Capitulo 20: ¿Encuentro?

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Damian se retiró a sus aposentos con determinación en el corazón. Se sentó frente a su escritorio y comenzó a redactar una carta a Jonathan. Expresó su deseo de un cambio radical en su reino, donde el pueblo sufría bajo el yugo de un gobierno opresivo y corrupto. Solicitó la ayuda para derrocar a su padre, el tiránico rey, y restaurar la justicia y la libertad en su tierra natal. Sabía que mientras su padre estuviera vivo, él corría un riesgo constante; no podía permitirse ser derrotado antes de lograr su propósito.

Con cada palabra que escribía, sentía que estaba tomando el control de su propio destino. La tinta sobre el papel representaba no solo sus pensamientos, sino también su compromiso con un futuro mejor. Sabía que el camino que había elegido era peligroso y arriesgado, pero estaba dispuesto a correr el riesgo por el bien de su pueblo y su legado. Recordó las historias que su madre le contaba sobre un reino próspero y justo, y decidió que lucharía para que esas historias se convirtieran en realidad una vez más.

Una vez que terminó la carta, la selló con su sello personal, un anillo que su madre le había dado y que simbolizaba su linaje. La guardó en un sobre, asegurándose de que estuviera bien protegido. Luego, se preparó para salir en la madrugada y entregar la carta a su mensajero. Sabía que tendría que encontrar una excusa creíble para su ausencia en el castillo, pero estaba dispuesto a asumir cualquier riesgo para lograr su objetivo.

Decidió que la mejor excusa sería una visita a una aldea cercana para tratar con algunos asuntos diplomáticos menores, igual su padre no tenia suficiente interes en él. Con esta coartada en mente, se preparó para partir en la madrugada, asegurándose de llevar consigo la carta dirigida a Jonathan. Mientras recogía sus cosas, una mezcla de miedo y excitación se apoderó de él. Recordó las noches en las que su madre, una mujer valiente, le había enseñado el valor de la libertad y la importancia de luchar por lo que es correcto.

A medida que se deslizaba silenciosamente por los pasillos del castillo, evitando ser visto por los guardias, sentía la tensión y la emoción crecer en su pecho. Sabía que lo que estaba a punto de hacer cambiaría el curso de su vida y el destino de su reino para siempre. Cada sombra parecía un enemigo, cada sonido un peligro inminente, pero jamas tenia miedo, no dejaria que esas estupidas emociones lo dominaran.

Finalmente, llegó al lugar donde había quedado con su mensajero. El hombre, un viejo amigo de su madre y uno de los pocos en quienes podía confiar, lo miró con curiosidad, pero sin hacer preguntas innecesarias. Damian le entregó el sobre sin decir una palabra, sabiendo que cada segundo contaba y que no podía permitirse perder tiempo en explicaciones.

El mensajero aceptó el sobre con respeto y se comprometió a entregarlo en persona a Jonathan. Damian asintió con satisfacción, sabiendo que su mensaje estaba en camino de llegar a su destino. Con un último vistazo al castillo que había sido su hogar durante tanto tiempo, se alejó, sintiendo la determinación arder en su pecho. Estaba harto de la tiranía y la injusticia. Su madre había luchado por él, y ahora él también lucharía por ella y por todo su pueblo. Sabía que su camino estaba lleno de peligros, pero también de esperanza. Con el corazón firme y la mente clara, se dirigió hacia el amanecer, dispuesto a cambiar el destino de su reino.

(...)

-¿Una carta de Damian? -preguntó Jonathan confundido, mirando el sobre con curiosidad-. Qué raro...

-No lo sé, príncipe Jonathan. Esperemos que sean buenas noticias -respondió el sirviente, inclinando la cabeza en señal de respeto.

-Sí, eso espero -Jonathan sacó una pequeña bolsa llena de monedas de oro y se la entregó al sirviente-. Gracias por todo, te llamaré cuando sea necesario.

Sangre real, destinos entrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora