—¿... Disculpe?—¡Felicidades, novia! Debe recoger sus cosas y prepararse, pues en la mañana-
—¡No, eso no sucederá! —interrumpió a Sultana Kristina, no cabía en su cabeza alterada aquella realidad.
—¡Siéntate y baja la voz! ¿Qué es esta falta de respeto? —Miriham bajó la cabeza ante el regaño de la matriarca—¡Ya está decidido, es irreversible! Mañana serás llevada con tu prometido para celebrar la boda en su país.
—¡No lo aceptaré, yo soy del Sultán!
—Llevadla a su habitación, no quiero escuchar más insolencias. —Valide Sultán dijo con indiferencia.
Sultana Kristina respiró para sus adentros al ver la escena y la cara de pánico de la jovencita; podía soñar que aún sería la primera esposa. Se sentía un poco patética por disfrutarlo, por rivalizar contra una esclava, por rechazar la idea de que su amado con tal rango tan siquiera tenga a esa Odalyk de concubina (o cualquier otra mujer), pero podía refugiarse en el claro error que cometió; es justo el castigo que ella está sufriendo al prestar sus ojos a otro hombre, obrando contra las reglas del harén.
Miriham no iba a aceptar así de fácil la situación. Estuvo llorando y gritando《¡No quiero, no quiero ir!》sin importar las quejas ajenas. Destrozó e hizo desorden, todo durante altas horas de la noche. El incesante ruido que a sus demás compañeras no dejaba dormir atrajo a la Peik preferida de la matriarca; se acercó al círculo de alboroto que la Odalyk había creado.
—¿Qué está pasando?
—¡No me casaré, no me iré! ¡No importa lo que me hagan-! —Alexandra Peik no dudó en levantar su mano contra ella y herir su mejilla.
Lo hizo tan fuerte y tan de repente que Miriham perdió el equilibrio, cayendo sobre la cama. Las demás reaccionaron asustadas por la imprevista agresión y algunas se acercaron a Miriham para ver si estaba bien. La Peik regresó sobre sus pasos para preguntar a la matriarca sobre la situación.
—Miriham, esto no te está dando buenos resultados.
—Talvez si vez todo desde otra pers-
—¡Cállate, ninguna de ustedes Jariyes y Kalfas podrán entender! —gimió de sufrimiento. Su cara estaba roja, sobre todo su mejilla—¡Todo mi esfuerzo, mi vida! ¿Para qué fue todo? —desbordó de nuevo en llanto. No duró mucho en ese estado (más bien, no pudo), pues la llevaron a la enojada presencia de la mujer que mandaba en ese mundo.
—¿Cómo tuviste el atrevimiento? ¿Te has vuelto lunática? —regañó Valide Sultán. Caminaba de un lado a otro reprimiendo lo más que podía su odio, mientras que Miriham yacía sentada sobre sus piernas, cabizbaja y con todas las emociones revueltas.
—Disculpe, Sultana. —pronunció con la garganta adolorida.
—¿Quién te crees que eres para objetar mis decisiones? Eres solo una concubina, ¿comprendes eso? —ella cerró los ojos de amargura.
—¡Pero no puedo casarme, ese hombre es un completo extraño para mí! Por favor, ¿No podría tener piedad de mí? —La madre respiró hondo, luego dio una severa mirada.
—Te diré que tu castigo debería ser una ronda de latigazos antes de enviarte como novia, pero eso sería inconveniente para el joven. Escucha bien: tus días de esclavitud van a acabar por este matrimonio. Si tienes aprecio por el Sultán acepta la orden que él sentenció. —hizo una pausa—Si te comportas de forma indecente con tu prometido para evitar esta boda vamos a cambiarte, pero no creas que te recibiré pacíficamente. —tomó la cara de la joven y le clavó sus ojos en el alma—Te haremos lo inenarrable antes de matarte, lo que vas a merecer al arruinar nuestras relaciones diplomáticas.
—S-sí...
—... Ya es muy tarde para conversaciones, llévenla a las habitaciones y que no moleste.
El espíritu se le desfalleció, el rostro se le formó estático, sus cuencas le hicieron ver como mapache, con su cara palidecida parecía más bien un panda, su espalda erguida arrastró sus desfallidos y pequeños pies a la celda grupal donde pertenecía con ademán de sentirse como una criminal sentenciada, y no pudo pronunciar palabra hasta la mañana siguiente. Sus compañeras se acercaron con cierta preocupación, con caricias de consuelo mientras deseaban saber qué sentía o qué había ocurrido o ha de ocurrir, pero no despegó sus ojos del piso. Se durmió instantánea, con los brazos abrazándose entre sí, con un gemido derrumbado.
Fue informada que la Sultana Kristina muy amablemente quería proporcionarle uno de sus vestidos, como regalo de bodas; no opinó, solo fue. La Sultana se mostró precisamente amable y atenta con ella en su estadía, le dió un preciosos vestido de blanco brillante con mangas acampanadas y un corsé rojo, incrustado desde el inicio de los hombros hasta el final de su cintura.
—¿Te gusta? —Kristina preguntó al tiempo que una de sus sirvientas aproximaba un espejo a la invitada, después que las demás terminaron de maquillarle.
—Vaya, Gracias... Sabes, quiero disculparme por la forma en que te hablé.
—No importa. —ella la envolvió entre sus brazos y se acercó a su oreja—Ya sabes, talvez no era el que buscabas pero no es el Sultán, como querías. Los eunucos siempre observan. —el corazón se le paró y su cara lo reflejó—¡Oh, no vayas a arrugar la cara, no quieres enojar más a mi madre! Ya tienes cara de muerta, no lo arruines más... Tienes que irte.
La tomó se la mano mientras la guiaba; la chica miraba hacia arriba intentando controlar sus lágrimas. En ese transcurso llegó a los oídos de las favoritas (por medio de las no favoritas) la ida de la Odalyk. Lolita, cuando las demás decidieron ir a despedirla y por su lado Rubén decidió descansar en la habitación, le miró acostado con una enorme sonrisa.
—¿Cómo lo hiciste? —Rubén miró el pelirrojo cabello que caía de aquellos hombros y lo acarició.
—¿Quieres una caricia? —sin dejar de fruncir el ceño se acostó a su lado y se acopló al calor de aquel cuerpo—¿En quién pensarás hoy, pervertido?
—¿Cómo la echaste? ¿Cómo te creyeron? ¿Cuándo...?
—Oh, yo solo fui una paloma mensajera, yo no tengo mucho que ver.
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Haseki Sultán《AU #rubegetta》#karmaland
FanfictionSamuel VII (Vegetta) es un Sultán con un gran grupo de concubinas que se dedican a ser mera compañía y entretenimiento para su señor. Un día se consigue a un khuntha, el cual a diferencia de las demás no se conforma con esto, y hará todo lo posible...