La vida de Gang Ryu-jin da un giro inesperado cuando su hermana Nam-soon desaparece. Obligada a asumir responsabilidades, Ryu-jin enfrenta desafíos para mantener la estabilidad en la vida de Nam-soon.
Sin embargo, su corazón se ve dividido cuando s...
Durante los últimos días, Ryu-jin había estado durmiendo en la habitación contigua al ring de boxeo, donde se escondía con Shi-oh.
Esa tarde, mientras el sol se escondía sin que se dieran cuenta, Ryu-jin permanecía acostada en la cama, con los ojos cerrados y sus brazos rodeando un peluche que Shi-oh le había regalado.
La puerta se abrió y Shi-oh fue a sentarse en la cama, pero ella aún perduraba con los ojos cerrados. Él tocó su pierna, transmitiendole ese frío tacto que le congeló las extremidades en segundos.
—Ryu-jin, necesito pedirte un favor.
Ella lo miró con curiosidad, preguntándose qué podría necesitar en ese momento: —Dime que tengo que hacer.
—Posar.
—¿Qué? —ladeo la cabeza confundida.
—Necesito tomarte unas fotos como si estuvieras secuestrada.
—¿Se las vas a mandar a mi mamá?
—No, a tu hermana.
Ryu-jin quedó atónita por un momento, ¿Qué tenía planeado Shi-oh ahora? pudo seguir maquinando en su cerebro, pero él la cargó entre sus brazos, llevándosela al auto y abandonando el escondite.
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—Bueno... supongo que puedo ayudarte —murmuró.
Sonriendo, Shi-oh la dejó sentada en una silla, ató sus pies y manos en esta, ella no hacía más que observarlo, sabía que si le preguntaba que tenia en mente, no se lo diría porque el objetivo de Shi-oh no era hacerle daño a ella sino a todos los de su entorno.
—Oh, oh, espera. No quiero que me pongas cinta en la boca, me dolerá cuando me la quite —lo observó preocupada, con un puchero pequeño en sus labios.
—Te daré todos los besos que quieras después —apretó sus mejillas— ¿está bien?
—¿Todos los que quiera?
—Sí, corazón.
Con miradas cargadas de anhelo, se acercaron lentamente el uno al otro, sintiendo la electricidad en el aire mientras sus labios se encontraban en un beso. Sin embargo, justo cuando el beso alcanzaba su punto máximo, Shi-oh se apartó ligeramente, su mirada llena de ira mientras sacaba la cinta adhesiva de su bolsillo.
—Solo será un momento.
La cinta fue pegada sobre su boca, la tiró a algún lugar y sacó su teléfono para fotografiarla.
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