Entre Mentiras y Secretos

~° Capítulo 25 °~

Las rosas son tan hermosas que les quitan las espinas para no herir a nadie... aunque en realidad, las arrancan para protegerse a sí mismos del dolor.

Una semana después de lo sucedido en casa de Daniel, me encontraba en la oficina de mi padre junto a Hannah. Esta vez, nuestro padre nos había mandado a llamar. Yo estaba sentado en el sofá con los brazos cruzados, esperando a que llegara mi papá y mi mamá, ya que ella también vendría. No sabía qué querían hablar con nosotros, pero me estaba desesperando por su tardanza. Llevábamos más de quince minutos esperando.

Hannah se encontraba sentada en el otro sofá frente a mí, no dejaba de mover su pie nerviosamente mientras se mordía las uñas de las manos. Un tic cuando estaba demasiado nerviosa.

—Hannah, estoy seguro de que no es nada malo. Deja de morderte las uñas —le dije, intentando calmarla.

—Es que es raro que papá quisiera hablar con los dos en su oficina, mamá también vendrá. Eso es aún más raro —respondió, su voz llena de inquietud.

—No te preocupes, cuando nos mandó a llamar no se escuchaba molesto —le dije, intentando tranquilizarla.

—Papá cambia muy fácil de humor. Y si ya se enteró de que sabemos todo sobre la Gran Cena... —empezó a decir, pero la interrumpí.

—Shhh, no menciones eso aquí, quién sabe si papá ya puso cámaras, con eso de que entramos a su oficina dos veces —susurré.

—Perdón, es solo que todo esto me da una vibra muy mala —dijo, su voz baja.

—A mí también, pero sin importar qué diga papá, actuaremos normal. No te muestres nerviosa, asustada o sorprendida si dice algo que ya sabemos —le dije, intentando calmarla.

La puerta de la oficina se abrió, dejando ver a mi padre, su figura imponente y más intimidante que antes. O tal vez yo estaba tan nervioso que así lo vi. Seguido de él, entró mi madre, nos dio un beso en la frente a ambos y se sentó en la silla frente al escritorio de mi padre. Mi papá se sentó en la silla de su escritorio, se cruzó de brazos. Un silencio enorme se formó en el lugar, mi padre nos miraba a ambos, mamá solo miraba sus manos, su rostro no era visible por su largo cabello que caía a sus lados.

Pasaron segundos para que él hablara.

—Pronto habrá un evento muy importante para la empresa, será nuestra bienvenida al mundo empresarial de Nels Plont, lo que significa que obligatoriamente tenemos que estar ahí —su voz firme y autoritaria resonó en la habitación—, pero hay un pequeño detalle, ustedes no irán.

—¿Eh? —dijimos al mismo tiempo Hannah y yo, confundidos—, ¿Por qué?

—Kaner nos comentó que no estás preparado mentalmente para salir a un evento con mucha gente, es mejor que te quedes en casa —dijo mi padre, su mirada severa me hacía sentir como un niño pequeño—. Y, Hannah, no podemos estar al pendiente de ti en el evento, Víctor siempre es el que te cuida cuando salimos, pero ahora él no irá, y tú tampoco.

—¿Cuándo es el día del evento? —pregunté, con una chispa de esperanza de que fuera La Gran Cena.

—El 28 de noviembre —solte un suspiro; si se trata de La Gran Cena, mi padre se levantó de su silla, su figura imponente me hacía sentir intimidado—. Ese día, tu madre y yo saldremos de casa a las 7:00 y regresaremos a las 12:30. Queremos que ustedes, en este lapso, se comporten, no salgan de casa y no inviten a nadie a casa. No dejen entrar a nadie, aunque sean sus amigos. ¿Entendido?

—Entendimos —dijimos al unísono, nuestra resignación era evidente.

—Ajá, aún así pondré seguridad en todas las entradas de la casa, desde la entrada hasta la parte de atrás del patio, pondré hombres vigilando. Habrá vigilancia en todo este lapso que no estemos, y espero que no se les ocurra escaparse a alguna fiesta o con algún amigo —dijo mi padre, su voz llena de amenaza.