Miedo al futuro cambio

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La noticia era conocida en todo el harén. La madre Sultana mandó a explicarle que la mujeres embarazadas viven tras ciertas normas y cuidados, es muy importante que nazca sano y por eso se cambiaría de habitación una vez que el embarazo progrese; no podrá ir paseando con otras concubinas por precaución.

Aquel día en el que fue dada la noticia algunas favoritas estaban reunidas en el patio correspondiente, llegando a sus oídos la misma.

—Realmente la suerte de ese Khuntha va a matarme. —comentó Cecília.

—¡Vaya! Entonces no te duele el estómago, solo son celos.

—Deberías disculparte con la doctora. —las demás se burlaron.

—¡Por favor...! No me digan que a ustedes no les molesta.

—Mmh... Bueno, era de esperarse. Está acaparando al Sultán. —Respondió Dulcinea.

—Y ahora tendrá un hijo... —Ayse hizo una mueca.

—Tranquilas, puede salir niña, no estará por encima de nosotras. —dijo Kosem.

—Claro que sí, no cambiará nada porque aún podrá solicitarla. Y si nace un niño será nuestra superior.

—Pero nosotras aún podemos ser solicitadas, y con más razón sabiendo que la tenemos fuera del juego por nueve meses. La última vez que la Sultana me envió a sus aposentos él se comportó como esperaba, sigue teniendo responsabilidad por las Kadyns; esto también nos beneficia. Sean pacientes, sean listas. —Dulcinea suspiró sin más problema.

—Ojalá le pase algo malo. —comentó la Cecília. Una de las sirvientas le acercó un vaso, sacó un frasco y le echó unas gotas—... No voy a tomarlo, dime qué le pusiste.

—Tranquila, lo recomendó la doctora. Solo hay que echarle dos gotas, en exceso podría sofocarla.

—Entiendo. —ella bebió.

Mientras lo hacían veía aquel frasco con líquido transparente con neutralidad. Luego extendió la mano.

—Dámelo, lo esconderé para que las niñas no se lo encuentren. —el frasco fue entregado.

Volviendo al Khuntha, él estaba escribiendo nuevas cartas para el Sultán, no quería perder por nada la costumbre, le daba paz. Veía su vientre y lo acariciaba, estaba creciendo.

Se había esforzado por mantener un humor estable y procesar aquel suceso. Intentar escapar del tema era claramente imposible, por lo que solicitaba compañía cada que podía para calmarse. Progresivamente le fueron entregando la información de cómo ser madre. Él se fue adaptando a tomar y hacer todo lo que su proceso le pedía, yendo regularmente a las revisiones para comprobar la salud. Notablemente se estaba convirtiendo en la etapa más callada de su vida, por lo que había un aura de preocupación.

—Creo que ya está perdiendo el pánico, ¿no crees? —comentó Miguel a Lolito y David, que junto a otros eunucos acompañaban a varias concubinas al jardín.

—Cuando le den la nueva habitación empezará a sonreír, será sentimental pero tiene vista. —sonrió Lolita.

—Mmh... Quiero que respetes sus límites, cuando tenga a sus hijos ya no tendrán tiempo para hacer sus cosas sáficas como antes. —Lolita asintió a Miguel con la cabeza, sonriendo con desdén. Solo pasó un segundo para que sus ojos se reducieran y viese con temor al eunuco.

—¿Q-qué? ¡Qué dices! ¡Nuestra amistad es normal!

—... las concubinas son tontas si creen que no las observamos. —David esbozó una cara burlona.

—Es normal su angustia, la confusión de que si dos Khunthas-

—¡E-esperen! ¿Por... qué están tan... tranquilos? ¿Y por qué se guardaron... esto?

—Bueno, Juan y yo aún no decidimos si entra en los parámetros culturales del harén.

Lolita miró hacia un lado con nerviosismo. Le era claramente favorable decir que sus actitudes iban con esa vista, pero si nunca se desenvolvió con mujeres de verdad es por tal confusión. Por mucho que se haya acostumbrado y mentalizado, no podía apartar su parte masculina. Aún así tomó valentía para salvar tanto a Rubén como así mismo.

—Se me considera mujer en este lugar, ¿eso no demuestra los verdaderos pensamientos sobre mi percepción? —David sonrió—Además, nos revisan antes de dejarnos vivir aquí, ¿dices que el sistema del harén falla?

—Con los Khunthas nunca se sabe. —Lolita le miró molesto—Si quieres convencerte de lo que dices —se le acercó—actúa como si no fueras una criminal.

El eunuco los dejó para vigilar a otras concubinas mientras Lolita sentía un poco de frustración.

—Te aseguro que no dirán nada. —tocó su hombro. Ambos se sonrieron silenciosos.

—Gracias.

Nunca había sentido tanto pavor por ese tema como lo hizo durante esos pocos días. Decidió controlarse y no comentarle nada a Rubén, aunque él llegó a notarlo pensativo. Lo único que comentaron fue una noche temprana, donde Lolita abrazaba a Rubén amablemente mientras el mencionado sentía su piel un poco sensible por el cambio hormonal.

—Mañana van a darte habitación propia, ya no estaremos juntos. —el Khuntha pelirrojo demostró melancolía. Posó su mano en el vientre del Khuntha pelimarrón.

—No es cierto, te invitaré todos los días después de dar a luz.

—¿Ya no eres reacio a parir? —Rubén apartó la mirada incómodo.

—No es que tenga opción. Y debería sentirme afortunado, ¿cierto...? No debo... Mmm... —Lolita decidió no torturarle más con ese tema y decidió retomar el suyo.

—Me pregunto cuánto cambiará nuestra relación cuando tengas hijos. Ya no podremos impulsarnos por lo carnal, sería de mal gusto distraerte de tus responsabilidades maternas.

Ambos lo pensaron un poco. Rubén ante la expresión del Khuntha acarició su cabeza y besó su mejilla, esperando una sonrisa que obtuvo.

—¿... Sabes? —continuó Lolita—A pesar de que te consideras más masculino, desde el principio tuviste el valor de tener amigas y de amarlas, es algo que yo en todos estos años no he podido hacer.

—Tu problema es que eres muy pasional. —Lolito le vio molesto y sonriente—Podrás seguir contando conmigo, como te dije, te invitaré todos los días. Puedes juntarte con otras jovencitas si te esfuerzas, yo te apoyaré. Nunca olvides que prometí erradicar tu soledad.

Lolita suspiró dejando la cara melancólica de lado. Se acercó a fuera, a la puerta, para pedir ayuda a Alexa.

—Ven, te llevaremos a la cama.

Le llevaron a su destino y le acomodaron. Cuando Alexa se fue y Lolita se iba a dormir Rubén le tomó la mano.

—Duerme conmigo por última vez. —Lolita se acostó a su lado cuidadoso después de unos segundos. Se estiró para darle un beso, el cual empezó a ser uno bastante apasionado, casi olvidando el estado en el que se encontraba su contrario. Rubén le apartó un poco agitado—Ten cuidado, no te excedas.

—Disculpa. —con pena se reincorporó. Así pudieron juntos dormir por última vez como compañeros de cuarto.

Haseki Sultán《AU #rubegetta》#karmaland Donde viven las historias. Descúbrelo ahora