Canto mágico

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Érase una vez, un chico llamado Alberto, que no podía cantar, porque era muy desafinado. Todos se burlaban de su voz, por ello mandó a todos al diablo y quiso armar su propia banda. ¿De qué? Lo que sea, con tal de cantar. Soñaba con ser famoso y legendario como Pink Floyd o Queen. El problema era que nadie quería tocar con él, pues su voz superaba con creces a la combinación de una cotorra resfriada, Justin Bieber y Yoko Ono.

Desesperado, lloraba día y noche, hasta que en un momento de rabia lanzó todas sus cosas al piso. Lo último que quedaba una bolita de billar y de ella aparecieron dos seres raros. Ellos eran Bananín y Bananón, que, por cuestiones económicas, trabajaban ayudando a personas desesperadas. Eran una suerte de hadas madrinas de personas con tendencias suicidas. Alberto, al verlos, comenzó a cantar y bailar, pero su voz era tan espantosa que hizo que se desmayaran y éste pensó que los había matado, así que agarró una cajita de fósforos y los metió. Cuando estaba por enterrarlos, uno de ellos despertó, pero Alberto, despistado, dejó caer su tajador encima. Horrorizado, al querer arreglarlo, botó todo lo que estaba en su escritorio, incluyendo la cajita donde estaba Bananín, provocando que se vuelva a desmayar. Harto, Bananón empujó el tajador y le gritó: "Oye, cabeza de chorlito, ¿puedes dejar de ser tan torpe? ¡Estuviste a punto de matarnos más de una vez!". Alberto le respondió: "Qué te pasa oye, aborto de minion". Se vieron a los ojos y Alberto se disculpó. Bananón le perdonó y le preguntó qué deseaba. Alberto rápidamente contestó: "Una hamburguesa". Bananón se golpeó la frente (facepalm) y dijo para sí: "Por qué tu viejo no te botó de un pajazo... ¿Otra cosa?". Y Alberto le dijo: "Quiero tener una voz hermosa como... Como Frank Sinatra". Bananín y Bananón hicieron un "salseo del águila" mutuo y desaparecieron.

Alberto quedó confundido. Entonces decidió cantar. "Start spreading the news, I'm leaving today..." Se cubrió la boca. ¡Oh por Dios! ¡Qué voz! No se parecía en nada a Sinatra, pero era como una combinación no gay de Gary Barlow, Robbie Williams y Justin Timberlake. Intentó bailar y se sorprendió aún más. Tenía unos pasos de baile que solo un imitador de Axe Bahía de Mangomarca podría envidiar. Con la moral más alta que Wilmer Aguilar, salió en busca de una oportunidad, pero antes, haría alarde de su majestuosa voz con quienes no quisieron formar parte de su banda y cuando los encontró, les cantó "Libre soy" de Frozen. Ellos quedaron embelesados con su voz a tal punto que uno de ellos se volvió gay por él.

Luego, Alberto fue en busca de su ex, quien le terminó por su horrenda voz. "Qué dirá ahora" pensó. Llegó a casa de su ex y, en vez de tocar, le cantó una serenata chichera para que lo viera. Ella estaba a punto con su nuevo novio cuando le oyó cantar los éxitos de Chapulín el Dulce. Corrió hacia la puerta (después de ponerse ropa) y encontró a su ex que cantaba con una hermosa voz. Ella corrió a abrazarlo, pero Alberto la empujó, rió y le dijo: "Mira cómo da vueltas la vida, puedes seguir con lo que hacías", ya que la chica solo estaba con polo y falda.

Saliendo de allí fue en busca de un caza talentos para que escuchara su magnífica voz y haga que salte a la fama. Por eso fue a "La Voz" (canal 2), donde cantó "Israel, Israel" de Wendy Sulca con la Tigresa del Oriente. Voltearon Kalimba y Jerry Rivera. Él no eligió a Kalimba, no porque fuera negro, y se fue con Jerry. Pero luego decidió que los programas de canto eran basura y que Dave Grohl (Foo Fighters) tenía razón al decir que no era justo que alguien cantara desde el fondo de su corazón para que le digan que no era lo suficientemente bueno. Así que dejó el programa y viajó a New York, New York, sonde consiguió pequeñas presentaciones en bares bohemios llenos de ron y heroína.

Pero Bananín y Bananón no le habían dicho que su esplendorosa voz se iría después de dos meses. Cumplido aquel plazo, justo ese día, Alberto tenía una gran presentación en Broadway. Cuando empezó a cantar, todos los tímpanos de las personas sangraban, y otras jugaban "Charlie, Charlie" y a la ouija para que los espíritus lo poseyeran y se matara. Alguien llamó a la SWAT, pensando que era algún tipo ataque terrorista estilo "Counter Strike". Alberto se dio cuenta de que su "hermosa" voz había desaparecido. Llamó a Bananín y Bananón y ellos le dijeron que no podrían hacer nada.

Alberto regresó al Perú y se deprimió. Comió chancho al palo, cuy chactado, bofe sancochado e higadito frito. Luego, se fue a su casa a ver novelas mexicanas mientras comía helado en pote y lloraba su desgracia. Vio las noticias y vio que su cotorra había conseguido un contrato para hacer duetos con Skrillex y su licuadora loca. Pasó el tiempo y no podía ni carrear, porque hasta los micros de El Agustino lo abucheaban.

No todo termina bonito...

Créditos: Edgar, Guille, Whinney, Jose y Karol.

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