Prólogo

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Hace ya un tiempo que no lo veo.
Hace ya un tiempo que no sonrió por él.
Hace ya un tiempo que su mirada no se topa con la mía.

Hace ya un tiempo que no te he visto.
Entonces, decidí escribir esto para tí.

Un día, espero qué, cuando te sientas cansado, triste, solo, agobiado, y si por casualidad te llegas a sentir que no tienes un propósito en esta vida. Acude a mí. Acude a este libro. Acude a mi pequeño mundo roto. Acude a mis escritos para que vuelvas a tener ánimos y fe.

Acude a un autobús y si por casualidad o destino nos llegamos a volver a ver, espero que te sientas tan bien, como tú lo hiciste conmigo en múltiples ocasiones de una manera muy única.

Espero que sí, algún día lees esto, te dez cuenta que has hecho sentir bien a alguien allá afuera, en el mundo.
En un mundo roto, en un mundo con aire tóxico, en un mundo de caos. Pero has hecho que ese mundo sea más cómodo y adaptable para esa persona.

Para mí.

Si nunca más te vuelvo a ver, o si nunca te llego a hablar.

¡Gracias, por solo existir!

¡Gracias, por sacar una sonrisa de mí, en mis peores días!

¡Gracias, por convertir mis días en momentos únicos!

¡Gracias, por cruzarte conmigo en alguna esquina del autobús!

¡Gracias, por subir al mismo autobús que yo!

¡Gracias, por ser tú!

Si es que en verdad existes. Porque sino, espero que desde tu infierno estés orgulloso de mí.

¡Bienvenido aventurero, a un mundo de depresión y caos!

El chico del autobúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora