•⊰ ⋆ 01 ⋆ ⊱•

756 60 25
                                    

•───⊰ ⋆ ☀️ ⋆ ⊱───•

Sentía un dolor indescriptible, uno que ni en sus peores pesadillas habría imaginado experimentar. Era tan profundo y desgarrador.

Intentó forcejear y retorcerse de forma brusca, en un intento desesperado de ahuyentar a esos seres.

Pero a pesar de sus gritos y súplicas, aquellas pequeñas criaturas hacían oídos sordos a sus lamentos. Entrando y escabulléndose bajo su piel sin ningún tipo de pudor o arrepentimiento, sintiendo como lo desgarraban por dentro, dejándolo atónito.

Lárgate. ¡Corre! –Fue lo último que le pudo decirle al hombre antes de perder su voz por el agonizante dolor, siendo lo único que salía de su boca sus espeluznantes gritos.

Ejerciendo una fuerza abismal pudo liberarse de las ataduras que lo habían mantenido preso por bastante tiempo. Empezó a moverse y arrastrarse involuntariamente, perdiendo así también el control de su propio cuerpo.

Pudo ver como aquella persona, a la que antes había llamado Ángel; a la que le había derramado sus últimas esperanzas de acabar con toda esta locura, mirarlo con sumo horror. Aquel exempleado, presa del pánico, empezó a correr lejos de él al comprender la situación frente a sus ojos.

Dogday, privado de sus movimientos y acciones, empezó a ir tras de él, persiguiéndolo a través del hueco que se había abierto al romperse las tablas de madera; que el mismo empleado partió, en un intento de huida. La persecución era tensa, más teniendo en cuenta lo reducido que era el espacio dentro de esos túneles, los cuales antes eran testigos de los constantes juegos y travesuras de los niños que habitaban en ese lúgubre lugar con antaño.

Dentro de aquel sofocante laberinto, pequeños peluches sedientos de sangre empezaron a contribuir en la persecución, apareciendo repentinamente por ciertos caminos para atrapar a la persona que había tenido la osadía de irrumpir en aquel lugar, bloqueando potenciales zonas de escape con sus simples presencias.

Hubo un momento en el que Dogday perdió de vista al sujeto, lo que mentalmente lo alegro, pero su cuerpo reacio a perder a su presa siguió moviéndose a través de los túneles hasta finalmente llegar a una sala llena de juegos de niños, encontrándose nuevamente con el antiguo trabajador.

Con desesperación, se movió aún más rápido que antes, a lo que Dogday, aún queriendo evitar atraparlo y recuperar el control de su cuerpo, empezó a enterrar sus dedos en el acolchado piso en un intento de frenar sus movimientos.

Finalmente, el empleado pudo escapar, saltando con la ayuda de su Grabpack hacia un ascensor, cerrándose la puerta metálica apenas estuvo del otro lado. Dogday inevitablemente se chocó con la puerta que se había cerrado prácticamente en su cara.

Un pensamiento de alivio cruzó por la mente del canino, cuando vio que el Ángel había escapado exitosamente de sus garras. Pero aquel pensamiento fue ahogado por un inmenso dolor.

Dogday empezó a retorcerse, sintiendo una sensación desgarradora en sus entrañas. Los pequeños peluches que había usado su cuerpo estaban enojados porque la marioneta que habían tomado no les sirvió para capturar al antiguo trabajador. Enfurecidos, se propusieron a lastimarlo aún más, decididos a acabar con la vida del Sol.

Su vista se hacía cada vez más borrosa a tal punto de empezar a oscurecerse y perdiendo casi su conocimiento, pero no sin antes escuchar a alguien gritar.

¿¡Quieres apurarte!? –Alzó la voz en total desesperación, teniendo algunos rasgos de enojo en su tono– ¡Ahuyenta a esas cosas antes de que lo maten!

☽ Desconexión ☽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora