Lanza una moneda | Geralt de Rivia X OC | The Witcher FF

Capitulo 2 - Tablón de Anuncios

"Lanza una moneda a tu brujo.
Oh valle de la abundancia
Oh valle de la abundancia, Ooo~"

Escuché a Jaskier cantar a lo lejos. Debe estar en algún lugar detrás de la iglesia que estaba justo al lado del mercado. Con mi canasta llena de verduras y frutas me dirigí hacia Jaskiers cantando y lo encontré rodeado de una multitud bastante grande que parecía disfrutar mucho su canción. Sus ojos me captaron y se detuvo por un segundo y me agarró la muñeca entre la multitud y me dijo que cantara. Me reí e hice lo mejor que pude, aunque no recordaba todas las letras.

Fue divertido cantar con Jaskier aunque a mí no me gusta cantar. Después de que comencé a cantar, la multitud lo hizo tan bien tan pronto como comenzó el estribillo. Entonces él es popular después de todo. Después de la actuación, hizo una reverencia y tomó mi muñeca para inclinarme junto con él. Tuve que equilibrar la canasta para que nada se cayera y de alguna manera lo logré. Unos minutos más tarde la multitud se había ido y Jaskier me sonrió.

—Lo hiciste bastante bien, Eve.— dijo y yo me incliné juguetonamente.

—Tú tampoco estuviste mal.—

—Quiero echar un vistazo al tablero rápidamente, ¿quieres venir conmigo?— Le pregunté a mi amigo, quien asintió con entusiasmo y vino conmigo a dicho tablero en el que había muchas solicitudes de la gente de nuestro pueblo.

—Oh, mira, Eva.— Jaskier llamó mi atención y señaló una hoja de papel que decía "Matar muertos ahogados". Me encogí de hombros.

—¿Y?—Le pregunté y me dijo que lo mirara más de cerca y luego lo vi. El trabajo lo dio mi padre. Gruñí.

—Podría simplemente haberme pedido que hiciera eso. Algunos se ahogaron. ¿Qué tan malo puede ser? Además, pagarle a alguien para que haga eso no será fácil ya que todos esperan pagos altos por matar monstruos.— Estaba molesta.

—Eve, no lo sé. Eres buena con las espadas, sin duda, pero no creo que tu espada de hierro sea lo suficientemente fuerte como para vencerlos—. Jaskier se rascó el cuello y evitó mirarme. Qué suerte tiene porque estaría muerto sólo por mi mirada.

—Está bien, está bien. Lo siento. Sólo estoy preocupado por ti. Deja que alguien que ha hecho eso durante años se lleve esto. No quiero que mueras y supongo que tu padre también piensa lo mismo. Puedo preguntarle a Geralt. Si él haría eso, estoy seguro de que si le pregunto, te dará algún descuento.— me dijo y me guiñó un ojo pero yo solo suspiré.

—No lo sé. Bueno, padre está trabajando duro y yo también y no sé si vale la pena pagarle a alguien una gran cantidad de monedas solo por algunos muertos ahogados, especialmente si no es nuestro problema, lo digo en serio. Sería deber del pescador publicar esto.—

Simplemente detuvimos nuestra conversación porque ninguno de nosotros encontró una solución para esto, excepto hablar con mi padre al respecto y nos dirigimos a mi casa. No queda mucho tiempo hasta que tenga que ir a trabajar a la taberna cerca del mercado. Veía a Jaskier allí casi todos los días porque eso es lo que hace: actuar en cualquier lugar para ganar algunas monedas.

Tan pronto llegamos a mi casa Jaskier y yo nos despedimos y él se fue. Padre ya no estaba afuera en su tienda, debía estar adentro derritiendo algo de hierro o algo así. Tal como se esperaba, mi padre estaba parado frente a su horno derritiendo un poco de hierro. "He vuelto, padre". Dije, para que mi padre se fijara en mí. Se dio vuelta y me sonrió. Tenía la frente sudorosa y la cara cubierta de hollín. "Eve, ¿tienes todo?" preguntó y yo asentí mientras colocaba la cesta sobre la sencilla mesa de madera. "Bien." mi padre simplemente declaró y continuó con su tarea.

Nuestra casa era sencilla pero grande. Tenía un segundo piso donde estarían los dormitorios. ¿Mi madre había comprado esta casa hace mucho tiempo o la heredó? De todos modos, ganaba mucho dinero: era hechicera. Esa es también la razón por la que mi padre estaba tan feliz de tener un hijo, aunque sea adoptado; una hechicera perderá su fertilidad como paso final para convertirse en hechicera.

—¿Padre?— Le pregunté y entonces guardó la que pronto sería una espada y se secó el sudor de la frente.

—¿Por qué diste el trabajo de matar a unos ahogados?— Pregunté y estaba desempacando la mercancía bastante enojada.

—Yo también podría hacer eso, ¿sabes?— Dije cuando mi padre se acercó a mí.

—Eve, no puedes-—

—¡Entonces todo el entrenamiento que me diste fue en vano!" Grité lo que sorprendió a mi padre.

—¡Escucha! No quiero que mueras ahí afuera. ¡Una cosa es que ya perdí a tu madre pero no puedo soportar perderte a ti tambien! ¡¿Entiendes?!— Estaba diciendo bastante alto y tomó mis manos entre las suyas. Asenti.

—Pero padre-—me interrumpió.

—No, qué padre sería si enviara a mi propia hija a matar algunos monstruos. Incluso si fuera tu propio deseo, nunca me perdonaría si murieras por algo que te he dado— me dijo y besó el dorso de mi mano al final de su frase como la había tomado mientras hablaba conmigo.

—Entiendo.—Dije y bajé la cabeza.

Hasta la cena estuvo tranquilo. Todo el tiempo estuve en mi habitación en la que había una cama doble con estructura de madera y tenía mantas de color rojo oscuro y almohadas de color marrón. Además, había una cómoda con un gran espejo encima. Por fin frente a la ventana, había una pequeña mesa con dos sillas a su lado y una vela para iluminar cualquier cosa que estuviera sobre la mesa, por ejemplo algunas notas y un libro, que aún estaba abierto.

En ese momento estaba sentado en mi cama mirando por la ventana para ver pájaros volando y niños jugando en las calles. Mi cabello negro colgaba suelto sobre mis hombros y casi llegaba debajo de mis senos. Lo ataría para ir al trabajo pero hoy no me apetecía así que lo dejé así. Preparé mi ropa para mi turno en la taberna: pantalones de tela marrón con una blusa de poeta gris que estaba cubierta por un chaleco marrón y unos cinturones alrededor de la cadera.

Bajé las escaleras y vi a mi padre sentado frente a la chimenea tallando un trozo de madera. Debió haber escuchado mis pasos desde las escaleras porque se giró hacia mí y sonrió levemente. Le devolví la sonrisa.

—Me voy al trabajo.— Le dije mientras caminaba hacia la puerta. —Ten cuidado.—

—Lo haré.—