Había una vez, en un lugar no muy lejano, y hace mucho tiempo, un pueblo lleno de medias naranjas. En un momento de sus vidas, encontraban a su otra mitad y vivían felices por siempre. Pero un tímido apio adoptado por sus padres naranjas vivía en ese pueblo. "¿Media naranja? ¡Soy un apio!" repetía para sí mismo una y otra vez. Para empeorar sus problemas de autoestima, en la escuela "Naranjal de San Pancrasio" le hacían bullying. Incluso, una vez, su profe de filosofía había dicho en clase: "Casualmente, no todos están destinados a hallar el amor, como su compañero apio. No dudo que cuando esté marchito estará por algún lugar criando tomates y cebollas, o en el aderezo de un buen guiso." desatando las burlas de sus compañeros naranjas. Pero él no desistía, y quería encontrar su medio apio, pensando: "Si existen medias naranjas, entonces existen medios apios". Pero un día, sus padres le dieron una mala noticia: él era COMPLETO.
Entonces, comprendió que no necesitaba de ninguna fruta o verdura para sentirse dichoso. Simplemente eran individuos amando a otros. Su padre naranja continuó diciéndole que no se preocupara, que las frutas de la familia no tardaban en encontrar el amor. Él respondió que de qué servía eso, si era adoptado. El padre dio el grito al cielo, preguntándole a su mujer cómo su hijo lo había averiguado. Él les dijo: "Será porque soy un apio, duuuh." Y se fue a su cuarto. Se preguntó si lo discriminarían en el pueblo anexo, poblado por limones. Y vio en Facebook una frase de John Lemon: "Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida solo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad. No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en nuestra vida merece cargar en las espaldas la responsabilidad de completar lo que nos falta." Sintiéndose motivado, decidió huir al pueblo limón.
Al contarle a sus padres, éstos lloraron jugo porque su "hijo" se iba a buscar su destino y lo apoyaron. En el camino, el apio conoció a Leonard Lemoy, quien también iba hacia el pueblo a hacer un trabajo. Éste le advirtió que en el pueblo limón los apios eran una paria por no ser del todo verdes. Así que el apio decidió dormir entre los matorrales, donde no podría ser motivo de burla. Lloró hasta quedarse dormido, pensando en qué haría al día siguiente. Esa mañana, al despertar, comenzó a preguntarse cómo pasar desapercibido. Justo en ese momento, pasaba Austin Lemone, tarareando una canción horrible. Entonces, el apio agarró una pequeña liana y lo asfixió. Lo peló, y tras rellenar su "disfraz" con hojas, se lo puso. Ahora parecía un limón con cuerpo de pésimo cantante estrella del pop, peinado afro (por sus hojas) y cara de apio.
Al llegar al pueblo, los limones se sorprendieron por el feo aspecto de Austin, mas él dijo que era por las cirugías transgénicas que se había hecho porque era la moda. El apio estaba feliz, nadie se burlaba de él. Pero no contó con que "Austin" tendría que dar un concierto en una semana, así que aprovecharía ese momento para darles a todos una lección de vida. Estuvo practicando toda la semana (inútilmente) y cuando dio el concierto, los fans quedaron algo desconcertados por lo diferente que sonaba y veía. Se quitó el disfraz y gritó: "¡Yo soy Hannah Apiana! Bueno, en realidad no, solo estoy aquí para hacerles entender que todos somos iguales." Los limones más conservadores pusieron el grito en el cielo, los más liberales aplaudieron y algunas fans empezaron a tomar fotos. Si bien nadie quería a Austin por ser un pésimo cantante, igual era un limón, por lo que la National Lemon Police Department (NLPD) lo arrestó por asesinato. Sin embargo las ex fans de Austin Lemone pasaron a ser las "Apio Shippers" e hicieron marchas por su libertad.
Y así, con el apio gritando "¡Igualdad de respeto entre los vegetales!", lo metieron a la cárcel, donde le llegaban cartas de diferentes partes del huerto (mundo) en las que recibía apoyo. El apio ya no se sentía apio, sino opio, e intentó hacerse un cambio, cultivando su propia hierba, pintándose los colores rastafari y pegándose rastas postizas. Cantaba en voz alta "Op-op-op-opio deja de fumar" y pedía que marihuanicen la legalihuana. Llegó el día del juicio, y el abogado del apio, un tomate, le quitó las rastas y lo demás y lo puso presentable. Las aún fans de Austin Lemone (brutas, ciegas, sordomudas, torpes, trastes, testarudas) exigían cadena perpetua, mientras que las "Apio Shippers" pedían su libertad. Luego de escuchar a ambos bandos, el juez tomó una decisión: puesto que él odiaba a Austin porque dejó plantado a su hijo en la fiesta de la cosecha (graduación), puso en libertad al apio y pasó a ser "Apio Shipper", pero le puso la condición de no irse a otro pueblo y que se quede. El apio aceptó y logró cumplir su sueño, convirtiéndose en alcalde de "Lemon Town". Y encontró, meses después, a una perejil mujer (muy zabroza, oie zi) con la cual congenió y la hizo su secretaria.
¿Acaso así se sentía el amor?...
Créditos: Angela, Guille y Jose.
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El alimón de la Pre
HumorUna colección de historias que unos amigos de la Pre San Marcos escribieron por no tener nada mejor que hacer.