No. 50. Perdí mi fe

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Capitulo no. 6.



















Habían sido demasiado jóvenes y tontos para darse cuenta de que se les acababa el tiempo.

Jour había sonreído y conseguir una sonrisa de ella era tan increíble, se sintió orgulloso, un orgullo estupefacto.

Wow…yo puse esa sonrisa en su boca, pensó Deruth, pasmado, tan incrédulo de su logro que solo podía mirarla, como un tonto enamorado lleno de confusión. Debí haber hecho algo bien en otras vidas, pensó. Ella me escogió a mí.

Jour se rió, un sonido hermoso y brillante, ella se inclinó hacía él y con delicadas manos, sostuvo su rostro. Se acercó tanto a él que podía contar las 286 pestañas de sus párpados danzantes.

“Oye”, lo llamó ella, sacándolo de su ensoñación. Se sonrojó tanto al ver lo cerca que estaban, tan cerca que su nariz rozó la suya y sus alientos se mezclaron.

“Oye”, lo llamó de nuevo, sus ojos vieron sus ojos y decidió que nunca querría mirar a otro lado. “Déjame hacerte feliz”, le pidió ella, con esa sonrisa juguetona llena de promesas.

Y cuando ella lo besó…cuando ella lo hizo, Deruth supo que estaba arruinado.

Nunca había recibido amor antes, su madre le había dicho que aberraciones como él nunca podrían sentir amor, pero esto…con sus labios contra los de Jour y la mano en su cintura, creyó que así debía sentirse el amor.

Y quizás este es su castigo.

Quizás así Dios castiga a los monstruos como él.

Nunca la hubiese merecido, después de todo.

“¿Padre?”.

Hubieron golpes en la puerta, vacilantes, suaves, con un ligero temor nacido de la inseguridad.

“¿Padre?”.

Deruth se congeló, el agarre en sus papeles se aflojó y cayeron nuevamente en el escritorio. Miró fijamente ese pedazo de madera cubierto de papel, escuchando los suaves golpes en la madera que inesperadamente, ganaron confianza y fuerza.

O tal vez fue desesperación.

“Padre”, llamó Cale nuevamente, más cerca pero apagado, como si se hubiese recostado en la madera . “Padre, ¿estas…estas ahí? ¿puedo entrar? Por favor”.

Deruth apretó los labios, colocó sus manos frías en el escritorio y no se atrevió a alzar la cabeza, pensando, tal vez se irá si no respondo.

Los golpes se volvieron suaves otra vez, vacilantes  y temblorosos, incluso la voz era más tímida, rota.

“¿P-Padre?”, llamó Cale y ante su silencio, se derrumbó. “Perdón”, rogó, en un sollozo roto y doloroso que estremeció a Deruth por su crudeza. “Perdón”, repitió, más agudo e igual de doloroso. “Lo que haya hecho…perdón, perdóname papá, por f-favor”.

El lustroso conde se encorva sobre el escritorio, agarrando su propio cabello con una mano en un vicioso agarre doloroso, la otra mano temblaba en su boca, acallando su propio llanto.

No era capaz de abrir esa puerta.

Cale se parecía a ella y lo amaba profundamente por eso…nunca espero que un día lo detestaría por las mismas razones.

“P-Papá, ábreme…por favor, por favor”.

Su llanto le rompió el corazón. Deseaba tanto abrir la puerta, tomarlo en sus brazos y consolar a este pequeño trozo de ella que tenía…

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