SIETE

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El día anterior había pensado que realmente era divertido el correr y bailar bajo la lluvia, como una torpe niña

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El día anterior había pensado que realmente era divertido el correr y bailar bajo la lluvia, como una torpe niña. Lo cierto era que las consecuencias se habían manifestado a la mañana siguiente, cuando sintió la garganta rasposa y estornudo al menos cinco veces seguidas. Se avergonzó demasiado cuando Mai le tocó la frente con preocupación y la obligó a alzar su brazo para posar el termómetro bajo su axila, después, la mujer negó con la cabeza al escucharla explicarle que la lluvia les había tomado desprevenidos, y que en lugar de refugiarse, habían corrido bajo la misma y saltado en los charcos que esta dejaba en las viejas calles de Riverfield.

A comparación de ella, que sentía que tal vez se moriría, Ni-ki se veía demasiado bien y tranquilo, sin indicio de tener principios del mismo resfriado que había golpeado a Hari; el chico se burló de ella, pues Hari estaba envuelta en una manta mientras comía un poco de sopa de pollo en el comedor, temblando y provocando que la cuchara golpeara sus dientes en un fastidioso sonido.

—¿Quieres que te preparé algo más? —Mai frotó sus brazos con calidez, mientras la abrazaba por los hombros y la observaba con preocupación.

—No —negó, con una sonrisa corta. A decir verdad, estaba haciendo su mejor esfuerzo por terminarse al menos la mitad de la sopa en su plato, pero le era imposible—, con esto es suficiente. Gracias...

Aunque Mai seguía un poco preocupada sobre el hecho de que Hari no comía demasiado, y ella estaba demasiado acostumbrada a que sus tres retoños se devoraran todo lo que les ponía en el plato, solamente asintió ante las palabras de la rubia.

—¿Por qué no vemos una película, Hari? ¡Podemos tener una tarde de cine! —exclamó Sola, emocionada, tratando de hacerla sentir mejor—... Bueno, eso antes de que me vaya a mis clases de baile.

—No molestes a Hari, Misora —dijo esta vez Konon, un tanto exasperada por su hermana—... Seguramente quiere descansar para recuperarse.

Ni-ki dejó de escuchar la conversación de las tres chicas, pues a su desayuno, se sumaron los gritos de Jungwon y Sunoo desde la puerta trasera de su hogar, la misma que daba justamente frente a la cocina, mismo lugar en el que se encontraban en ese momento. Como era de esperar, y como sucedía frecuentemente, los chicos entraron sin previo aviso y saludaron a la madre del chico como habitualmente lo hacían.

—¿Qué demonios hacen aquí tan temprano? —preguntó confundido, observando a Sunoo tomar asiento en la isla de la cocina y a Jungwon ayudarle a su madre a alcanzar algo de la alacena.

—Iremos al lago, después, Jake planea que vayamos a Greyville a buscar lo que necesitaba para su tabla de surf... Y ya sabes, dar una vuelta por la ciudad —el pelirrosa se encogió de hombros, explicándole a su amigo el plan de ese día—... ¿Por qué Hari está hecha un burrito en esa manta? —preguntó con diversión, finalmente dándose cuenta de la presencia de la chica ahí. Avergonzada, Hari se giró un poco en su lugar, finalmente observando a los amigos de Ni-ki.

Sunoo le dio una sonrisa alegre, típicas de él... Y Jungwon... —¿Estás bien? —preguntó, con una pizca de preocupación en su tono.

—No... Si. Algo así... Un resfriado, ya sabes —respondió, con las mejillas ardiendo. Aunque no estaba segura si era por la fiebre o la vergüenza de que la vieran en ese estado.

Ni-ki se levantó de su asiento rompiendo aquel momento que le había provocado acidez incluso después del desayuno, posó el plato en el lavabo y se despidió de su madre, obligando a sus amigos a seguirlo para salir de ahí. Cuando estuvieron por cruzar nuevamente el umbral de la puerta trasera, Jungwon se detuvo abruptamente, librándose del agarre de su amigo: —Hari, cuando te sientas mejor... Podríamos dar una vuelta por la ciudad, para que la conozcas... Si tú quieres, claro —mencionó, un tanto avergonzado pero seguro de sus palabras, a pesar de sus mejillas sonrosadas.

—Seguro... Me encantaría —respondió, con una sonrisa corta, sirviéndose ls nariz. Jungwon soltó una risa, pensando que se veía adorable incluso enferma.

—Bien. Recupérate pronto...

Entonces, Ni-ki volvió a jalarlo y los tres se marcharon de ahí. Mai trató de ocultar la risa que amenazaba con salir de su garganta, encargándose de que sus hijas chillaran con emoción, tratando de hacer a la chica regresar a la tierra.

—¡Le gustas a Jungwon! —alardeó Sola, con emoción.

—Más vale que te recuperes pronto, Hari... —siguió esta vez Konon.

Hari solo agacho la mirada avergonzada, con las mejillas hirviendo y aún sintiendo las palabras de Jungwon retumbar sus oídos. A comparación de ella, que había permanecido el resto del día con un mejor ánimo... Ni-ki no había podido ocultar su mal humor durante todo el rato que pasó con sus amigos.

𝐎𝐔𝐑 𝐒𝐔𝐌𝐌𝐄𝐑 | Nishimura Riki ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora