Dolor peligroso

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Rubén miraba desde el marco de la puerta con felicidad la que iba a ser su nueva habitación. Varias sirvientas trabajaban para amueblar el sitio y mudar los objetos de su pertenecía.

—Sí estorbas en la puerta tardarán más. —la Peik Alexandra se acercó y le apartó del marco—Felicidades por cierto... Si tienes una sugerencia para tus sirvientas puedes decirla.

—Mm... ¿las Kalfas pueden ser escogidas?

—Con el consentimiento de la joven. ¿Quiénes serán?

—María Nieves, Lana y Dulce. Son mis amigas.

—Por supuesto. —de repente pareció recordar algo, por lo que le estiró su mano—Vamos, venga conmigo.

—¿A dónde vamos? No puedo estar con las demás concubinas.

—Hay que ir abajo, es algo muy bueno. —ella le tomó del brazo mientras le seguía.

Se encontró con varias concubinas concentradas alrededor de un saco cargado de telas variadas. La mayoría de las favoritas estaban revisando y meditando qué tela escoger, otras concubinas de menor rango hacían lo mismo, pero otras simplemente veían desde lejos, pues no podían permitirse comprar tales metros de tela.

—¡Oh, Iqbal Rubén! Su panza está creciendo. —llamó la atención una Boca.

—Mmh... Te aprieta la ropa, parece que ya no la puedes usar. —comentó Ayse con un tono descortés. Rubén se sintió incómodo.

—Señorita Rubén. —llamó Alexandra cubriendo su enojo por tal comentario —Elija cualquier tela para que le cosan nueva ropa.

Se acercó al saco sintiendo la mirada acusadora de las favoritas. Cuando se inclinó para tomar una tela inmediatamente una de ellas la agarró diciendo que combinaba muy bien con ella y que se la llevaría, con unas sonrisas disimuladas por parte de las demás.

—Está bien, no las quiero. —Se reincorporó molesto después de juzgar las telas por vista. Las demás le veían con burla pero con intriga de lo que diría—No son telas lindas. Ninguna de esas podría nunca hacer juego con las valiosas joyas que el Sultán me regaló.

Las demás llenaron sus pulmones de rencor al ser recordadas una vez más del irritable favoritismo que el Khuntha gozaba. Una de ellas se puso más en frente con malicia.

—Estas telas son para mujeres hermosas, no puedes comprender su belleza. —reprochó Kosem.

Él volteó su cabeza con pupilas amenazadoras, viendo la cara de triunfo de la Kadyn. Respiró hondo con una sonrisa para dirigirse a la Peik.

—Es mejor que utilice las telas del baúl que el Sultán me regaló, hecho para mujeres de valor e importancia notable.

Cecília apretó sus dientes. Sus compañeras intentaron agarrarle del brazo, pero ella se liberó para encontrarse al frente de su rival, el cual fingió no darse cuenta hasta verle a los ojos.

—El viejo palacio está repleto de concubinas irritantes como tú. Allí el Sultán no te extrañará, se olvidará de ti.

—Te equivocas.

—Je... —le echó un vistazo al vientre del contrario—Saldrá niña.

—Daré a luz una dinastía. —se impuso Rubén—Tarde o temprano daré a luz a un niño, y luego le daré un segundo, un tercero, un cuarto y tantos como a él le plazca. —dijo eso último con fuerza y determinación, muy seguro de romper cualquier tradición o mujer que se le impusiera contra su deseo—Niño o niña el Sultán no tardará en llamarme de nuevo, a diferencia de otras.

Haseki Sultán《AU #rubegetta》#karmaland Donde viven las historias. Descúbrelo ahora