Retazos

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"No estoy enojado contigo".

Hong lloriqueo aún más fuerte ante esas palabras. Porque su papá debería estar enojado, furioso, tenía derecho a enojarse con él, debería estar tan molesto con él. Encorvado, evitó mirarlo, mientras las lágrimas mojaban sus zapatos. Agarraba el borde de su propia camisa con fuerza, hipando compulsivamente, abrumado por una situación de la que había perdido el control.

Acuclillado, Cale buscaba su mirada, presionando un pañuelo en su mejilla ensangrentada, había sido más dramático de lo que era, era un pequeño corte que simplemente había sangrado demasiado, nada importante.

Nada que valiera las lágrimas del niño.

"Hong", llamó, su voz era tranquila, normal, no demasiado suave, no demasiado dura. "Papá no está enojado contigo".

"P-Perdón, perdón", el niño se restregó torpemente la cara. "No quería...yo no quería lastimarte".

Solo habían estado jugando, Hong quería aprovechar que solo eran ellos en la villa, hacía mucho tiempo no pasaba un día a solas con su papá. No había medido su fuerza, se había emocionado demasiado y cuando se dió cuenta, Cale estaba sentado en el suelo, aturdido mientras su mejilla sangraba.

¿Por qué aún sangra?, preguntó Cale con hostilidad. Ver a uno de sus niños llorar lo volvía irrasionalmente irritable.

[El niño debe aprender], respondió la glotona con voz plana.

Cale frunció el ceño, acariciando la cabeza de Hong. ¿Qué?

[Eres frágil, como vidrio], contestó ella. [No puede jugar contigo de la misma forma en que juega con los demás, debe entender lo fácil que es hacerte daño y que regule su fuerza desde pequeño].

La mirada de Cale era fría, dura como el acero. ¿Desde cuándo es tu lugar educar a mis hijos?

[...], hubo silencio por un momento, entonces Súper Rock tomó la palabra, apaciguandolo. [Ella no quería decir eso], era cauteloso en sus palabras. [Solo estamos preocupados].

Cale suspiró profundamente, le jaló con suavidad la mejilla para llamar su atención. Hong se sobresaltó, sus brillantes ojos dorados se centraron en Cale.

Cale se quitó el pañuelo revelando un largo rasguño sonrosado rodeado de sangre seca. "Estoy bien ahora", le aseguró porque ya no sangraba.

Hong hipó, aún agarrando con fuerza su camisa, así se retenía de correr lejos y ocultarse.

Había herido a papá.

Había lastimado a su papá.

¿Que monstruo sin corazón podía herir a alguien como su papito?

"Hon-".

"¡No me odies!", gritó desesperado. "¡Por favor, no me odies! ¡Seré bueno! ¡Seré muy bueno!".

El temor a ser abandonado era algo que nunca había sanado del todo. Una herida que aún sangraba y que nunca notó.

Cale tomó suavemente el rostro de Hong y lo hizo mirarlo. "Los accidentes pasan, ¿Entiendes eso? ¿Lo entiendes?", cuando el niño asintió, dudoso, Cale ablandó su mirada. "Sé que nunca me lastimarias conscientemente, sé que me quieres y sé que esto no se repetirá, ¿Pero tú lo sabes?".

Hong sollozó, agarrando temblorosamente las manos de su papá. "Y-Yo sé", le dijo.

"¿Qué sabes?".

"Nunca, nunca te haría daño", las lágrimas empañaron su vista pero aún así, siguió mirando a su papá. "Me q-quieres...me quieres mucho, mucho", rompió a llorar, agitado por sus sollozos. "Papá me quiere mucho".

Cale soltó su rostro y lo atrajo a un aplastante abrazo. "Bien chico, mi buen chico".

Hong se aferró a su papá mientras lloraba.

"Esta bien, estoy aquí y estoy bien. Nos quedaremos así el tiempo que sea necesario para que sonrías".

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