Capítulo Extra: En la Salud y en la Enfermedad

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Nadia

Un par de meses después de la boda de mi prima, Leonardo y yo continuábamos felices en nuestra relación. Con sus altibajos, siempre buscábamos la manera de resolver nuestros problemas, fortaleciéndonos día a día. Descubrimos que la clave estaba en comunicarnos, en escucharnos y apoyarnos, sin importar si las dificultades eran grandes o pequeñas. A veces surgían malentendidos insignificantes; otras veces, diferencias de opiniones que parecían insalvables. Pero, con paciencia y amor, siempre hallábamos el camino de regreso. Cada obstáculo se volvía una prueba superada, reafirmando nuestro compromiso. Después de cada sonrisa y cada abrazo tras una discusión, recordábamos que, pase lo que pase, siempre elegimos estar juntos.

Un domingo por la mañana, paseábamos por Central Park. El aire fresco hacía bailar las hojas de los árboles mientras veíamos a la gente ir y venir. Algunos corrían, otros paseaban a sus perros, y varias parejas pasaban tomadas de la mano, disfrutando el día. Aunque el bullicio de la ciudad se sentía a lo lejos, entre Leo y yo parecía formarse una burbuja de tranquilidad.

—¿Te has dado cuenta de cuántas parejas hay hoy? Es bonito verlos disfrutar de un día tan tranquilo —comentó Leonardo, observando a su alrededor.

—Sí, es verdad. Aunque después de la boda de mi prima, creo que necesito un descanso de todo eso —respondí con una leve risa.

Leonardo sonrió y me miró de reojo, como si midiera sus palabras antes de hablar.

—Fue una bonita boda… Pero, ¿no te hace pensar en cómo sería la nuestra? Algo pequeño, quizás en un jardín, con nuestras familias y amigos cercanos —mencionó con un tono suave.

Lo miré sorprendida, mi corazón dio un vuelco.

—¿Una boda? —repetí, casi sin pensarlo—. ¿Tú y yo? —añadí, sintiendo el nerviosismo en mis palabras.

Leonardo soltó una pequeña risa, pero vi seriedad en su mirada.

—No lo digo como una propuesta formal… aún —suspiró—. Solo me lo he estado preguntando. Nos llevamos bien, superamos todo juntos. No suena tan descabellado, ¿no?

Me mordí el labio mientras mi mente corría en todas direcciones y el miedo comenzaba a apoderarse de mí.

—Leonardo, yo… no sé —suspiré—. El matrimonio es un gran paso, y no estoy segura de estar lista para eso —respondí, tratando de mantener la calma.

Él asintió, sonriendo con comprensión.

—Lo entiendo. No quiero presionarte. Es solo… algo en lo que pensar, nada más.

El silencio que siguió fue incómodo, y sus palabras quedaron flotando en el aire como una promesa suave y no dicha. Aunque había pensado varias veces en casarme, una parte de mí tenía miedo. Desde que Leonardo me contó sobre su relación con Siena y cómo ella los trataba a él y a su hija, no imaginé que volviera a pensar en el matrimonio. No es malo que quiera retomar su vida y formar una familia, pero yo no estaba segura de estar lista para ello.

Siempre tuve la idea de casarme, pero después de lo que viví con Marco, ya no me parecía tan atractiva. No era el matrimonio en sí lo que me asustaba, sino el temor al divorcio. Leonardo ya había pasado por eso; tuvo un matrimonio, una hija y luego se divorció. Sé que equivocarse no es malo, pero me aterraba pensar en casarme con Leonardo y que termináramos separados por mi culpa. Estaba enamorada de él, pero no quería salir lastimada ni que él llegara a odiarme o yo a él. Mis padres me mostraron que un matrimonio puede salir bien, ser compañeros de vida y amigos, aunque haya problemas que resolver.

Mi Doctor Favorito | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora