✧•°• 25 °•°✧

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✧•°• Los reyes también lloran °•°✧
  

  

 
 

  

 

  
 
  

 
  
 

El portal del Cielo se abrió, haciéndome encoger en mi sitio, apretando el hacha que cargaba. Un escalofrío de temor recorrió mi cuerpo, pero me obligué a tranquilizarme; viendo como los ángeles comenzaban a descender.

–... ¡¡¡AHORA!!!¡¡¡POR NUESTRAS ALMAS!!!— gritó Vaggie, alentando a todos.

–¡¡¡HAGAMOS A ESOS ÁNGELES PAGAR!!!— agregó Charlie, mientras todos comenzaban a atacar.

Me moví rápido, decapitando a los ángeles que se acercaban, para luego dirigirme a otro lugar. Ahora mismo, mi mayor ventaja era mi tamaño; y sí que sabía aprovecharlo.

Las sombras de Alastor se extendieron por el hotel, formando una cúpula alrededor. Sonreí, abalanzándome sobre un par de ángeles que trataban de atacarme con sus armas; decapité al primero, pero el otro logró rozar peligrosamente mi estómago con su lanza.

Por suerte, un tentáculo negruzco apareció del suelo, tomando al ángel para estrellarlo contra el suelo, dejando un charco dorado. Alcé mi pulgar al aire.

–¡Gracias, Al!—

Corrí hacia donde estaba Charlie, salvándola de un ángel que pretendía apuñalarla por la espalda.

–¡Concentración!— pedí, haciendo girar mi hacha para limpiar la sangre.

–Lo siento, es que… ¡Con el escudo de Alastor creo que podemos ganar!— sonrió Charlie, emocionada.

–Adoro tu optimismo, cariño. Pero no te distraigas.— pidió Vaggie, acabando con otro ángel que iba por Charlie.

Escuchamos un "¡crack!" y, con horror, vimos como el escudo de Alastor era destruido –de un puñetazo– por Adán. Sentí un nudo en mi estómago, y un mal presentimiento se adueñó de mí.

–Ahgr, Lucifer va a matarme por esto…— murmuré para mí misma, corriendo hacia la terraza del hotel, escuchando una advertencia por parte de Charlie a mi espalda. —¡Alastor!—

–¿Qué…?— los ojos de Alastor se abrieron con sorpresa y horror al verme, y sus orejas se agacharon por un segundo. —Lucifer sin dudas es un imprudente por dejarte venir así.— habló, visiblemente molesto.

–¡Ja! Habló el idiota que enfrentará al primer hombre sin un arma celestial.— repliqué con ironía, ofreciéndole mi hacha. Él arrugó la nariz con desagrado. —¡No seas quisquilloso, Alastor!¡Solo tómala, maldición!—

–Vaya, vaya… ¿Interrumpo una pelea de amantes?—

... Mierda.

Alastor se posó frente a mí, a modo de escudo. Y su sombra, a su espalda, me indicó que me marchara. Pero mi cuerpo no respondía al tener aquellos ojos amarillos sobre mí; escuché a Alastor hablando con Adán, dándome tiempo para irme.

–No me interesas tú, marica. ¡Yo vengo por la perrita de Lucifer!—

Con aquello, al fin reaccioné, logrando correr hacia el borde de la azotea. Pero Adán me cortó el paso, cayendo frente a mí con su hacha/guitarra en las manos; y sus ojos amarillos parecieron brillar con intensidad entre la ligera cortina de humo que se había alzado por su ataque.

Rotos |Lucifer Morningstar × Fem! Reader|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora