No. 88. Dragón Rojo

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Cálido.

Muy cálido.

Hogar.

Huele a casa.

Mi hogar.

Este es mi hogar.

El dragón negro es realmente pequeño, sus alas no se han desplegado todavía, están arrugadas, se ven deformes y parecen tan frágiles como el papel.

"Qué bonito eres", murmuró Rok Soo, ofreciendo su muñeca desnuda al pequeño dragón en su regazo. El infante no había abierto los ojos aún y olfateaba ciegamente a su alrededor, conociendo el aroma de la vida por primera vez. El pequeño dragón suelta un ruido, es agudo y feo y suena dulce en los oídos del dragón rojo; olfatea su muñeca golpeando la nariz en su piel, la olfatea y da una lamida curiosa, suelta un ruido y repentinamente lo muerde, empieza a mordisquear su muñeca con saña, como si deseara rasgar la piel y llegar a la sangre que parece cantarle. Rok Soo sonríe, divertido por esos suaves dientes que son como el roce de las hojas en su piel.

Cuando finalmente descubrió que no podría atravesar la piel de su hermano, el pequeño dragón recién nacido gorgoteó y se acurrucó en ese calor seguro.

"Maestro", el llamado es devoto y suave, casi tembloroso.

Su sonrisa se desvanece cuando alza la cabeza, Rok Soo mira al hombre que evade su mirada. El elfo sostiene una bandeja de plata, en ella, un biberón de cristal. Rok Soo hace un gesto para que se acerque. El elfo de cabello negro y ojos grises camina con cuidado, la bandeja ni siquiera se tambalea cuando se arrodilla frente a su maestro. El dragón coge la botella y observa el brillante liquido rojo en él. Baja la mirada a su regazo y da un delicado golpe en la nariz de su hermanito, el dragón negro suelta un agudo quejido y abre la boca. Rok Soo acercó el biberón a la boca del pequeño y apretó la suave tetina, se filtró el líquido rojo y cayó en la boca abierta del quejumbroso bebé.

El niño dejó de quejarse y saboreó torpemente, intentó abalanzarse sobre el biberón, pareció gustarle. Rok Soo lo alimentó pacientemente, acariciando su espalda instándolo a comer más lento.

"Despacio, sé que es dulce, pero debes comerlo despacio", persuadió con amabilidad.

El elfo se levantó y retrocedió un paso, observando con fascinación este lado suave, tan cariñosamente dulce de su amo y sintiéndose bendecido.

"¿El maestro le dará un nombre?", cuestionó embotado.

El dragón rojo no alzó la vista, toda su atención estaba en el hambriento bebé.

"Raon Miru", decidió. "Tu nuevo maestro se llamará Raon Miru, Fior".

Fior sonrió grandemente, dio una profunda reverencia respetuosa.

"Bienvenido al mundo, joven maestro Raon".



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Cuando el portal se apagó y abrió los ojos, a Rok Soo no le sorprendió la mancha oscura que se abalanzó sobre él.

"¡Bienvenido a casa, hyung!".

El dragón observó a la pequeña bola de energía que abrazaba sus piernas con sus pequeños brazos humanos, estaba bien vestido, sus mejillas sonrosadas y sus ojos eran brillantes. Había sido bien cuidado en su ausencia. Luego analizó su entorno. Había tres personas recibiéndolo, los tres en una línea se inclinaban hacia él con profundo respeto, en el suelo, frente al círculo de transportación, vio algunos libros, papel y plumas. Así como bocadillos y algunas almohadas.

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