Capitulo 28: Sorpresas

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Se dirigió al campo de entrenamiento después de su conversación con Bruce, con un sentimiento de resignación pesando sobre sus hombros. No quería estar allí, pero su padre había sido claro al imponerle este castigo. Su mente volvía una y otra vez a Selina y a la misión que le habían encomendado, llenándolo de amargura. Al llegar, vio a Jason ya presente, de pie con los brazos cruzados, observando con una mezcla de crítica y diversión a los hombres que se entrenaban.

Los caballeros estaban practicando sus movimientos, tratando de perfeccionar sus técnicas bajo la atenta mirada de Jason. De vez en cuando, Jason intervenía, su voz resonando con autoridad y desdén.

-¡Eso es patético! -gritó Jason, acercándose a uno de los caballeros-. ¡Empiecen de nuevo! Si quieren sobrevivir en el campo de batalla, más vale que aprendan a manejar sus armas correctamente.

Permaneció al margen, su presencia apenas notada. No tenía deseos de interactuar con Jason, el segundo hijo del rey Bruce. Para él, Jason siempre había sido una figura incómoda, alguien con quien prefería evitar confrontaciones. Aunque compartían la misma sangre, sus relaciones siempre habían sido tensas y distantes. Y ahora, verse obligado a estar allí solo hacía que la situación fuera aún más insoportable.

Jason se acercó a otro grupo de caballeros, corrigiendo sus posturas y criticando sus técnicas con una severidad implacable. Damian observaba en silencio, sin interés real en lo que sucedía frente a él. Sus pensamientos volvían una y otra vez a Selina y a la misión que le había encomendado su padre.

-¡De nuevo! -exclamó Jason, frustrado con la falta de progreso de los caballeros-. Si no pueden hacerlo bien, más vale que se vayan a casa y dejen que los verdaderos guerreros hagan el trabajo.

Damian rodó los ojos, manteniéndose a cierta distancia. No tenía intención de involucrarse ni de provocar a Jason. Sabía que cualquier interacción con él probablemente terminaría en una confrontación, algo que no estaba dispuesto a soportar en ese momento.

-¿Qué haces aquí? -preguntó Jason de repente, girando su atención hacia él-. Pensé que tenías mejores cosas que hacer.

Damian mantuvo su expresión impasible, ocultando cualquier rastro de sus verdaderos sentimientos.

-Estoy aquí porque padre me lo impuso, ¿No lo recuerdas? -respondió con indiferencia-. Supongo que es su manera de asegurarme que me mantenga fuera de problemas.

Jason lo miró con una ceja levantada, pero no dijo nada más. Se volvió hacia los caballeros una vez más, dejando a Damian en su posición de espectador. Aunque no quería estar allí, sabía que era mejor mantenerse a distancia y no provocar una confrontación innecesaria con su medio hermano. Tenía cosas más importantes en qué pensar y preocupaciones mucho más grandes que el entrenamiento de unos cuantos caballeros inexpertos.

Los caballeros continuaron con su entrenamiento, sus movimientos volviéndose más precisos bajo la presión constante de Jason. A pesar de su desdén por estar allí, no pudo evitar notar que los hombres estaban mejorando, aunque fuera a costa de ser humillados una y otra vez.

Mientras tanto, se perdía en sus pensamientos, luchando con la frustración de su situación actual y la incertidumbre de lo que vendría. Sabía que debía cumplir con su deber, proteger a Selina y demostrarle a su padre que era digno de su confianza, pero el resentimiento seguía ardiendo en su pecho, haciéndolo sentir atrapado en una lucha constante contra sus propios demonios.

Continuó observando el entrenamiento con un aire de indiferencia, tratando de mantener su mente alejada de la misión que le había sido impuesta. No quería pensar en Selina ni en el bebé que llevaba en su vientre, pero era difícil no hacerlo cuando sabía que su futuro dependía de ello.

Sangre real, destinos entrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora