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Nadia
Estaba loca por lo que iba a hacer, solo era un café y eso no era malo, pero ¿por qué sentía como si fuera algo ilegal?
No tenía respuestas, solo miedo y emoción, el corazón no me dejaba de latir tan fuerte y rápido desde ese encuentro del pasillo. Tal vez solo fue un acercamiento por accidente, pero ¿salir a tomar un café y con un doctor que es a la vez mi profesor?, eso era adrenalina pura; si lo pensaba bien, nos podríamos meter en un problema por un malentendido.Mi celular vibra con mensajes insistentes de Sarah, con un: ¿dónde estás?, y un ¿te encuentras bien?, también con un ¿llamó a la policía?
¿Cómo podría responderle sin que armara un escándalo en medio del salón?
No la conozco lo suficiente aún, pero si lo necesario como para saber que ella era capaz de gritar por la emoción. Terminé respondiéndole a sus mensajes con un “estoy bien” y “te cuento todo más tarde”.
No recibí ningún mensaje por su parte, al menos no al instante, pero ya me hacia a la idea del interrogatorio que me haría.Guardé mi celular en el bolsillo de mi chamarra, y junte las manos poniéndolas sobre la mesa de madera oscura. Ya estaba en la pequeña cafetería a la que Leonardo me había traído; en el interior no hacia nada de frío, olía al dulce olor de café y a la canela de los roles que había en la vitrina del mostrador. Leonardo se encontraba pidiendo nuestra orden y las miradas curiosas no se hicieron esperar; las pocas mujeres que había en el local, centraron su atención en mi apuesto acompañante, y yo, me sentía un tanto celosa por sus miradas. No era una sorpresa que Leonardo atrajera tanta atención y tensión en las personas.
Pocos minutos después, Leonardo regresaba a la mesa donde me encontraba con nuestras órdenes, acompañado de uno de los trabajadores que traiga consigo unos platos con dos roles de canela y una rebanada de chocolate.
—Muchas gracias. —dijo Leonardo en dirección al chico.
—No hay de qué, señor. Cualquier cosa, estamos a sus ordenes. —nos sonrió a ambos y regresó a su puesto.
El olor de los roles y el café me embriagaron, haciéndome suspirar por lo agradable de los aromas.
—Traje el café que me pediste, pero dado que aún es un poco temprano y hace frío —acercó uno de los roles de canela a mí—, un rol es un muy buen acompañamiento.
—No era necesario. —reclamé apenada.
—Para nada, yo te invite —le dio un sorbo a su café y suspiro—. Este lugar sabe hacer un muy buen café.
Dio otro sorbo y limpio las pequeñas gotas que habían quedado sobre su bigote. Después volteó a verme e insistió con la mirada a que probara el café que yo había pedido: un capuccino de vainilla con avellanas. Antes de dar el primer sorbo, sople con delicadeza para evitar salpicar con la espuma blanca decorada con canela, cuando creí conveniente le di el sorbo y el sabor hizo bailar a mis papilas gustativas, calentando no solo mi boca, si no, también mi pecho.
—Dios —suspire—. ¡Que bien sabe!
—Sabía que te iba a gustar —me sonrió—. ¿Probamos el rol?
Asentí, pero inmediatamente me arrepentí. Era un tanto especial al comer en público, cuando lo hago con alguien que llevo tiempo conociendo, no me causaba nada de incomodidad, pero si era alguien a quién apenas estaba conociendo, me comportaba raro y siempre cubría mi boca con mi mano o una servilleta.
Vi a Leonardo darle una mordida a su rol y antes de que él volteara a verme, le di un muy pequeño bocado para evitar que mis mejillas se inflaran y me impidieran hablar.
Era una combinación tan increíble de sabores, el pan no sólo tenía canela, el azúcar glass estaba húmeda dándole esa textura dulce y jugosa y tenía pedazos de nuez en su estructura. Todos los elementos que había en el lugar más la compañía del hombre a mi lado, habian hecho del lugar mi favorito.
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Mi Doctor Favorito | ✔
RomanceAnsiosa, reservada, algo antisocial pero a la vez tan extrovertida con las personas de confianza, seria, nerviosa; estas y otras características más son con las que describen a Nadia Rodriguez las personas que la conocen. Ella, una chica de aproxima...