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—¿No has recibido respuesta del Consejo?

Jooheon parecía inquieto ese día, pensó el presidente mientras despegaba por séptima vez en una hora la vista del periódico. Tuvo cuatro días antes la reunión con el Consejo, que no acabó muy bien. Dejaron evidenciado su descontento con el comportamiento que su hijo había presentado los últimos años, pero que, aun así, no podían impedir que la elección prosiguiera, salvo porque él como presidente deseara lo contrario.

Tenía puesta una gran esperanza en el joven I.M. Changkyun como testigo, que acabó derrumbándose con la negativa de su hijo. Por momentos quería moler a golpes a esa cabeza hueca.

-Continúan deliberando la situación —volvió a su lectura.

El silencio duró lo que le tomó hacer tres respiraciones.

-No lo aceptarán - dijo Jooheon -. La única parte de mí que lo lamenta es aquella que es tu hijo.

El presidente sonrió divertido.

-Cada parte de ti es mi hijo, Jooheon. No puedo tenerte por pedazos, ¿o sí?

-¿Yo qué sé?

-Pareces malhumorado.

-¿Por qué habría de estar malhumorado? Es una excelente mañana.

Apenas lo comprendió, el presidente sonrió sin apartar sus ojos de la nota periodística.

- I.M. Changkyun no ha llegado.

Jooheon soltó un bufido.

-¿Crees que mi malhumor se debe a que son casi las diez de la mañana y aún no ha llegado? — se levantó de golpe de la silla -. Creo que iré a nadar un poco.

-¿Me lo dices con el propósito de avisarme o para contarle al joven I.M donde encontrarte cuando llegue?

Le obsequió una mirada ceñida antes de salir.

Changkyun se reprendió por tercera vez apenas comenzó a bajar por las largas escaleras. Cerró las manos en puños y respiró profundo para intentar calmarse. Se sentía un poco mareado desde anoche, con algunas nauseas. El frio le calaba hasta los huesos. Supuso que se debía al haber dejado la ventana a medio abrir por error. Lo distrajo la llamada con Jooheon. Ya rendido ante el sueño, no supo que quedó abierta hasta la mañana. Temblaba de frío y sus dedos, así como la nariz, estaban rojos. Lo alivió el baño de agua caliente.

Le duró la calma hasta que estuvo frente al edificio.

- Hazlo ya, cobarde -murmuró para sí mismo.

¿Por qué se le hacía tan difícil aquello? Subir las escaleras, colarse en una reunión del Consejo, interceder por el presidente y por su hijo. Podrían arrestarlo, por supuesto. Por suerte, si es que aún existía, tenía inmunidad, gracias a su estado diplomático.

¿Y qué iba a decir con exactitud de poder entrar? Planeó las palabras correctas durante toda la noche. Quería asegurarse de no empeorar las cosas con su intromisión. Un par de ensayos en voz alta no le parecieron suficientes.

Respiró profundo y comenzó a subir las escaleras hacia el imponente edificio. El primer obstáculo se encontraba justo delante de el: seguridad.

Un hombre alto, tanto que le recordó a una montaña, frenó su andar con un solo movimiento.

-Identificación, señor - la voz gruesa le erizó el vello.

-¿La de conducir? — bromeó, pero los ojos del guardia no parecían divertidos.

-Sin identificación no puedo permitirle la entrada, señor.

-Apuesto a que no le interesa —lo señaló antes de continuar -. Sé que está haciendo su trabajo, pero necesito hablar con el Primer Ministro. Vengo de parte del presidente Lee Hwang...

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⏰ Última actualización: Jun 12 ⏰

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El Hijo del presidente - JookyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora