VEINTIUNO

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La casa de Jake estaba a punto de reventar en ese momento

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La casa de Jake estaba a punto de reventar en ese momento. Hari había tomado la mano de Konon para no perderse entre la multitud, mientras la chica las guiaba a amabas a través del lugar. Tenía que admitir el hecho de que había subestimado la gran popularidad del chico en la ciudad, es decir, Jake es físicamente lindo, su personalidad es divertida y un tanto infantil... Cosa que lo hacía un poco menos atractivo para ella, pero cuando llegaron y lo vio rodeado de chicas que lo veían como si estuvieran hambrientas, tuvo que aceptar que se había equivocado.

Hari le dio un trago a la bebida en su vaso, mientras permanecía recargada en la isla de la cocina, escuchando la música retumbar en sus oídos y preguntándose dónde rayos se había metido Konon. Para su buena suerte, tal vez ese era el único lugar que no estaba infestado de personas, por lo que podía permanecer tranquila ahí por un rato más. Se mordió el interior de su mejilla releyendo el mensaje de Lily, no solían escribirse muy seguido, pero cuando lo hacían podían permanecer horas y horas charlando. Bloqueo la pantalla de su teléfono y soltó un suspiro, decidió prepararse otra bebida y tal vez salir y socializar. No conocía a nadie ahí y a decir verdad, dudaba encontrarse a alguno de los chicos pronto.

—¡Hari!

La chica soltó un chillido, mientras daba un salto del susto en su lugar y se giraba molesta hacia Jake. Le lanzó un puñado de frutos secos que anteriormente iba a ponerle a su bebida, provocando que el chico riera y se cubriera el rostro.

—Idiota, ¡me asustaste! —refunfuño, regulando su respiración.

—Lo siento... Estabas tan concentrada que me vi en la necesidad de aprovechar la oportunidad —sonrió ladino—. ¿Por qué estás escondida aquí? Si sabes que esto es una fiesta ¿no? Las personas conviven con otras personas en las fiestas...

—¿Podrías dejar de hablarme como si fuese estúpida? —advirtió, señalándolo severamente con su dedo índice—... Y no estoy escondiéndome. Estoy... Esperando a que el alcohol me haga efecto para divertirme.

El rubio entreabrió su boca para decir algo, pero simplemente ladeó su cabeza un tanto confundido, como si fuese un cachorro tratando de entender algo. Negó para sí mismo, tomando una cerveza del refrigerador y destapandola con la esquina de la isla.

—Lo que tú digas, miss simpatía... ¡Ah! Por cierto, Jungwon está buscándote —Hari le dio un sorbo lento a su vaso, mientras evadía la mirada de Jake. Y por si fuera poco, no hizo falta que el chico dijera algo más, pues Jungwon había entrado a la cocina tomándolos a ambos por sorpresa.

Jungwon, con su cabello oscuro desordenado y una sonrisa juguetona, se detuvo en seco al ver a Hari y Jake. Parecía algo cansado, pero sus ojos brillaban con energía contenida... O tal vez era el alcohol en su sistema.

—Te encontré —suspiró aliviado. Jake alzó sus cejas y sonrió divertido, le dio una mirada rápida a Hari y palmeó el hombro de su amigo para después salir de ahí, dejándolos solos. Hari forzó una sonrisa y levantó su vaso en señal de saludo.

—Aquí estoy —respondió, tratando de no sonar incómoda.

Se acercó a ella con sus ojos escrutándola con una mezcla de curiosidad y preocupación: —¿Estás bien? —preguntó, inclinándose un poco para mirarla más de cerca. Hari asintió rápidamente, pero su lenguaje corporal decía otra cosa. Estaba inquieta, jugueteando con el vaso en sus manos.

—Sí, solo... Estoy tratando de acostumbrarme al ambiente, supongo—admitió, encogiéndose de hombros. Jungwon sonrió suavemente y le tomó la mano. La chica confirmó firmemente que estaba un poco ebrio, solo un poco, pues no se veía tan mal como seguramente otras personas lo estarían. Aún así, no pudo evitar tensarse.

—Ven, vamos a tomar un poco de aire fresco —sugirió, tirando de ella hacia la puerta trasera. Hari no puso resistencia y lo siguió, un tanto agradecida por la oportunidad de escapar del bullicio. Salieron al patio trasero, donde la música se escuchaba más tenue y la brisa nocturna refrescaba el ambiente.

Se sentaron en los escalones del porche, observando las luces parpadeantes de la ciudad a lo lejos. Hari respiró hondo, sintiéndose más relajada.

—Gracias... —murmuró, sin mirar a Jungwon. Él asintió, todavía sujetando su mano, y apartándola rápidamente para no seguir haciéndola sentir incómoda.

El silencio los abrazo por unos largos minutos. Ambos simplemente permanecieron uno al lado del otro, con varios centímetros separándolos, mientras Hari hacía lo posible por no rozar su rodilla y hombro con los del chico. No se sentía correcto de alguna manera, y lo menos que quería era que las cosas siguieran siendo cada vez más incómodas entre ambos.

—Lo siento, Jungwon...

—¿Por qué? —preguntó.

—Esa última vez en la cafetería... Fui muy grosera, supongo. Lo siento —explicó avergonzada—, me caes muy bien ¿sabes? Y creo que eres un chico increíble... De la misma manera que, creo que nunca vamos a funcionar de otra manera más que siendo amigos.

Jungwon se giró a ella, dándole una sonrisa de alivio. A decir verdad, él también lo pensaba, y lo había estado haciendo desde entonces.

—Está bien, honestamente creo lo mismo... Me habría odiado a mi mismo si hubiésemos dejado que todo se volviera más incómodo entre nosotros. Y lo siento si te hice pensar que debías fingir ser alguien que no eres solo para agradarme, Hari —tomó su mano, dándole un leve apretón—. Eres increíble, y divertida... ¡Y muy linda!

Hari soltó una carcajada, dándole un leve empujón en el hombro, avergonzada: —Tú también eres increíble, divertido y muy lindo, Yang Jungwon —ambos volvieron a reír— ¿Amigos? —extendió su mano, la cual Jungwon aceptó rápidamente.

—Amigos —sonrió.

—Bien, ahora que somos amigos... ¿Vas a contarme sobre esa chica Eunchae? —preguntó curiosa. Se sentía un poco mal consigo misma preguntándole sobre ello, porque en realidad solo quería saber si Ni-ki había omitido algo al respecto cuando le confesó sus sentimientos.

No era realmente el hecho de que desconfiara de él... Solamente quería estar segura de que no tendría que preocuparse en intentar estar con alguien que ni siquiera sabía lo que quería. Y es curioso que lo pensara, pues ella era la persona menos indicada para hacerlo.

𝐎𝐔𝐑 𝐒𝐔𝐌𝐌𝐄𝐑 | Nishimura Riki ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora