⚠️ ADVERTENCIA ⚠️
Este capítulo tiene contenido sexual y es bajo su propio riesgo el continuar leyéndolo. De no ser de su agrado, pido que dejen de leerlo o saltarse el capítulo.
Se sugiere discreción.
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Nadia
Leonardo me tenía rodeada por sus brazos, pegándome más a él mientras me besaba. Ese beso estaba lleno de desesperación, amor y una lujuria que mi cuerpo no pudo evitar responder. Lo necesitaba y rogaba porque no me soltara, pero fue imposible, ya que debíamos respirar.
—Yo… yo… —intentaba hablar, pero mi mente estaba en blanco por el beso, el calor y la falta de aire.
—Sí… sí… —Leonardo asentía con la cabeza y estaba a punto de besarme de nuevo, pero algo lo distrajo—. ¡Mierda! —maldijo en voz baja, mirando a los lados.
Su mano se posó en la perilla de una puerta cercana y nos llevó al interior de un salón. Me pidió que mantuviera silencio mientras se aseguraba de que no hubiera nadie. Abrió lentamente la puerta y asomó la cabeza con cuidado, suspiró aliviado y volvió a entrar, cerrando la puerta tras de sí.
Después de cerrar la puerta, me miró y me tomó rápidamente de la cintura. Esta vez, me besó con desesperación y pasión, empujándome hasta acorralarme contra el escritorio. Con más fuerza sobre mi cintura, me hizo quedar sentada sobre el mueble, metiéndose entre mis piernas.
Continuó besándome, recorriendo mi cuerpo con sus grandes manos, apretando ciertas zonas y acariciando otras por encima de la ropa. Su boca no solo se concentraba en la mía; también bajaba a mi cuello y clavículas, dejando un camino de besos húmedos que erizaban mi piel.
En mi mente, agradecía una y otra vez por volver a sentir los besos de Leonardo sobre mí y por haber llevado falda ese día. No lo había planeado, ni se me había pasado por la cabeza que algo así pudiera ocurrir.
Leonardo se mantenía entre mis piernas, rozando su bulto contra mi entrepierna. Los jadeos eran acallados por los besos o por morderme el labio inferior. No había palabras, ni una sola oración que interrumpiera ese momento ni las acciones que nuestros cuerpos llevaban a cabo.
Una de sus manos fue bajando por mi espalda, recorriendo cada centímetro hasta llegar a mi cadera y pasar directamente a uno de mis muslos. Estaba deseosa de sentir su toque sobre mi piel, por las sensaciones que sus manos podrían hacerme sentir. Mis deseos fueron escuchados cuando Leonardo metió su mano por debajo de mi falda, tocando la piel de mis muslos con la yema de sus dedos hasta quedar justo encima de mi braga. Sentía cómo dos de sus dedos frotaban mi entrada, provocándome liberar gemidos silenciados por sus besos y que mi espalda se arqueara.
Sin apartar su mirada, su mano hizo a un lado mi braga para comenzar a tocar mi feminidad húmeda, introduciendo primero un dedo y luego dos, mientras yo me aferraba con fuerza a sus hombros. Quería gemir tan alto para demostrarle el placer que me estaba haciendo sentir con sus manos, pero si lo hacía, podrían descubrirnos y eso aumentaba mi excitación.
El placer en mi cuerpo iba en aumento cada vez que introducía y sacaba sus dedos de mi interior, haciendo círculos y estimulando mi clítoris a la vez mientras mordía la piel de mi cuello. No quería esperar más, no podía esperar más, necesitaba sentirlo a él muy dentro de mí; sentir su calor, escuchar sus jadeos y gemidos que no hacían más que excitarme.
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Mi Doctor Favorito | ✔
RomanceAnsiosa, reservada, algo antisocial pero a la vez tan extrovertida con las personas de confianza, seria, nerviosa; estas y otras características más son con las que describen a Nadia Rodriguez las personas que la conocen. Ella, una chica de aproxima...