Capítulo Treinta y nueve: Entre telas y encaje

1.6K 165 5
                                    

≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪

Nadia

Caminaba de un lado a otro con un par de bolsas en la mano y con una Sarah eufórica a mi lado. Desde que le dije que se haría la fiesta navideña, no tardó en demostrar su emoción y su entusiasmo, y aún menos cuando le comenté que tal vez podría pasar un tiempo a solas con Leonardo.

Había pasado casi una semana desde que Matt me llamó para confirmar que todo estaba listo y que las invitaciones ya habían sido mandadas, Sarah aprovechó esa oportunidad para llevarnos a Gargi y a mí de compras con la excusa de que debíamos estar presentables para la fiesta y para las fiestas próximas. Pero ese no era su verdadero objetivo, este fue desvelado cuando paramos en una tienda de ropa interior.

—Este lugar es perfecto —Sarah se detuvo justo en la entrada y admiró el interior de la tienda.

—Y… ¿qué hacemos aquí? —preguntó Gargi. Noté que estaba avergonzada, evitaba mirar hacia la tienda desviado su mirada.

—¿No es obvio? —Sarah la reprendió con la mirada, después volteó a mirarme y me sonrió—. Buscaremos conjuntos muy lindos y más si hay un encuentro tan… íntimo.

—Yo… yo no quiero entrar —Gargi hablo de inmediato y dio un paso atrás—. Me siento incomoda y preferiría esperarlas aquí afuera.

—Oh, vamos. No seas así —la tomó del brazo—. Tenemos qué…

—No la presiones, Sarah —me acerqué a ellas y tomé a Gargi del hombro—. Sí ella no se siente bien entrando a la tienda, entonces no debemos obligarla.

Gargi me miró agradecida, después se volvió a Sarah y esta suspiro resignada.

—Muy bien —soltó su brazo y dio un paso atrás alejándose de Gargi—. Entonces solo vamos Nadia y yo. No tardaremos.

Gargi asintió y se volvió en dirección a una banca que estaba de lado contrario a la tienda.

Sarah no espero más y se aferró a mi brazo para llevarme a rastras dentro de la tienda.

La tienda tenía paredes blancas con decoración de plantas sintéticas, algunas telas el color beige y rosa pasteles, un sin fin de mostradores con maniquíes blancos que tenían puestos conjuntos muy bien combinados con batas, zapatos o incluso collares de perlas, rubíes y otras, claramente imitaciones.

Había percheros con hileras de brasieres, bragas y conjuntos; algunos caros y otros en oferta.

Mis ojos iban de uno a otro y no sabía si escoger algo o salir de inmediato.

—Tú necesitas algo especial, si o si —dijo Sarah mientras seguía abrazada a mi brazo.

—No, no creo —dije apenas.

—Si, si lo crees y yo también —dejó salir un jadeo y soltó mi brazo para dirigirse a toda prisa a uno de los maniquíes de la tienda—. Este es perfecto.

Cuando me acerque, mostraba un conjunto rojo intenso con medias negras y ligueros del mismo color que el conjunto. No quería decírselo, pero el conjunto me parecía muy… feo. No me gustaba y no me imaginaba con algo así puesto.

Sarah se dio cuenta de mi disgusto y se alejó buscando más opciones.

Al recorrer la tienda por unos instantes ambas paramos frente a dos maniquíes con dos conjuntos completamente opuestos. El de la izquierda era completamente blanco, la tela traslúcida y tanto en la zona del pecho como los laterales, tenían una clase de cadenita dorada con pequeñas piedras parecidas a diamantes diminutos; también tenía medias a la mitad del muslo que iban unidas a encaje que simulaban ser ligeros. Por otra parte, estaba el conjunto de la derecha, era de encaje negro por completo, no llevaba medias, pero si unas cadenas plateadas que simulaban un liguero que cruzaba parte del abdomen y en el pecho iba un arnés hecho con las mismas cadenas.

Mi Doctor Favorito | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora