Mary sabía que algo malo pasaría. Las aguas no estaban calmadas por mucho que lo parecieran; el hecho de que los Kugisaki no hubieran tomado represalias todavía era una buena explicación. Pero los días pasaban, las semanas... y la tensión del clan se hacía más intragable.
Su tío, Suto Saotome, había pretendido asesinar a balazos a Kento y Suguru Kugisaki pillándoles de imprevisto: sospechaba de ellos como los asesinos y mandatarios de lo que había quedado de la prostituta que atesoraba. Reducida a piel y sesos desintegrados y una expresión en su cara que jamás olvidaría, lo tomó como la segunda provocación.
Pero los Kugisaki no ganaban nada con aquella muerte. Había sido una divertida provocación más, y Suto lamentaba todos los encuentros previos con aquellos malnacidos donde no se le ocurrió antes atravesarles la garganta a traición.
—De los dos, Suguru es más fuerte. Kento no entrena sus habilidades, está casado y entra a Japón de vez en cuando. El menor de los chicos tampoco es fuerte. Podría ser un buen ataque ir a por el eslabón más débil.
Mary escuchaba sin decir nada la conversación de sus superiores. Kaede discutía con Suto los pormenores, pero se palpaba el dolor en el último.
—Nosotros tampoco matamos a nadie. Han sido más refinados, matando a la prostituta que querías. Cuánta maldad... pero te pasa por airear tus secretos de alcoba por ahí —dijo aburrida Runa, que jugaba a su consola sin prestar realmente atención. Suto no la miró.
—No va a ser su único movimiento. Deben de estar preparando algo, y hay que ir con cuidado.
—¿Y qué me dices de su hija?
Mary trasladó la mirada a su padre, sin hablar pero atenta.
—No sé ni su nombre. ¿Es el ojito derecho de Ryota?
—Al menos, sé que es el de la madre. También podríamos centrarnos en la madre.
—A las madres no —zanjó Mary, molesta. Kaede y Suto la observaron pensativos—. Las madres no se tocan, ni los bebés.
—No iremos a ninguna parte con sentimentalismos —masculló Kaede. Suspiró y miró a su hermano—. La hija irá este año a la universidad, es lo único que sé. Se especula que ha habido traspaso de acciones hacia los Nishimiya, pero no tengo noticias de porqué.
—Las habrán comprado. Céntrate.
—Son acciones importantes. Si les ceden más, me parecería hasta impropio de ellos. A lo mejor obtienen la droga de un nuevo conducto —apreció Mary, acariciándose una de las coletas.
—Deja hablar a los hombres, niña. ¡Cierra la boca de una vez!
—Cálmate, Suto... cabreándote no arreglarás nada —le dijo Kaede.
—Si hubieses visto cómo la dejó... no tengo palabras para describirlo. Y no puedo estar calmado. También puede hacer daño a tus hijas, ¿sabes?
—Lo sé. Intento velar por ello a cada minuto.
Runa puso los ojos en blanco y miró a su introvertida hermana mediana. Itsuki, que nunca hablaba ni se metía en berenjenales de ningún tipo, tenía un halo de preocupación mientras oía descargar a su tío.
—Tenemos un buen arsenal. ¿Por qué no intentamos lo mismo con su mansión?
—¿¡Te has vuelto loco...!? —Mary frunció las cejas, casi cabreada—. ¿No viste la que nos cayó encima en uno de sus barrios marginales? ¿Cómo crees que se defenderían de un ataque en su propia casa?
—¡CIERRA LA BOCA! —chilló Suto, enfrentándola. Mary se puso de pie a su altura y le devolvió el grito.
—Por eso nunca serás líder de esta casta, tienes el cerebro de adorno.
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La doble cara de la perversidad
FanfictionNobara Kugisaki es hija del líder del Clan Kugisaki, la organización criminal más influyente de Japón. Sus hermanos Kento, Suguru y Yüji son radicalmente distintos a ella, pero no saben hasta qué punto. El resto de clanes sostienen una temblorosa pa...