Desventaja

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Dormitorio de Yumeko Jabami

—Mira, a eso me refería... es la primera vez que veo un contenido así en el portátil de mi padre.

Kugisaki miraba sorprendida la pantalla. Era también la primera vez que veía a dos mujeres besándose y tocándose de aquella forma. Había explorado algunas páginas cautelosamente acerca de sexo. Pero nunca sopesó la idea de mirar vídeos lésbicos. Sintió algo de rechazo cuando Yumeko se los puso, al menos al principio. Dos mujeres manteniendo aquel tipo de relación era un tema tabú en cualquier casa de renombre. Un insulto al país. Sin embargo, en el portátil de un dirigente del clan Jabami como era el padre de Yumeko, había contenido así.

—¿Se lo has dicho a tu madre?

—No —murmuró la pelinegra, con un sabor de culpabilidad—. Nunca le digo nada de lo que me encuentro. Mi padre me daría una golpiza.

Kugisaki se mordió el labio, pensativa.

—¿Esto les gusta a los hombres?

—No puedo buscarlo desde mi propio laptop. Lo que hago es... sólo enviarme los vídeos. Si los trato de buscar o entrar en foros, mi padre se entera.

—Lo cómico es que no se entere de que le coges el portátil.

Los gemidos de las chicas en la pantalla les robó la atención. Kugisaki frunció las cejas, asquienta.

—Es raro, ¿no...? —comentó Yumeko, sin borrar la sonrisa perversa de su cara—. ¿Cómo será hacerlo con una mujer?

Miró a su amiga, como buscando una respuesta. Pero en realidad, Yumeko ya la conocía de sobra.

—No me gusta lo que veo. Es raro —comentó desviando la mirada.

Yumeko suspiró y descruzó las piernas, saliendo de la cama. Se acercó a su armario y rebuscó algo en una caja. Mientras le daba la espalda, Nobara la espió y volvió furtivamente la mirada a la pantalla. Una de las chicas del vídeo levantaba una pierna a otra, abría sus propias piernas y se cruzaba con ella para sobar sus intimidades.

Así que así lo hacen... ¿eso da placer alguno?, se preguntó. Pero tampoco es que Aoi le hubiera proporcionado placer.

—"Deep web"... y te fuiste directa a algo llamado "crush fetish" —Nobara parpadeó y volvió a sentirse algo inquieta. Miró hacia Yumeko, que venía con una libretita. Sonrió a su amiga y ladeó la cabeza, pretendiendo ser comprensiva—. ¿Por qué no me dijiste que mirabas estas cosas? ¡Yo lo comparto todo contigo!

Nobara miró su libreta, donde tenía apuntados los títulos de algunos vídeos por los que había pagado. Pensó lo más rápido posible y se humedeció los labios antes de mirarla.

—No sé qué son.

—No hagas eso —dijo suavemente. Cambió radicalmente su forma de observarla—. No te hagas la tonta. Me molesta mucho.

—Vas a tener que explicarme de qué me acusas —la miró, sonriendo angelicalmente.

Yumeko repasó lentamente sus labios con la lengua, como imitándola. Trató de sonsacárselo de otra forma.

—Es... contenido que yo también consumiría. Siempre me ha llamado la atención ver muertes que son de verdad.

Entonces vio un cambio. Nobara la seguía mirando, pero pareció ponerse algo más seria. Sus pupilas bailaban de un ojo a otro. La estaba analizando.

—En serio —prosiguió la morena—, pero no sabía dónde buscar. Y no es algo que se pueda hablar en público. Ya lo sabes.

La mandíbula de Nobara se marcó suavemente. Apartó la mirada y removió los labios, como si estuviera indecisa. Así que la de pelo negro presionó un poco más.

La doble cara de la perversidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora