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-Lee Jooheon cuando dejarás de darme dolores de cabeza? En lugar de revolcarte con cada mujer que te encuentras deberías enfocarte en tu campaña!

Jooheon lo observó fijamente. Su padre se notaba cansado, tenía el ceño fruncido estaba harto de discutir siempre por lo mismo. Pero el también estaba harto. Harto de que su padre le dijera lo que debía hacer, tenía 30 años ya era lo suficientemente mayor para que lo reprendiera ¿Qué ganaba con eso?

- Por favor padre, hace unos días no pensabas eso - contesto Jooheon aburrido pasándose los dedos por el cabello.

El señor Lee se pasó los dedos por el rostro a modo de frustración, su hijo era tan testarudo como el, no le gustaba perder.

- Hace unos días no te vieron entrar a un hotel de la mano con un hombre.

- El hotel le pertenece al hermano de tu secretario.

- Acaso eres estúpido hijo? - gritó su padre enfurecido - hay fotos de ti con ese hombre por todo Corea, incluso los medios internacionales están hablando del hijo promiscuo del Presidente.

Jooheon sonrió falsamente.

- Vamos padre no existe la publicidad mala.

El señor Lee apretó la mandíbula y fulminó a su hijo con la mirada.

- Piensas que estoy Jugando Lee? Esté chistecito no solo te afecta a ti torpe.

- Y que es lo que le molesta señor Presidente?
- se paró frente a su padre amenazante - ¿Qué está vez no fue una urgía con mujeres? ¿Qué era un hombre? Vamos padre no seas doble moral.

-Doble moral, por el amor de dios tienes 30 años Jooheon, no estaré siempre aquí para resolver tus escándalos.

El señor Lee se dejo caer en la silla presidencial girándola para ver por el gran ventanal de su oficina. Llevaba meses luchando con problemas del corazón, había servido con diligencia a su país, siendo un presidente ejemplar. Tenía años luchando por limpiar el nombre de su rebelde hijo, trabajando por darle un puesto de renombre en la política.

En verdad esperaba que Jooheon algún día lo entendiera y madurara. Pero aún así se culpaba por haberle dado todo a manos llenas, el pequeño Lee nunca escuchó un no por respuesta, simples deseos de un niño, se convirtieron en caprichos, hasta convertirse en el hombre sin escrúpulos que podía hacer lo que quisiese sin medir las consecuencias porqué sabía que su padre siempre estaría para limpiar su desastre. La madre de Jooheon falleció cuando el apenas había cumplido 7 años, desde entonces su padre lo mimó tratando de llenar el vacío.

El señor Lee rogaba por que no fuera tarde para enderezar la vida turbulenta de su hijo.

- Joohoney, recuerdas que así te llamaba tú madre?

Jooheon lo miró con atención sintiendo un sabor agridulce en su boca.

- Se que la extrañas hijo, para mí tampoco a sido fácil.

- Padre - dijo frunciendo el entre cejo - te casaste apenas entre a la secundaria.

- La edad suficiente para entenderlo y en mi defensa estuviste de acuerdo.

- Yeojoo siempre fue buena conmigo, de verdad llegue a quererla como mi segunda madre y soy feliz de que encontraras una mujer tan buena como ella, pero no entiendo a donde quieres llegar con esto?

- Jooheon, siempre te di todo, no recuerdo la última vez que recibiste un no como respuesta, incluso cuando tu madre falto me hice cargo de ti, pero ya es hora de que madures hijo.

- El dinero, el alcohol y el sexo me han ayudado te lo prometo.

- No, eso solo empeoró todo, te destruí cumpliendo cada maldito deseo, ahora no se que hacer para remediarlo, fui consiente de ello demasiado tarde.

El Hijo del presidente - JookyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora