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⋆ · *La luz tenue de la mañana se filtraba a través de las cortinas, iluminando suavemente la habitación. Hari no había dormido nada. La calidez del abrazo de Konon la había reconfortado durante un tiempo, pero su mente seguía siendo un torbellino. Los ojos le ardían por el llanto, y el peso de las palabras de Ni-ki seguía oprimiendo su pecho. La conversación con Ni-ki había sido un golpe duro, uno que no se había esperado. Pensó en las palabras que él había dicho: "eres un desastre", "haces un desastre con todo lo que hay a tu alrededor". ¿Era realmente así? Los recuerdos de su padre vinieron a su mente, su mirada fría y distante, las palabras duras y los gritos. Había sido fácil culpar a su padre por todo, pero ahora, se preguntaba si Ni-ki tenía razón. Tal vez siempre había sido su culpa.
Finalmente, se levantó de la cama, moviéndose con lentitud para no despertar a Konon. Necesitaba un poco de aire fresco, algo que la ayudara a despejar su mente. Se puso un par de zapatos y bajo las escaleras, tomó las llaves en la mesita al lado de la puerta y salió de ahí sin tener un rumbo en mente. El aire frío de la mañana le golpeó el rostro, dándole una sensación de alivio temporal.
Mientras caminaba, su teléfono vibró en el bolsillo, sacándola de sus pensamientos. Dudó antes de sacarlo, temerosa de enfrentarse a más reproches. Al ver el nombre de Jungwon en la pantalla, suspiró y decidió contestar.
—Hola Jungwon —dijo, tratando de sonar lo más normal posible.
—Hari, ¿estás bien? —preguntó él, su voz llena de preocupación—. Te escuché salir... ¿Estás muy lejos? Iré contigo.
Hari se mordió el labio, suspirando.
—Sí... Bueno, no realmente. Tal vez a dos cuadras de distancia... No lo sé.
Jungwon guardó silencio por un momento antes de responder: —Espérame, quédate donde estás.
Colgó la llamada sin permitirle decir más. Rendida, Hari tomó asiento en la acera. Se abrazó a sí misma mientras observaba un punto fijo de la calle. Aún era temprano como para ver personas salir y autos circular por ahí. El silencio de la mañana envolvía el entorno, solo roto por el canto ocasional de algún pájaro. El fresco de la mañana la hacía temblar ligeramente, pero no se movió, esperando a Jungwon. Pasaron unos minutos, tal vez diez, cuando escuchó pasos apresurados acercándose. Levantó la mirada y vio a Jungwon corriendo hacia ella, su expresión era una mezcla de preocupación y alivio al verla. Sin decir una palabra, se sentó a su lado y la envolvió en un abrazo. Hari se dejó llevar por la tranquilidad que le ofrecía, permitiendo que las lágrimas que había reprimido volvieran a fluir.
—¿Qué sucede? —preguntó finalmente, limpiándole las lágrimas de las mejillas.
—Ni-ki... él... —La voz de Hari se quebró, y le costó formar las palabras—. Dijo que soy egoísta, que solo pienso en mí misma y que lastimo a las personas a mi alrededor —Jungwon frunció el ceño, pero no dijo nada, dejando que Hari continuara—. Quizás tiene razón. Tal vez he sido egoísta y no me he dado cuenta. Ni-ki me gusta... mucho, pero no he sabido cómo decirle. Y ahora, él piensa que no me importa.
El chico respiró profundamente, pensando en cómo responder.
—Tal vez Ni-ki está herido, pero eso no justifica que te haya hablado de esa manera... Ambos necesitan hablar mejor las cosas, Hari.
—No —negó rotundamente—, no puedo... Al menos no ahora.
Jungwon no dijo nada más, tan solo volvió a abrazarla. El silencio se apoderó del ambiente nuevamente, pero esta vez era un silencio más reconfortante. Hari se permitió relajarse un poco en los brazos del chico.
—Vayamos a comer algo —sugirió el chico Yang, levantándose de su lugar y extendiendo su mano a la chica. Hari sonrió levemente, aceptándola. Se sacudió la ropa y ambos comenzaron a caminar por las calles en silencio, simplemente disfrutando de la tranquilidad—... No te asustes pero, ¿quieres ir a mi casa? —preguntó de repente, provocando que Hari lo mirara con una ceja enarcada, divertida— Mamá va matarme si se entera que no llegue a dormir anoche... Y como su turno en en hospital termina a las nueve treinta, bueno, no va a castigarme si me ve en casa —explicó avergonzado.
Hari no pudo evitar reírse un poco ante la explicación de Jungwon. Esa leve chispa de humor aligeró el peso en su pecho, aunque fuera por un momento.
—De acuerdo, iré contigo —respondió, siguiéndolo.
El camino hacia la casa de Jungwon fue tranquilo, ninguno de los dos habló, pero la compañía del otro les ofrecía un consuelo silencioso. Hari apreciaba la presencia de Jungwon; sobre todo su esfuerzo en hacerla sentir mejor. Llegaron a la casa de Jungwon justo cuando los rayos del sol comenzaban a calentar el día. La casa era demasiado acogedora, tenía un jardín delantero muy bien cuidado que mostraba el esfuerzo y el amor de una familia unida. Jungwon abrió la puerta con cuidado, intentando no hacer ruido.
—Jeongin aún debe estar durmiendo... —susurró, guiando a Hari hacia la cocina—. Siéntate, prepararé algo para desayunar.
Hari se sentó en una silla junto a la mesa, observando a Jungwon moverse por la cocina con destreza. Era evidente que estaba acostumbrado a cocinar, y el aroma del café recién hecho y los huevos comenzando a freírse le dio una sensación de normalidad que tanto necesitaba.
—Gracias por esto —dijo Hari suavemente—. De verdad, Won... Gracias.
—No te preocupes. Somos amigos, ¿no? Haría lo que sea por mis amigos —respondió sincero, sirviéndole una taza de té. Hari había pensando en decirle que no comería nada, pero honestamente, ver a Jungwon demasiado concentrado en la comida la había obligado a guardar silencio. No iba a decirle que no, así que le dio una sonrisa corta.
—¿Dónde está el baño? —preguntó, levantándose de su asiento— Necesito lavarme las manos...
—Al fondo del pasillo, a la derecha —respondió Jungwon, señalando con la espátula mientras giraba los huevos en la sartén.
Hari asintió y caminó lentamente por la casa, notando los pequeños detalles que hacían de ese lugar un hogar. Las fotos familiares colgadas en las paredes y libros ordenados en las estanterías. Al llegar al baño, giró el pomo de la puerta, sin ser demasiado consciente de que había alguien más dentro. Soltó un chillido, observando al chico de espaldas girarse levemente, sorprendido de verla. Hari se cubrió los ojos con ambas manos después de ver algo demasiado... Inesperado.
—¡¿Qué demonios?! —chilló el chico, avergonzado, subiéndose la cremallera de su pantalón.
Hari lo observó con el ceño fruncido, y las mejillas aún ardiendo de la vergüenza... Para después relajar su semblante al notar de quién se trataba.
—Preciosa —el pelirrojo alzó sus cejas con sorpresa, sonriendo—... ¿Qué haces aquí?
—¿Qué haces tú aquí? —preguntó de vuelta, recordando perfectamente al chico con el que había bailado en la fiesta de la playa, hace dos semanas. Quien estaba frente a ella, con el cabello despeinado y el torso desnudo.
Genial.
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𝐎𝐔𝐑 𝐒𝐔𝐌𝐌𝐄𝐑 | Nishimura Riki ✓
Fanfiction𝗢𝗨𝗥 𝗦𝗨𝗠𝗠𝗘𝗥, nishimura riki ( 🌤️ ) ━━si estamos juntos, se siente como el verano ₊˚. Según Ni-ki, Hari era un problema en todo el sentido de la palabra, porque aparte de haber arruinado su verano, también llegó a arruinar por completo s...