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Lo despertó el sonido de un celular, haciéndolo saltar en la cama al tiempo que observaba la habitación con los ojos muy abiertos. No mucha de la luz de madrugada entraba por las cortinas cerradas, pero sí el inconfundible olor del café desde la cocina.

Con el sentido común opacado por el tono de alarma, se movió con pesadez, atontado por el sueño interrumpido, hasta descubrir de dónde provenía el sonido. Del teléfono de Changkyun.

-Lo siento - lo escuchó decir desde la puerta -. olvidé apagar la alarma.

Lo vio cruzar al interior de la habitación con nada más que un par de bóxers negros y unas tenazas de cocina en la mano izquierda. Apagó el sonido con un par de toques a la pantalla.

-¿Te gustan los dumplings? Acabo de sacar la primera ronda.

Jooheon parpadeó un par de veces antes de frotarse los ojos.

-¿Qué hora es?

-Cinco y treinta de la mañana.

Lo vio fruncir el ceño.

-Te gusta madrugar.

-Paso más tiempo despierto que dormido.

-Si no te costó levantarte de la cama después de lo de anoche, entonces no hice un buen trabajo.

Changkyun se echó a reír. Se sentó en la cama y fue acercándose hasta él para dejarle un beso en los labios.

- Me quedaría en cama para recuperar las energías, pero debo ir a trabajar. Es lo que la clase trabajadora hace -le volvió a dejar otro beso antes de levantarse de la cama-. Te espero en la cocina para desayunar.

Lo encontró de espaldas a él diez minutos más tarde.

Tenía todavía las tenazas en mano mientras servía en los dos platos el desayuno que había preparado.

Parte de la mesa ya estaba montada, faltando tan solo la comida.

-¿Necesitas que te ayude en algo? - le preguntó.

El lo miró por encima del hombro.

-No, ya terminé. Me faltaba solo el ramen.

Chang lo sintió aproximarse. Todo su cuerpo se sacudió con el calor que irradiaba la piel desnuda de su pecho, golpeando la espalda de el. Contuvo el aliento cuando le sintió la mano en la cintura, pegándolo a él. Le respiró en el cuello al tiempo que jadeó cuando inició el recorrido con los dientes por su sensible tez. Decidido a expandir el terreno, llevó ambas manos hasta sus bíceps. Su boca seguía trazando caminos por los hombros hasta la oreja. Le temblaron las manos, y a la distancia escuchó el ruido de las tenazas caer al suelo. Dio suaves mordidas a su lóbulo, mientras la lengua calmaba los pinchazos del dolor, convirtiéndolos en látigos de placer.

-No te he dado los buenos días - le susurró, pausadamente-. Así que buenos días.

Se le separó, dejándolo tambaleante y sin aliento.

Changkyun tuvo que sostenerse de la estufa apagada para no desparramarse en el suelo mientras tomaba las tenazas y las lanzaba al fregadero.

-Mm, sí, muy buenos.

Lo vio tomar los platos ya servidos y colocarlos en la mesa, de modo que Chang no tuvo nada más que hacer que sentarse en el asiento y comenzar a comer. Dio un par de mordidas a los Dumplings antes de fijarse que Jooheon escribía un mensaje en un teléfono que no le había visto antes.

-¿Lo cambiaste? - curioseó.

El levantó la mirada de la pantalla, sonriéndole un poco.

-Perdí un teléfono anoche, ¿lo olvidas? Iba a necesitar otro. Ya venía con otro por si acaso -detuvo su atención nuevamente en la pantalla -. Estoy pidiendo algo de ropa a mi asistente.

El Hijo del presidente - JookyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora