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                              † La puta depresión me consume la mente y me nubla la visión.

                                            -Vida de un adolescente; 18 años.


—¡Estoy arta!—bufé para mí misma mientras daba un suspiro cansado.

En los últimos días  me han pasado tantas cosas que, no sé por dónde comenzar a contar.

¿Cómo es posible qué sólo en cuestión de instantáneos y minuciosos momentos todo se haya salido de mis manos?

La verdad quisiera saberlo, pero no le encuentro una respuesta lógica a esto, tal vez solo era cuestión de que me pasara en cualquier dicho momento, tal vez solo era que estaba desbloqueando un nuevo capítulo del libro de mi vida, tal vez solo es mi famoso destino o tal vez solo soy yo y mi mala suerte para que me ocurran cosas.

Trato de mantenerme en un margen decente y que el estrés no me consuma, al grado que vaya abusar de sustancias sólo para poder calmarme. Pero vaya que nadie me dijo que esto sería algo muy, muy difícil y complicado.

Si cuando era niña alguien se hubiera acercado a mí diciéndome que disfrutará mi niñez porque a partir de los doce años ya nada sería igual, les aseguro que nunca hubiese deseado crecer tan de prisa. Al contrario, me hubiera asegurado de disfrutar hasta el momento más ridículo de mi vida, el momento menos importante, el momento más sencillo.

Pero nadie lo hizo, solo veían crecer a una niña y decían: ¡Pero qué rápido que estás creciendo, Kelly!

Y como toda niña, sonreía y me sentía feliz porque estaba creciendo luego, pero todo cambio de la noche a la mañana, y la vida para esa niña que quería crecer rápido, que soñaba con que de adolescente encontraría un amor, que soñaba con que todo sería mejor y más fácil a cuando era sólo una niña, sólo por el hecho de ser adolescente, que pensaba que la vida seria color rosa o celeste, pero terminó siendo azul y gris, terminó siendo un caos en el cual la salida no se veía, y los problemas se hicieron presente con sus múltiples factores que sólo hicieron mi vida complicada y estresante.

Entonces, aquí me encuentro, mi yo de dieciocho años, queriendo tan sólo haber disfrutado un poco más en cuanto podía, sólo porque ya luego la sociedad se iba a encargar de hacer mi vida un desorden.

Si tan sólo hubiese disfrutado mi niñez, si tan sólo hubiese disfrutado jugar más a menudo con mis hermanos en lugar de solo mirarlos, si tan sólo me hubiese llevado mejor con ellos desde críos, si tal sólo hubiese disfrutado más saltar, correr, equivocarme, llorar, bailar, decirle más te quiero a mamá sin que ella lo pidiera, porque ya después pronunciar dicha palabra sería algo que me costaría decirlo. Lo sigue siendo aún.

Las cosas se complicaron, y ya ahora ponerme a pensar en un “tal vez sí” sólo me consume más.

El túnel de la adolescencia esta lleno de oscuridad y mucho caos. Para nada es como me lo figuraron en los cuentos de hadas y princesas que leía de niña. La vida no es rosa, a veces es sólo neutra, a veces sólo es vida sin una vida, a veces sólo es mi inestable existencia muriéndose poco a poco sin que los demás lo noten porque solo son problemas de adolescente.

Así que en estos días me he encargado de sobre pensar, y pensar nos hace mal, sobre todo si sabes que es algo que te está destruyendo.

Toda canción que escuchaste alguna vez en tu vida, llega un momento en el que cada línea, cada letra, estrofa, verso, toda la canción cobra vida propia. Lo entendí cuando escuché, If you want love, de NF.

O, cuando llego a mi vida The Neighbourhood y con esta banda, Daddy Issues.

La música de una u otra manera te salva, te hace comprender las cosas de este mundo y te entiende a ti.

«She would rain all day couldn´t wait for her sunt o shine, and you made it shine there when she cried your saved her life, go ahead and cry, little girl nobody does it like you do»


Pero por cuestión del destino, siempre llega alguien o muchos, para hacer que tu vida brille como un sol.

Así que, ahora tengo una definición para él. Porque él es para mí ¡alguien mágico!

Tan mágico, que sabe cuándo y dónde aparecer y, cómo sacarme una sonrisa.  

Y muy a pesar que desde la otra vez ya no le he visto, lo mantengo en mi mente, sólo para asegurarme de no volver a olvidarlo. Por si sólo es un viajero en este mundo para hacerme ver la vida menos dolorosa.

Porque personas como él no se olvidan de la noche a la mañana, personas como él se guardan en el corazón, aun así, nunca le llegue hablar, aun así, nunca me diga un “hola”, aun así, nunca me dedique una sonrisa solo para mí, aun así, nunca llegue a conocer su nombre, aun así, nunca llegue a saber quién se esconde detrás de mi persona mágica.

—¿Podrías hacerme el favor de salir de mi cabeza? ¿podrías?—pedí a la nada.

Con tantos pensamientos surcando mi cabeza, trate de descansar de este pesado día, de este mundo y su aire contaminado, de esta sociedad hecha mierda, de esta ciudad y sus prejuicios, de mi vida y mis propias complicaciones consumiéndome.

***

—¿De qué trabaja tu papá, Kelly?—la mestra Doris a veces era muy entrometida.

Todos mis compañeros voltearon hasta mí. Sentí sus miradas, sentí sus risas, sus burlas. Quería desaparecer... Mejor morir.

Papá ya me había hecho mucho daño desde que decidió ir por cigarros y jamás volver, ni siquiera por mí que según él, me amaba tanto.

«Pues su amor no le duró mucho, ¿por qué será?»

—Kelly—alcé la vista hasta ella, y mentí.

—Es seguridad del hospital.—ella asintió y continúo con la clase.

No quería que esos estúpidos niños volvieran a burlarse de mí, no quería que se rieran de mí como siempre. No quería porque sabía que me iba a romper y no quería demostrarles que eso me afectaba, no quería llorar frente a ellos, frente a mis acosadores de bullying.

Por eso mentí, por eso respondí. Ese era mi padrastro, no mi papá, pero no quería que ellos supieran que mi papá no estaba conmigo.

Los prejuicios siempre me persiguiendo.

Y las ganas de desaparecer estuvieron conmigo desde los diez años.



N/A: Aquí Nick

El bullying y acoso escolar NO está bien. Si sufres de esto, no te quedes callada/o.
Recuerda que están destruyendo tu salud mental, no tengas miedo a afrontarlos o denunciar este tipo de maltrato. Sí eres menor de edad, habla con tus padres, maestros, o alguien de tu plena confianza.

Hazlo por tí y por todos esos niños y niñas que sufren en el mundo por causa de esto.

No te quedes callado como algún día lo hizo Kelly por miedo hablar y del qué dirán.

El chico del autobúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora