Sangre real, destinos entrelazados

Capitulo 19: El Juicio de Damian

La sala del trono estaba envuelta en un silencio tenso mientras Damian se acercaba al lado de su madre, Thalia, quien estaba en medio de una conversación con el rey. El ambiente estaba cargado de una atmósfera pesada, impregnada de intrigas y secretos que flotaban entre los presentes.

Thalia miró a su hijo con una expresión de complicidad antes de dirigir su atención al rey, su rostro inescrutable ocultando cualquier rastro de preocupación que pudiera sentir.

-Mi querido rey, entiendo sus inquietudes, pero permítame asegurarle que tanto Selina como yo consumimos exactamente las mismas cosas durante nuestra última reunión. Si no le ha causado daño a mí, no veo por qué debería ser motivo para sospechar de mí- declaró Thalia con voz suave pero firme, tejiendo una red de mentiras con habilidad.

El rey frunció el ceño, claramente escéptico ante las palabras de Thalia.

-¿Estás seguro de que no hay nada de qué preocuparse? No puedo permitir ningún riesgo para la seguridad de nuestra dinastía -respondió el rey, su tono autoritario dejando en claro que no aceptaría ninguna excusa.

Thalia mantuvo su compostura, sin vacilar ante la presión del rey.

-Le aseguro, mi querido rey, que tanto yo como las otras sirvientas encontramos en perfecto estado de salud durante nuestra estancia en su reino. Si hay algún problema, estoy segura de que podremos resolverlo de manera adecuada -mintió Talia con destreza, desviando la atención de cualquier posible problema que pudiera surgir.

Su madre lo miro con una expresión de complicidad antes de dirigir su atención al rey, su rostro inescrutable ocultando cualquier rastro de preocupación que pudiera sentir. Damian observaba en silencio, sintiendo un nudo en el estómago mientras su madre tejía una red de engaños ante el rey. Sabía que era parte del juego político, pero aún así le resultaba difícil aceptar la facilidad con la que mentía. ¿Cuántas veces le habrá mentido a las personas de su alrededor?

Percibió la mirada intensa de los guardias que custodiaban la sala. Sus ojos parecían seguir cada movimiento con una atención escalofriante, como si estuvieran buscando cualquier indicio de peligro. Un escalofrío recorrió la espalda de Damian mientras se daba cuenta de que algo no estaba bien. ¿Qué estaban tramando esos guardias?

Frunció el ceño, su mente trabajando a toda velocidad mientras intentaba descifrar sus intenciones ocultas. ¿Estaban al tanto de los planes? ¿O estaban conspirando algo por su cuenta? La incertidumbre lo invadió, aumentando su paranoia mientras se preguntaba qué medidas debería tomar para protegerse a sí mismo y a su madre de cualquier amenaza que pudieran representar esos guardias.

Con cautela, decidió mantener la compostura y no mostrar ninguna señal de su creciente preocupación. Sabía que debía ser astuto y cuidadoso si quería mantenerse un paso adelante en este peligroso juego político. Pero en lo más profundo de su corazón, sabía que el peligro acechaba en las sombras, listo para desencadenarse en cualquier momento.

El rey pareció considerar las palabras por un momento antes de asentir con una expresión de resignación. -Muy bien, favorita Thalia. Confío en su palabra. Pero espero que entienda que la seguridad de nuestro reino es una preocupación que no puedo tomar a la ligera -respondió el rey, su tono todavía lleno de cautela.

Thalia asintió con gracia, agradeciendo la comprensión del rey. -Por supuesto, mi querido rey. Le aseguro que haremos todo lo que esté en nuestro poder para garantizar la seguridad y la prosperidad de ambos reinos -respondió con una reverencia elegante antes de retirarse junto a Damian.

Siguió a su madre por los pasillos del castillo, su mente llena de pensamientos tumultuosos y emociones encontradas. Aunque había aprendido desde joven a manejar las intrigas políticas y las manipulaciones de la corte, todavía le resultaba difícil aceptar la facilidad con la que su madre tejía una red de mentiras ante el rey.