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                                                  † El dolor es parte del proceso, donde no se te permite llorar porque si lo haces ya eres parte de los débiles.

                                          -Vana casualidad; 17 años.

Para ser sincera, nunca he creído en el destino, para mí simplemente las casualidades. No creo que el destino ya te tenga preparado tu futuro y esas cosas que las demás personas si lo creen. O al menos algunas.

La verdad, siempre he sido muy rara en la forma de pensar. O meto la pata, ya sea porque lo joda o porque acierte en algo, es una o es la otra...

Realmente, habia sido un día ajetreado, el instituto me esta matando y eso que a duras penas es mi primer año en el bachillerato, por dios, ¡son tres años! A éste paso, solo mis huesos se van a graduar para cuando termine mis tres años de estudio.

Los profesores y sus exigencias hacen que me de baja a cada momento, no es fácil desvelarse para una chica que tiene ojeras naturales desde pequeña, ¿ya te imaginas mi aspecto cuándo me desveló?

Sí, exactamente, mi cara es un ángulo para espantar  fantasma a media noche, tras esas ojeras del demonio, me cargo una cara que a primera te das cuenta que no he dormido bien. Yo no tengo la culpa, tengo el sueño pesado. Realmente no esta siendo mi semana.

«Nunca es tu semana, Kell»

Gracias conciencia, otra vez.

¿Qué podría mejorar mi día?

¡A lo mejor que un automóvil me dé!

Me encamino perezosamente a la parada del autobús, mis compañeras tras de mí hablan de no sé qué, no vengo en la jugada, la verdad.

Al poco tiempo de estar sentada en una de las bancas de cemento esperando la dichosa llegada del autobús, solo me pongo a pensar en algo...

¡Nada!

Sí, no pienso en nada, absolutamente nada.

¿Qué más podría pensar? Ya tengo suficiente.

La espera del autobús se hace tan larga, pero tan larga, que ya empiezo a decepcionarme, tanto, como esperar mi romance adolescentes.

«¡Sabes que ese lo sigues esperando!»

¡Yaaah! déjame triunfar en mi momento dramático conciencia.

¡Tuuuuum!

¿Oyen eso? Es la bocina del autobús. ¡Dios, gracias!

El autobús se estaciona y las personas bajan de él, mientras tanto espero a que todos bajen para poder subir. Y, genial, de nuevo me tocará ir parada.

¡Gracias señor conductor por resérvame asiento de primera fila!

Cuando pienso que todo va mal, esto me resulta.

Pero no todo esta mal, ya han escuchado ese dicho: “Si piensas que el camino es oscuro, sigue avanzando, cuando vayas a medio camino empezarás a ver una luz. La luz de la salida.”

¿Ya lo han escuchado? Exactamente, no, porque me lo acabo de inventar.

Realmente, ya no recuerdo como era. Pero, lo que si es cierto es qué, no todo sería malo.

Saben, nunca he creído en el amor a primera vista, nunca. Tampoco lo haré, suena ridículo para que mi mente lo procese, no lo creo simplemente. Yo pienso que con el transcurso de los segundos, minutos, horas, días, semanas, al cabo del tiempo, te enamoras de las personas, no creo en esa estupidez de: ¡Fue amor a primera vista!

El chico del autobúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora