~° Capitulo 29 °~ LA GRAN CENA

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LA GRAN CENA
(PARTE DOS)


VICTOR.

La larga mesa, cubierta con un mantel blanco inmaculado, parecía un altar de sacrificio en la penumbra rojiza. Las velas titilaban como antorchas funerarias, iluminando los rostros pálidos de los invitados. Las cortinas negras tapaban las ventanas, aislando el salón de la realidad exterior. El aire estaba cargado de miedo.

A cada lado de la mesa, una figura atada y amordazada yacía desnuda, como un trofeo de caza. Sus cuerpos, perfectos y sin marcas, parecían esperar el cuchillo del carnicero. Las pobres personas temblaban, sin embargo o hacían ningún ruido. No lloraban ni sollozaban.

La respuesta era siniestramente simple: la persona atada y desnuda era el plato principal de la cena. Los invitados elegirían su propio trozo de carne, como en un restaurante de mariscos donde se selecciona la langosta para ser cocinada. Los chefs se encargarían de preparar y servir un plato exquisito y peculiar.

Los invitados comenzaron a llegar, buscando sus respectivos lugares en la mesa. Aster, el anfitrión, se sentó a la cabeza de la mesa, conmigo a su lado. Elizabeth se sentó frente a mí, su mirada fija en la mía. La familia de Daniel se sentó a nuestros lados, aunque Daniel se mantuvo a una distancia prudente de tres sillas.

Mis padres, que no me reconocían debido al antifaz y los retoques que Hannah me había hecho, se sentaron en medio de la mesa. Todos tomaron sus lugares, y la mesa se llenó de un silencio tenso. Cuando por fin todos estaban sentados, Aster se levantó y habló con una voz que helaba la sangre.

La luz roja y las velas creaban un ambiente macabro, y la presencia de las personas atadas y desnudas era un recordatorio constante de la naturaleza siniestra de la cena.

-Hoy daremos las gracias, he visto que en varias religiones se hace una oración antes de comer y me gustaría probar eso -junto sus palmas burlandose-. Victor se encargará de dar las gracias.

-¿Qué? -lo mire confundido, ¿que oración se supone que tengo que dar? ¿Cómo doy las gracias? Maldita sea Aster.

-Adelante hijo. -volvio a sentarse a la espera de mi.

-Pues... -me aclare la garganta, no tengo ni idea de que decir. Pero si Aster planea jugar así, así lo hare-. Me siento muy agradecido por tener este gran honor de dar las gracias -dije sonriente.

Me levanté junte mis palmas listo para empezar la oración, le di una última mirada a Aster el cual me miraba sonriente. "No hay necesidad de que me digas la verdad... por qué siempre la supe", pensé, sabiendo que Aster podía leer mis pensamientos. Su rostro cambió, su sonrisa se esfumó, y por un momento, vi una chispa de miedo en sus ojos.

-Junten sus palmas -todos los presentes hicieron caso de inmediato, cerré los ojos-. En la sima de la existencia, donde la oscuridad palpable y temida por todos se entrelaza con la luz radiante y venerada por la multitud, surgió un ser de dualidad contradictoria, amado y temido, oscuro y brillante -abri lentamente los ojos, notando que todos los presentes tenían los ojos cerrados y se encontraban diciendo lo mismo que yo, mi voz llena de desprecio-. Tú, portador de la llama de la salvación, devorador de sombras, y yo, segador de vidas, sediento de tinieblas. A pesar de nuestras diferencias abismales, compartimos la misma esencia mortal, la misma carne y hueso que late con un ritmo discordante -senti el peso de una mirada. Aster me observaba sin ninguna emoción en su rostro, solo con los brazos cruzados en silencio, lo desafíe con la mirada y prosegui-. Tú, que has presenciado mi alma tenebrosa y aún así te has quedado a mi lado, y yo, que he visto tu humanidad resplandecer y sin embargo te he alejado de mi, como si el miedo a ser salvado fuera más intenso que el deseo de redención -dije con sarcasmo, sonreí divertido mientras lo seguí mirando, Aster aparto la mirada, frustrado y lleno de irá.

Entre Mentiras y SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora