Capítulo Treinta y uno: Manipulación

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Leonardo

Podría decir que la noche era el momento en donde más ansioso me podía poner. El silencio no me molestaba, pero si los recuerdos que podía generar en mi mente, era como si pudiera escucharlos y no me dejaran conciliar el sueño en ningún momento.

Eran las cuatro de la mañana y había recibido un mensaje de Nadia, ya se encontraba por abordar el avión del vuelvo a México y que avisaría cuando aterrizara el avión.

No me preocupaba en absoluto que estuviéramos lejos, quería que se divirtiera y que olvidara un poco el estrés de Nueva York, al menos ella podría estar lejos del caos.

Daba vueltas sobre la cama intentando dormir, pero el colchón se había vuelto tan duro como una roca; terminé por rendirme y me levante de la cama. Suspire con fuerza y restregué las manos en mi rostro, rasqué mi nuca y me puse de pie caminando en dirección al closet. Si no iba a dormir, aprovecharía el tiempo para hacer algo productivo y calmar la ansiedad.

Busqué en el closet unos pantalones deportivos grises que tenía y tomé una playera negra, además, tomé una sudadera negra con capucha y un chaleco negro rompevientos; estaría abrigado y no moriría en el intento por el frío que estaba haciendo.

Con los audífonos puestos y las llaves de mi departamento guardadas en una de las bolsas, salí de mi departamento directo al ascensor, al llegar a la planta baja le correspondí el saludo a Harry (el portero), dejándolo sólo en la recepción y comenzar a correr por toda la acera.

A pesar de tener la música puesta a un nivel alto y sintiendo mi respiración, mi cabeza tenía demasiado ruido y me dolía.

Paré un momento y me apoyé contra un árbol, respiraba lentamente para regularizar el aire que entraba a mis pulmones y controlar los latidos de ni corazón.

Después de un rato descansando, continúe corriendo hasta llegar a un parque y descansar una vez más sobre una banca. Miraba al cielo seminublado, ya estaba amaneciendo, pero el sol era opacado por todas las nubes. El aire era un tanto frío, pero lo percibía tan leve por el calor en mi rostro después de haber corrido durante todo este tiempo.

Segundos después y antes de que sintiera la necesidad de correr más, mi celular comenzó a sonar, era una llama de Siena.

—¿Qué necesitas? —respondí tajante.

—Es muy temprano para estar de amargado —respondió indignada. No podía ver su rostro, pero estaba seguro de que estaría exagerando su expresión.

—Veo que no necesitas nada, entonces colgare —estaba a punto de terminar la llamada, pero Siena comenzó a hablar rápidamente.

—No, no, no, no. Ni te atrevas a colgar —ahora se escuchaba molesta—. Tú y yo tenemos muchos asuntos qur arreglar y más esta tarde.

—¿De qué estás hablando? —fruncí el ceño ya un tanto molesto.

—Tus padres nos invitaron a comer en su casa. Llevas siglos sin ir a visitarlos y sin responder sus llamadas —como siempre, exageraba todo con sus palabras—. Les hice una llamada hace unos cuantos días y aprovecharon la llamada, y claro, yo acepte.

—Bueno, qué te vaya muy bien en esa comida —nuevamente iba a colgar y ella insistió.

—Recuerda la demanda, Leonardo. Te puedo acusar de adulterio en el divorcio, y bueno, ya conoces el resto de la historia —pude visualizar esa sonrisa malévola que siempre le salía cuando conseguía lo qur quería.

Mi Doctor Favorito | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora