El viento frio se rompía en las mejillas de la dulce joven. Era como si la más leve brisa pudiese romper los delicados pétalos de una delicada flor. La noche era extremadamente oscura, tanto así, que el aura de la luna se extendía hasta perderse en el horizonte. Las estrellas centelleaban de manera sucesiva con un plateado extremadamente hermoso.
Por alguna razón Irene veía todo de manera muy diferente pero como si de algún lugar lo reconociera. No era sencillo de explicar, pero este no era su mundo total, parecía algo de un futuro, no muy lejano, algo que sabían que sucedería, pero no era de la época que ella llevaba en su mente.
Para no enredar tanto sus pensamientos, se concentró en un solo punto. La ropa. Vestía algo que jamás se habría imaginado. Su cabello le caía por los hombros, esto parecía ser lo único que le era fiel. Un largo y sedoso cabello rubio oscuro.
Una prenda negra, ligera y pequeña le cubría lo que era el pecho y abdomen. Sobre este una chaqueta que solo había visto en varones rudos, una prenda de cuero pero más angosta y delineada, como si fuese exclusivamente para damas.
El pantalón, nunca en su vida había usado algo que no fuera falda o vestido, pero allí estaba, con un pantalón de cuero y pegado a la piel, mostrando sus curvas y definiendo más su cuerpo. Eh aquí, a que agradecerle por facilitarle el descenso por la escalerilla y subirse al vehículo de dos ruedas. Por último el calzado, era el segundo y último punto que le era un poco más fiel, pues eran zapatillas de negro con plata, algo altas de tacón grueso.
Miro el arma en sus manos, quería lanzarlo lejos, a la velocidad que iban en este medio de transporte que sabía que conocía de algún lado pero también le resultaba poco familiar, bien el arma podría perder en la noche y la oscuridad, mas no lo creía conveniente.
Una especie de pintura oscura decoraba sus uñas, pensó que no estaba nada mal, pero de igual manera que el resto de lo que hasta ahora portaba o veía, sabía que no era natural de ella.
Finamente el vehiculo se fue deteniendo, al parecer habían llegado a su destino.
La joven por instinto bajo cuando este se detuvo por completo, el caballero hizo lo mismo, tomo su mano, y la guio hasta una sencilla puerta frente a ellos. Con completa fuerza en el hombro, la empujo hasta que esta con un fuerte ruido, cedió.
La desconcertada joven miro a su alrededor, la casas se extendían por un amplio camino, todas parecían olvidadas, como si poca gente habitase allí, incluso nada de gente podría haber en aquel lugar fantasma. Ella recordaba casas de madera, pero estas eran de un material muy diferente, incluso aquella la cual estaba frente a ambos, parecía descuidada y abandonada. Cristales rotos decoraban el suelo, dos árboles esqueléticos custodiaban la entrada, así como trozos de madera encajados en la tierra, los cuales hacían el papel de una rendija. Todo parecía como si fuese hecho con la intención de ocultar el hogar, eso y sin contar que dicha vivienda se encontraba apartada de las demás.
El joven la miro con la intención de hacerle entrar. Después de todo era un caballero y lo que solían decir es: Las damas primero
─Oh! Si ─Exclamo ella al tiempo que se apresuraba.
Irene descubrió primero que sería una casa subterránea o algo por el estilo porque unas escaleras descendían .Dudo por un momento.
─Puedes confiar en mi ─Dijo el hombre en su oído con voz natural, dando a entender que había leído la expresión de Irene.
Ella asintió y dio el primer paso.
La luz de la luna a sus espaldas iluminaba solo los primeros tres escalones, mas ella temía por lo que más adelante se encontraría, es decir, una total oscuridad.
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El Laberinto de los Caballeros 1
Romance1865 Ella es una doncella de nombre; Irene de Luna, una señorita de 21 años, humilde, carismática e inocente. Por obra del destino y dañada moralmente por personas de la clase alta decide huir del pueblo, dejándose llevar por el dolor, las lagrimas...