Retazos

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Cale ancestral vampiro/Choi Han hombre lobo.

Niños no, esa regla, esa ley no era algo negociable, ni siquiera discutible. Niños no. Había metido esas palabras tan profundo en las crías que crió, que lo convirtió en una segunda naturaleza.

No matamos niños.

No bebemos de niños.

No tocamos niños.

Niños no, ellos no se pueden defender.

Había grabado profundamente estas palabras en sus devotas crías.

Por ello había acogido al niño...

El hombre lobo lo había estado rastreando por semanas, tan persistente que parecía haberse obsesionado con alcanzarlo, no parecía comer o dormir y había arrastrado al niño con él todo el tiempo.

Al final, cansado de huir, se detuvo y lo enfrentó.

Escogió un lugar desierto y amplio, un bello campo de flores marchito por la nieve.

Por un momento el olor a sangre lo embriagó y Cale lamió sus dedos manchados, chupando suavemente la sangre en ellos.

La sangre de hombre lobo era tan dulce.

Estaba tan oscuro.

"¿Papá?".

Es comprensible que al principio, el niño no lo haya visto.

"¿P-Papá?".

Cale bajó la mano y miró al niño que se había acercado a ellos.

El niño finalmente lo había notado.

][

Le extrañó, como el niño no parecía perturbado por la muerte de su padre.

Y algo en Cale se retorció por la facilidad con la que el niño lo siguió a casa

"Me llamo Choi Han".

][

Cale se recostó en su asiento, curioso, mirando con atención al pequeño cachorro, tan tranquilo entre bestias sedientas. Tal vez el mocoso es suicida...

"¿Sabes por qué me seguía?", le preguntó Cale.

Choi Han lo miró fijamente, fascinado con sus ojos. "Papá quería marcarlo como su pareja".

Choi Han se estremeció ante la fría aura en la habitación.

"¿Qué dijiste?", gruñó Beacrox.

Debimos abandonarlo en la nieve, pensó Alberu.

"¿Por qué?", cuestionó Cale, inmutable.

Envalentonado por su calma, Choi Han respondió. "Dijo que su sangre le cantaba".

¿Mi sangre le canta? Cale parpadeó, curioso. Extendió su mano y cortó su palma con las uñas. Beacrox y Alberu se agitaron inmediatamente, mirándolo con sorpresa.

"¡Maestro!".

Cale se inclinó hacia el niño, acercando su palma que goteaba.

"¿Mi sangre te canta?", cuestionó, con gran interés.

"Huele delicioso...", fue lo que el niño respondió, tragando saliva.

"Eso quiere decir que no", gruñó Beacrox, tomando la mano de su maestro y limpiando la herida.

Alberu estaba arrodillado en el piso, limpiando la sangre que había salpicado.

"Puede ser porque aún no ha madurado", teorizó Cale, mirando a Choi Han con curiosidad.

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