No. 49. Te maté, ¿cierto?

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Omegaverse, ya saben lo que significa.






















"Me haces querer cosas que no puedo tener", susurró, acariciando su vientre redondo, sano, el pequeño ser en su interior, respondió con un suave tacto, como si entendiera que su mamá es fragil.

Alberu se levantó de la cama, acercándose a su emperatriz suavemente. "¿Qué no puedes tener? ¿A nosotros?", recargó su frente en la espalda de Cale, sintiendo su olor y el de su bebé, llenándose de un regocijo inexplicable solo sintiendo los cerca. "Somos tuyos, nada más tuyos, te pertenecemos".

Cale sintió su vínculo con Alberu y con el bebé, resonar en su corazón, era algo cálido, dulce...

"El bebé nacerá en abril, y te adora tanto como yo", susurró Alberu, llevando su mano al vientre de Cale, sonriendo cuando su hijo dio una suave patada, como si deseara confirmarle que estaba ahi, que lo escuchaba.

Cale tarareó, cerrando los ojos. Moriré en abril.

Alberu no entendía las implicaciones de tener al bebé y Cale no había querido explicárselo. Por ello, había hecho planes, había hecho contingencias para mantenerlos a salvo una vez se fuera.

Ron los cuidaría por él, lo había prometido, lo había jurado en nombre de lo mucho que lo amaba, lo había hecho tan dulcemente que Cale aún se sentía culpable por no decirle.

"Los amo", murmuró, tomando la mano de Alberu. "Los amo mucho y quiero que lo ames a él".

Alberu se enderezó, sonriente, era raro que Cale fuera tan abiertamente cariñoso, el bebé le hacía bien, lo ablandaba. "Es una parte de ti, lo amare con toda mi alma".

Recuerda estas palabras.

"¿Lo prometes?".

"Si, por supuesto que si, estoy seguro que se parecerá a ti".




][



Cassius Crossman fue el vivo retrato de Alberu.

...todo recuerdo de Cale lo consumió.


][


Ahora entiendo a mi padre, pensó, mirando al pequeño bebé lloroso en sus brazos, el niño no había parado de llorar, tenía ahora dos semanas y no paraba de llorar hasta el cansancio, llevaba dos días y se negaba a comer. Alberu respiró profundamente y maniobró al niño en un solo brazo, acomodando con su mano libre dos camisas hasta formar un diminuto nido. Colocó a su hijo en el y esperó, el niño sostenía uno de sus dedos en su pequeño pulgar, su desgarrador llanto se convirtió en quejidos, luego sollozos y finalmente, el niño se durmió.

"Huele dulce, ¿Verdad?", preguntó, con una sonrisa rota. "Tu mamá tiene el olor mas dulce".

Goteo.

Goteo.

Goteo.

"Te odio tanto", susurró, llorando sobre la manta que cubría a su hijo. "Pero tienes sus ojos", sonrió, acariciando con premura su cabecita con apenas pelo. "Debes estar agradecido de haber heredado la parte más hermosa de su cuerpo...me sentí tan tentado de ahogarte está mañana, mientras te bañaba, tienes tanta suerte de haber abierto los ojos hoy", se rió, encorvado sobre el bebé que apretaba su dedo. "Le prometí cuidar de ti...te juro que haré lo mejor que pueda".

"Majestad".

Alberu no apartó la vista de su pequeño hijo, observando el subir y bajar de su pecho. Ron se acercó lentamente a él, cargando una maleta de ropa.

"Esto es todo lo que aún tiene su olor", le dijo, sin soltar la maleta.

Alberu respiró temblorosamente, sintiendo dolor ante las palabras que salían de su boca. "P-ponlas...ponlas junto a la cuna del bebé".

Las manos de Ron temblaron levemente. "Las prendas para el príncipe han sido escogidas y hechizadas para mantener el aroma por el mayor tiempo posible", lentamente, dejo la maleta a un lado de la cama. "Estas son para su majestad", me quedé con algunas...no me las quites.

Alberu se encorvó, conteniendo el sollozo que casi lo ahoga, increíblemente agradecido por permitirle tener algunas.

"Eruhaben-nim podrá suplantarlo por otros diez días, pero eso será todo... luego se irá por un tiempo, para tener su luto".

"Los niños se quedarán conmigo", eran los amados hijos de su esposa, eran también sus propios hijos, pero ellos no querian verlo ahora, no soportaban verlo sin llorar. "Nadie se llevará a los niños".

Ron asintió. "Me quedaré".

"No es necesario".

"Cale me pidió cuidarte".

La habitación se congeló, el ambiente pareció enfriarse, como si toda la calidez se consumiera lentamente. Alberu respiró hondo, soltando el puño de Cassius, temiendo lastimarlo, lentamente se levantó y se giró hacia él anciano asesino. Su mirada habría hecho retroceder a hombres más débiles. "Sabías...".

"No".

"T-Tu...tu sabias", costó todo el autocontrol de Alberu, no empezar a gritar y golpear al anciano.

"Habría matado a ese bebé, si lo hubiese sabido", nada había sido más importante para Ron que la vida de sus hijos y ahora uno de ellos ya no estaba. "Si yo lo hubiese sabido, él seguiría aquí", su voz tembló levemente, apenas perceptible, y viendo su dolor reflejado en los ojos de Ron, Alberu se cubrió los ojos mientras lloraba.

Lo maté...lo maté...lo hemos matado.

Cuando se derrumbó, en un desastre lloroso, Ron estuvo ahí para atraparlo, arrodillandose con él en el suelo, permitiendo que el emperador mordiera su abrigo para acallar sus dolorosos gritos.

"Los odio...los odio mucho", confesó Ron, mirando el bulto en la cama, el bebé no se había despertado. "P-Pero tiene sus ojos", se rió, con lágrimas propias en sus ojos.

Alberu no lo escuchaba, no mientras gritaba hasta enrojecer. No mientras clavaba las uñas en la espalda de Ron, sin notar como el anciano también las clavaba en su espalda.

Porque su esposa murió.

...su Cale murió.

Lo dejó atras otra vez.

¿Cómo puedes dejar a tu bebé conmigo y creer que lo haré bien?, Me arruinaste, estaba bien estando solo y ahora no se vivir sin ti.

"L-Lo necesito", sollozó, aferrandose con fuerza a Ron. "Lo necesito mucho".

Se avergonzaría en la mañana, por haber llorado frente a este hombre que lo odiaba.

Pero ahora, necesitaba llorar o asfixiaria al bebé con una almohada.

Y no podía hacer eso.

Era el bebé de Cale.

Tenía sus ojos, oh, Dios, tenía sus ojos.

"Llora ahora, todo lo que quieras", le dijo Ron, mirando la cama en la que su hijo había dormido, aun tenia su aroma. "Después de que yo salga por esa puerta, ya no podrás darte ese lujo".

Alberu lloró.

Despertó al bebé con su llanto pero aún así no dejó de llorar.

Había perdido a su esposa y tenía que criar al monstruo que se lo había quitado.

Está era la forma más cruel de la vida para decirle que no merecía ser feliz.






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☺️👍.

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