi rostro. Su rostro estaba tan cerca del mío que el aroma a canela y manzana me hizo retroceder. —¿Qué…?—
–El jardín.— repitió Lucifer, con una sonrisa. —Quiero mostrarte algo en el jardín.—
–¡C-Claro!—
Mis latidos se descontrolaron y, aunque intentaba apartar esos pensamientos lujuriosos que el mismo Lucifer había despertado, no podía hacerlo. ¡Ahg ¿acaso no se daba cuenta de lo que provocaba con sus palabras?!
°•°•°
Subí dos capítulos en esta ocasión, ¡disfruten! ✨
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Rotos |Lucifer Morningstar × Fem! Reader|
FanfictionLuego del abandono de Lilith, Lucifer se encuentra deprimido, por lo que decide ir a un bar a desahogarse. Sin embargo, jamás se esperó que conocer a una curiosa imp que despertaría su atención. ¡Sumérgete en esta loca historia de amor!