DIECIOCHO

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Hari había notado el cambio de actitud repentino de Ni-ki

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Hari había notado el cambio de actitud repentino de Ni-ki. Era algo extraño, ambos se evitaban a toda costa, pero últimamente, estar en el mismo lugar ya no era incómodo. Tal vez habían cedido a la tregua, finalmente resignándose a sus presencias y al hecho de que seguirían compartiendo la habitación por un largo rato. Mientras se preparaba para la cita que tendría con Jungwon esa tarde, Ni-ki no había levantado su trasero de la silla de su escritorio en horas. Incluso antes de que Hari comenzara a maquillarse y escoger su atuendo, el japonés no había quitado su mirada de lo que sea que se encontraba haciendo y la música podía escucharse aún con sus audífonos puestos.

Se dio un último vistazo en el espejo y tomó su bolso, vaciló un poco en echar un vistazo a lo que el chico hacía y tal vez molestarlo un poco, pero se contuvo. Realmente no quería arruinar la tranquilidad que ambos tenían desde hace días. Cerró la puerta tras de sí, provocando que Ni-ki finalmente se percatara de su ausencia, aspirando el perfume de la chica impregnado en todo el lugar. Suspiró, sintiendo nuevamente esa sensación en el estómago, la misma que no lo dejaba tranquilo desde hace días... Y se intensificaba cada vez más cuando veía a Hari.

Se recargó en el respaldo de la silla mientras soltaba una risa nasal, negando para sí mismo. Era el quinto boceto que hacía de Hari. Esta vez la había dibujado en la playa, la noche de la fiesta. Detalló su vestido blanco, las flores de su cabello, los brillos de su maquillaje... La perfecta sonrisa de su rostro. Se sentía atrapado, en su mente, en su propio cuerpo, en esa habitación. No podía ser él mismo, no cuando no tenía el valor suficiente como para confesar sus sentimientos. ¿Y cómo se supone que lo haría? ¿Cuál sería la respuesta que le daría a la chica cuando le preguntara porque se había enamorado de ella? Bueno, tal vez se estaba arriesgando mucho con esa palabra... ¿Pero de qué otra manera podía llamarlo?

—¿A dónde iremos? —preguntó la chica, mientras caminaba al lado de Jungwon por las calles de la ciudad.

—Te llevaré al Orange Moon... Es una cafetería cerca del centro de la ciudad —explicó con una sonrisa corta—. Los chicos y yo aveces solemos ir ahí después de la escuela, o cuando no tenemos ningún plan en específico.

Jungwon es dulce. Muy dulce, según Hari. Era difícil no disfrutar de su compañía, con su naturaleza amable y esa capacidad de hacerla sentir especial con pequeños gestos. Mientras caminaban, Hari no podía evitar pensar en lo fácil que parecía todo con él, en contraste con la complejidad de la personalidad de Ni-ki. Se dio cuenta de que, aunque se sentía bien con Jungwon y pasaban un buen rato juntos, su mente volvía constantemente a Ni-ki. Y eso no le agradaba en lo absoluto.

Llegaron a la cafetería y se acomodaron en una mesa junto a la ventana del fondo, donde podían ver a la gente pasar por la calle. Jungwon pidió para ambos, recordando que Hari había mencionado antes su café favorito y un pastel de chocolate que sabía que le gustaría.

—¿Jungwon? —una tercera presencia irrumpió en su burbuja, provocando que el chico se girara a ver a la persona frente a ellos— ¡Hola! Dios... ¡Cuanto tiempo! ¿Cómo estás?

Hari supo que esa chica era alguien en la vida de Jungwon por la manera en la que su cuerpo se volvió rígido y su mirada no era capaz de verla de la misma manera. Se veía tenso y un tanto incómodo.

—Bien, Eunchae —respondió sin más—, ¿qué haces aquí?

—Verano, ya sabes. ¿Cómo está Ni-ki?

El rostro de Jungwon se tornó serio al escuchar a su amigo en aquella conversación, finalmente se pudo dar a la tarea de ver a la chica fijamente, quien sonreía inocentemente, tan distraída y preocupada como de costumbre. Hari tal vez entendió que entre esos tres, las cosas estaban tensas... Y a decir verdad, esa chica le había colmado un poco la paciencia desde que pretendió que ella no se encontraba ahí, ignorándola por completo. La pelinegra pareció notarlo, estaba segura de que nadie podría pasar por alto la mirada intensa y juzgadora de Kang Hari.

—Oh, lo siento... ¡Hola! Creo que no nos conocemos, ¿verdad? Soy Hong Eunchae —saludo con amabilidad que la rubia identificó como forzada, estiró su mano, torpemente esperando a que la estrechara.

Hari sonrió burlona, mientras le daba una mirada despectiva de pies a cabeza, provocando que Eunchae se sintiera incómoda.

—Kang Hari —respondió de vuelta. No tuvo ni la más mínima intención de levantar su mano, por lo que a la chica no le quedó más opción que bajarla. Jungwon estaba un tanto sorprendido por su actitud, sobre todo por la expresión de su rostro, nunca había pensado que Hari fuese tan... Intimidante.

—Bueno... Fue un gusto verte, Won. Podrías... —la tal Eunchae soltó un suspiro, negando— ¿Podrías decirle a Ni-ki que quiero hablar con él?

—Estoy muy segura de que puedes hacerlo tú misma, Jungwon no tiene porque estar pasándole ' recaditos ' a nadie, niña. Y si ya terminaste, vete. No te ofendas pero me desagrada un poco ver tu rostro, eres un poco hipócrita, ¿sabes?

Eunchae parpadeó, claramente aturdida por la respuesta de Hari, abrió la boca, sorprendida, sin saber qué responder. La tensión en el aire era palpable, y Jungwon, incómodo, intentó suavizar la situación.

—Eunchae, ¿por qué no nos vemos en otro momento? Ahora estamos ocupados —dijo con una sonrisa tensa, tratando de cortar la conversación lo más cortésmente posible. Eunchae, aún sonrojada y molesta, asintió lentamente, lanzando una última mirada a Hari antes de girarse y marcharse— No tenías que ser tan dura con ella —murmuró Jungwon, mirando a Hari con una mezcla de desconcierto y desaprobación, arrugando el ceño.

—¿Disculpa? —replicó confundida— Ella fue la grosera que llegó a interrumpir y pretender que yo no estaba presente. No sé tú pero yo no tengo paciencia con la falsedad, Jungwon.

—¡Y yo no tengo paciencia con este tipo de actitudes! —replicó, exasperado. Hari alzó sus cejas con sorpresa, mientras su expresión se tornaba seria.

—Pues que mal. Así soy yo, ¿okey? Y no pienso cambiar solo porque eso a ti no te gusta.

—Hari... Espera, ¿a dónde vas? —preguntó, al verla levantarse de su asiento.

—A casa —respondió—. No te ofendas, pero prefiero irme de aquí. Adiós Jungwon.

Jungwon, aún sorprendido, tan solo parpadeo perplejo, recapitulando sobre lo que había sucedido y como Hari ni siquiera le había dado la oportunidad de seguirla. Sabía que Eunchae había arruinado el momento, de la misma manera que sabía que Hari pudo haber sido más grosera con la chica.

𝐎𝐔𝐑 𝐒𝐔𝐌𝐌𝐄𝐑 | Nishimura Riki ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora