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Estaba en una habitación blanca, rodeado totalmente por las paredes acolchadas del lugar. La atmósfera era estéril, casi inquietantemente silenciosa, salvo por el murmullo ocasional de algunas voces lejanas. Se encontraba sentado en una camilla, esperando, con las piernas cruzadas y las manos reposando en su regazo mientras jugaba distraídamente con su larga cola envolviéndola entre sus dedos. Intentaba mantener la calma, a pesar de que realmente estaba evidenciando su ansiedad.

La única iluminación que había provenía de una tenue luz en el techo, que emitía un brillo suave y constante, bañando el espacio en una tranquilidad artificial.

Esperaba al doctor encargado de monitorear su proceso de integración a la Guardería, el cual se aseguraba de que todo marchara según lo planeado y se desarrollara adecuadamente. Este doctor, tenía la tarea de evaluar cómo los experimentos, se acostumbraban a los rigores y la dinámica de la empresa, asegurándose que todos desempeñaran correctamente su papel.

La espera lo consumía brindándole una mezcla de expectación y nerviosismo. Secretamente, deseaba que el doctor nunca llegará al realmente no querer estar allí en primer lugar. Ansiaba volver a la Guardería lo más pronto posible, sintiéndose más seguro en ese entorno cálido y familiar que está le ofrecía.

Pero, al contrario, a sus deseos, él finalmente llegó.

Hola Theo, ¿cómo te encuentras este día? –La voz animada del Dr. Soya resonó por toda la habitación, anunciando su evidente llegada. Había cerrado la puerta tras de sí apenas entro completamente en la habitación– ¿Listo para empezar?

Se dirigió a paso calmado hacia él sentándose en una silla que estaba justo en frente a la camilla en la que Catnap se encontraba reposando. Empezó a revisar las hojas que estaban sobre su portapapeles lo que abrió paso a que la sesión continuará con normalidad y de forma rutinaria.

El Dr. Soya procedió con el protocolo habitual, haciéndole las mismas preguntas de siempre, asegurándose de que todo estuviera en orden y de que Catnap haya estado acatando adecuadamente los rigores de la Guardería.

A pesar de su presencia, Catnap parecía distante, respondiendo a las preguntas del doctor con desinterés. Su mente vagaba lejos de la estéril habitación blanca y las consultas predecibles. No prestaba verdadera atención a lo que se le preguntaba, su ansiedad por volver a la Guardería eclipsaba su capacidad para enfocarse en el presente.

Todo ocurrió con normalidad, hasta que de repente una pregunta captó su total atención, sacándolo por completo de su ensoñamiento.

¿Te culpas a ti mismo? –La voz del Doctor resonó junto con una fuerte estática que lo aturdió. Pudo percibir cómo el ambiente se hacía cada vez más tenso a su alrededor, generándole una inquietud que lo perturbó.

¿Qué? –Soltó la pregunta como un jadeo, apenas pudiendo pronunciar la palabra ante el agobiante ambiente.

Bueno, es bastante común en este tipo de situaciones sentir una especie de culpa. –La estática de su monótona voz aumentaba con cada palabra que pronunciaba, sofocando sus sensibles oídos. La única luz del lugar lo apuntaba, intensificando más su brillo sobre él, dificultándole ver bien al doctor al estar sumido en la oscuridad.

¿Qué...? ... ¿Qué situación? –Preguntó en un hilo de voz confundido, sintiéndose extrañamente recriminado. Trataba de mantener sus ojos abiertos para mirarlo, pero la intensa luz que lo apuntaba se lo dificultaba.

La masacre. –La figura del doctor apareció repentinamente en la oscuridad, irguiéndose por encima de él, asustándolo. Su aspecto había cambiado drásticamente; tenía dos profundas cuencas vacías en lugar de ojos, una enorme y retorcida sonrisa desgarraba su rostro, y su cuello estaba doblado de una forma inhumana.

☽ Desconexión ☽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora