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Lady Florence miro al resto de las modelos fugazmente. Primero a las cinco de la derecha y después a las seis de la izquierda. Una vez hecho esto, miro a Irene de arriba abajo, deteniéndose en su vestido, principalmente en la parte superior, después en sus pies y el hermoso calzado que portaba. En la mirada de la extravagante mujer se reflejaban tantas cosas que incluso te podías marear con solo sentir las vibras que derrochaba.

Quien sabe que tantas cosas pasaban por su mente, a juzgar por su actitud se podría decir que buscaba las palabras correctas.

Alcabo de un momento exclamo:

─Querido Lord Patrick, ¿Ella es una nueva chica tuya? ─El diseñador trago saliva, y asintió. Aquí es donde se deducía todo, sin importar la amistad o los años de conocerse, Lady Florence estaba dispuesta a sentirse superior a los demás, fuera quien fuera.─ Lamento decirte que es lo peor que escuchado sobre ti ─Algunas de las personas presentes ahogaron gritos sordos. ─Es solo que... ─Continuo diciendo la caprichosa mujer sin despegar la vista de Irene mientras que hacia mueca de repulsión─ Mírala, simple y sencillamente solo te digo eso, ella no tiene solución. Su cabello, su pose, la piel...─El tono de su voz iba aumentado de aberración.

Para entonces La sonrisa en la dulce chica había desaparecido, lejos del enfado, parecía dolida, realmente estaba lastimada, nunca nadie la había menos preciado, pero ella sabía que podía soportar esto.

Por otro lado, la mente de Lord Patrick estaba trabajando al cien para saber que responder, por un lado, sabía que Lady Florence estaba cegada, por así decirlo, y lo que decía solo lo hacía por maldad, envidia u celos. La mujer estaba totalmente equivocada, Irene era una hermosísima chica, tenía sus facciones perfectas y ni hablar de sus dulces modales. Pese a que Lord Patrick la había conocido hacia probablemente una hora, el, con su don de leer movimiento corporales., sabia como era ella, una dulce joven con poco más de veinte años que solo quería ser feliz sin lastimar a nadie. Lamentablemente el contradecir de esta manera a la inmadura Lady Florence, suponía un gran riesgo para él.

─Concuerdo contigo mi dulce Lady ─Exclamo Lord Patrick, al instante se sintió enfermo de decir algo así ─Es solo que fue mi única opción ¿Qué otra cosa podía yo hacer?

La rabia y el dolor en Irene iban en aumento.

─Bueno, pues si lo que dices es verdad, pienso que en dado caso hubieras escogido a una mujer de cuarenta años casada y con hijos, creo que habría sido una mejor opción. Tal vez a una de tus servidumbres. No puedo creer que le hayas brindado el honor de usar tu mejor diseño a una cualquiera.

Para entonces se había acercado más a Irene y hablaba con los dientes apretados.

A Irene se le escapo una lagrima.

─Yo solo trate de ayudar ─Dijo a duras penas pues sabía que en cualquier momento más lágrimas vendrían. La inocente chica jamás había sentido algo en su interior de esa manera, como un cristal rompiéndose, como si le arrebataran algo solo por diversión.

Y ya no importaban todos los ojos sobre ambas, ahora solo quería salir de allí y olvidar todo lo que había sucedido. Por desgracia los celos de Lady Florence por una hermosa chica como ella, no acabarían hasta verla destrozada.

─ ¿O enserio? ─Pregunto con sarcasmo ─Pues no sé cómo te encontró Lord Patrick, pero si en realidad querías ayudar mejor no hubieras asistido que como ni modelo ni como mujer sirves.

Irene hizo un último esfuerzo.

─No tiene por qué tratarme así.

─Ni siquiera te mereces mi atención niña, es solo que tanto desastre en un solo....Ser, me provoca, rabia eres repugnante, tu rostro, tu cuerpo, tu todo, hasta tu interior ─Su voz fue elevando drásticamente.

El Laberinto de los Caballeros 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora