Choi Han observó fijamente el pequeño animalito en sus manos. El cachorro de pelaje dorado le devolvió la mirada, ladrando alegremente.
"En nuestra última incursión, Raon lo trajo sin que me diera cuenta", explicó, con el pequeño dragón haciendo pucheros en sus brazos. "Y no va a cuidarlo aún cuando me asegura que lo hará", miró al dragón con severidad y el niño bajó la cabeza, avergonzado. "¿Querrías quedartelo?".
"N-No creo que sea una buena idea".
Cale asintió. "Estoy lleno de malas ideas" lo miró directamente a los ojos y Choi Han se sintió pequeño bajo esa mirada. "Esta no es una".
"Cale-nim".
Si Choi Han se viera, tan inseguro e incómodo pero sosteniendo al pequeño cachorro con tanta delicadeza, tan cerca de su pecho, temiendo que cayera de su agarre.
Se siente solo, había dicho Raon mientras apretaba al cachorro entre sus patas. Quería darle algo bonito...
"Has cambiado", Cale bajó la mirada hacia Raon, que había hablado. "Y no me gusta", Raon se acurrucó más en el regazo de su papá. "Si no puedes cuidar de algo más débil que tú, no te acercaras a papá de nuevo".
Raon era un niño muy observador, pero cuando se trataba de su papá, de las personas que rodeaban a su papito, ese rasgo alcanzaba un nivel casi compulsivo. Había algo que había empezado a inquietarlo cuando Choi Han estaba cerca así que empezó a observarlo con más atención...y notó que se había insensibilizado mucho, quizás eran los años, quizás era la paz, pero algo había cambiado y no le gustaba.
Parecía peligroso, esa falta de calidez en sus ojos era peligrosa.
"Raon".
El pequeño salió de sus cabilaciones y miró a su papito. El hombre lo miraba con tranquilidad, imperturbable, acariciando su cabeza con dulzura.
"Está bien, cuidaré de él", Choi Han miraba a Raon. "No te preocupes".
Si, algo ha cambiado.
Tendría que decírselo al abuelo.
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