† ~° Epílogo °~ †

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‡ EL FINAL DE UNA NUEVA HISTORIA ‡


‡‡ 6 años después... ‡‡

El sol brilla en mi rostro, calentando mi piel y haciendo que mis ojos brillen con una felicidad que parece casi auténtica, pero la oscuridad sigue acechando en mi corazón, recordándome que el pasado no puede ser borrado tan fácilmente.

Sacudo la cabeza borrando esos pensamientos de mi mente. Me encuentro sentado en el sofá de la sala, viendo una serie que solo a Hannah le gustaría. Estoy más por obligación que por gusto. Ella está sentada en el sofá más largo, comiendo palomitas de maíz. La vida no ha sido fácil, aunque lo parezca. Nos costó demasiado tiempo superar lo sucedido y lograr vivir más o menos bien. Podría decir que gracias a Isabela, quien nos apoyó y ayudó a salir adelante, estamos felices... y vivos.

Me levanto del sofá y tomo mis llaves.

—Voy a comprar de cenar, regreso en una hora —le digo a Hannah.

Ella deja el tazón de palomitas a un lado y me mira asustada— ¿Me vas a dejar sola? Ya sabes que no me gusta estar sola.

Hannah fue diagnosticada con ansiedad generalizada y depresión después de lo sucedido. Isabela y yo la hemos estado cuidando desde entonces, llevándola a terapia y haciéndole saber que no está sola, que nunca más lo estará. El tiempo había curado las heridas más superficiales, pero las cicatrices seguían siendo un recordatorio de su pasado, un pasado que había dejado marcas que no podían ser borradas, solo cubiertas con la tela de la felicidad.

—Isabela está en su recámara durmiendo, puedes ir a dormir con ella —le digo con una sonrisa tranquilizadora.

—Está bien —responde Hannah, se levanta y apaga la televisión.

Salgo de casa y subo a mi camioneta, manejo en dirección al supermercado, prendo la radio esperando que con música me olvide de traerme recuerdos de la última vez que lo vi... la última vez que vi a Víctor con vida. La forma en que me sonrió y me dijo que todo estaría bien.

No mintió, la vida ha vuelto a sonreírme, ofreciéndome una segunda oportunidad, pero la muerte sigue siendo mi sombra constante, un recordatorio de que todo lo que tengo puede ser arrebatado en cualquier momento.

Y justo como si el universo hubiera leído mi mente, salgo del supermercado con varias bolsas en mano, cuando a lo lejos veo a una mujer de espaldas, su pelo rubio cayendo por su espalda. Me paralizo al verla, ella se gira sobre sus pies y nuestras miradas se cruzan. Dejo de respirar, siento que en cualquier momento voy a colapsar, las piernas no responden y todo el cuerpo me tiembla. Siento la frente sudada, ella me sonríe, siento los ojos a punto de llorar, lágrimas amenazan con salir.

Ella...no puede ser ella...

Las bolsas caen a mis lados, ya que la fuerza parece desaparecer de mí. Ella se acerca con una gran sonrisa a mí, cuando está frente a mí, confirmo que sí es ella. Las lágrimas salen de mis ojos y no puedo evitar examinar toda su cara. Con dificultad, intento decir algo, pero lo único que sale de mi boca es:

—Estas...viva...?

Voy a abrazarla cuando detrás de ella se escucha una voz, una peculiar voz. Ella se gira sobre sus pies para mirar a la persona que le habló, se hace a un lado permitiéndome mirarlo. Viene caminando hacia nosotros, ese cabello castaño, sus ojos azules, su forma de caminar y de vestir...es él. Ahora sí siento que voy a desmayarme al verlo. Esto no puede estar pasando, estoy soñando, ellos no pueden estar juntos...

Cuando él está frente a mí, me mira con indiferencia para luego mirarla a ella. Mi cabeza se llena de preguntas y cero respuestas, él murió aquella noche, ¿cómo es posible que esté justo frente a mi? Trago saliva y, con mucha más dificultad y sin pensarlo, las palabras salen por sí solas:

—Víctor...

Entre Mentiras y SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora