Capítulo 18

461 45 15
                                    

Ryu-jin se encontraba parada a la entrada de un pequeño pueblo, observando con desaliento el teléfono público que se erguía solitario en la calle desierta. Con un suspiro, se acercó y marcó el número de Young-tak. Sin embargo, solo escuchó el tono monótono de línea muerta. Intentó varias veces, pero el resultado fue el mismo: ningún sonido excepto el zumbido vacío del teléfono inoperativo.

—Para que ponen un teléfono si no sirve —lo dejó en su lugar mientras fruncia el ceño.

Estaba en la entrada de un pueblo bastante feo, se veía como si espantaran en aquel lugar. Ya sabía que definitivamente ahí no podría desarrollarse el drama, aunque bueno, su viaje no era específicamente por trabajo.

—Se daña todo el tiempo —la voz anciana a sus espaldas la asustó tanto que pegó un grito— lamento asustarte, hija —se disculpó la señora con pena.

—No se preocupe, solo me sorprendió —se sujetó el pecho unos segundos— ¿es normal que el teléfono no sirva o que la señal no dé?

—Ocurre todo el tiempo. Hay un muchacho que repara lo que sea en el pueblo, pero no quiero dejarte aquí sola ya que pronto va a oscurecer.

Oh ¿Realmente hay un pueblo por aquí?

—Ven conmigo, hija.

Un poco insegura siguió a la anciana.

—El muchacho que te dije llegó hace unos años, pensamos que venía de visita porque se veía muy elegante, pero se quedó para siempre acompañándonos. ¿Y tú eres casada?

—Sí. También tengo dos hijos pequeños.

—No es por ser chismosa, solo que me gusta saber quien llega a mi pueblo —se rió— pero te ves tan joven.

—Se lo agradezco.

—Yo también tengo hijos, cuatro. Todos viven en lugares diferentes con sus familias.

—¿Y usted se quedó aquí sola?

—Nunca dejaría mi pueblo, ni a los demás. Mis hijos siempre vienen a traerme cosas y a visitarme.

—Los ha criado muy bien entonces.

—Cría a tus hijos igual.

Llegaron al centro del pueblo, pintoresco hasta cierto punto, con una aparente salita de juntas a la que entraron que estaba en medio de todas las casas.

—Joven, joven —llamó la mayor— el teléfono de la entrada se dañó de nuevo.

El muchacho estaba de dándoles la espalda, de rodillas y casi metido en un tipo de cajón, arreglando algo.

—Sí no hubiera sido porque esta muchacha lo intentó usar, no lo habría notado —siguió hablando mientras el muchacho terminaba lo que hacía para prestarle la atención adecuada— la traje conmigo para que no se quedara sola en la entrada, pero su auto quedó allá. Debes arreglar pronto ese teléfono porque su celular no tiene señal.

El muchacho se levantó al terminar, se quitó unos guantes sucios y se giró lentamente, tanto Ryu-jin como él se quedaron pasmados. Sus miradas se encontraron en un instante de sorpresa y reconocimiento mutuo. Ryu-jin se quedó sin aliento al darse cuenta de que el hombre frente a ella era Shi-oh, y él la miró con una mezcla de asombro y confusión.

—Bueno, bueno, no me la mires mucho que está casada —se paró la señora frente a ella para ocultarla— ve a reparar el teléfono por favor, jovencito.

—Ya voy —habló por primera vez. Agarrando una cajita de herramientas y salió de ahí rápidamente.

—¡Espera! ve con ella.

𝗩𝗘𝗡𝗘𝗡𝗢 ||Strong Girl Nam Soon||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora